domingo, 21 de agosto de 2022

Identificando al tirano. Crítica y teoría.

¿Qué diferencia hay entre la crítica y la teoría? Es como preguntar la diferencia que debe haber entre el crítico y el científico, ambos agentes loables cuando trabajan dentro de su ámbito.

En entradas anteriores ya expuse mis cuatro tipos de obras, para distinguir lo literario, de lo retórico, de lo histórico y lo lógico. No podría esperar que se comprendiera esa clasificación, pero a mí al menos me cuadraba bien. Ahora bien, es factible que ante una obra literaria se junten científicos y críticos debido a que un buen comentario de texto debe comprender los cuatro roles - como ya expliqué en su momento: en toda obra literaria siempre habrá un contexto sociocultural en el que se ubica y que nos describirá un científico.

Ahora bien, ¿cómo saber si estamos tratando más con un científico o con un crítico si ambos son capaces de especializarse, aparentemente, sobre una misma obra? El científico literario cabe esperar que centre su objeto en el contexto en el que trascurre la obra, mientras que el crítico le dará más importancia al análisis de las partes.

Sin embargo el rasgo más interesante que los diferencia no será lo dicho. Sabemos que el científico debe ser ducho en teorías, mientras que al crítico se le concede una posición de como de juez. Así que por ahí es por donde debe estar el rasgo más importante: defino al crítico como al sujeto que debe estar especializado en un paradigma, autor u obra en concreto para que ésta sirva de punto de referencia a sus apreciaciones. El científico, sin embargo, no se debe a un paradigma, sino al mejor de todos ellos - al que esté más en boga. La ciencia, a diferencia del arte, cada vez que surge un paradigma científico se ve obligada a adoptar el más convincente de todos. El arte, tras aparecer el barroco, no se verá obligado a rechazar la escuela clásica.

De la misma manera, ¿cómo puede un crítico asegurar que sus críticas son objetivas cuando están sujetas a un paradigma artístico, cuanto menos? Nada más valorar una obra que se sale de su paradigma los que sean amantes del propio se verán más legitimados para minusvalorar la crítica hecha por ese extranjero artístico. Lo mismo pasaría si un crítico considerara el mejor cocinero a un español en concreto, ¿qué opinión merecería de la cocina francesa por parte de un francés que cree que el mejor cocinero es un francés? De la misma manera, ¿y si no concuerdan en qué cocinero español es el mejor?

Por tanto, el crítico, a diferencia del científico, no puede valerse de un criterio objetivo para que su voz genere jurisprudencia - es un mal juez. La herramienta de la que se vale el crítico es la hermenéutica, que dictará formas a partir de su propio paradigma y autor favoritos. Todo lo contrario pasa con el científico, en haras a criticar un texto, artístico o técnico, se verá obligado a abstenerse de su hermenéutica favorita para intentar acoplarse a la de la mentalidad del texto, cuya naturaleza debe ser independiente del científico.

Así vemos que las formas físicas se mueven bajo algún álgebra, pero el físico comunicará esas fórmulas bajo un lenguaje diferente, y el poeta las criticará desde su visión personal tras incorporarle una función poética por el dictado de la hermenéutica de su cultura. Cuando nos salimos de las formas más naturales y criticamos la obra escrita por los que nos transmiten sus experiencias de primera mano descubrimos un tipo de autor de segundo nivel; es ahí donde abunda más la función habitual del crítico, porque al anterior ya se le llama autor.

Visto así, la crítica al crítico es factible siempre y cuando se considere que ambos centran la mirada a un autor común, pues criticar en un nivel superior al crítico implicaría cuestionar su propia hermenéutica - replantear o hacer crecer las reglas del marco de pensamiento crítico.

Y ojo al asunto en cuestión, porque es aquí donde entra en juego el papel del tirano. Cuando algunos se ven en situación de redactar la hermenéutica de los demás lo que podrían llegar a hacer es alienar la moralidad según sus intereses - porque ése es el papel del estudio de la metalingüística, dictar el último grado de moralidad al que puede aspirar a aprender el ser humano. Es el último sitio donde colocaría a un jurista.

¿Cómo sería un experto en leyes si éste se dedicara a trampear la manera que ha tenido el inculto de redactar sus propias normas? Se convertiría en un completo tirano ¿Acaso debe saber el legislador de derecho para hablar con un jurista? ¿No debería de ser justo al contrario: cómo debe aprender derecho el jurista para comprender a cualquier legislador?

Lo único válido de la crítica que emerge de una ley es la que ofrece el legislador, que es parte. Porque de la crítica no puede emerger nunca un valor objetivo, y por tanto no puede ser imparcial. La parte que nos ofrece una visión imparcial de la ley es la científica, que es el único papel que tiene la ciencia del derecho.

Por eso digo que el juez no tiene derecho a imponer su hermenéutica, ni a hacer que ésta prevalezca de manera vinculante a otras interpretaciones judiciales. El uso de la hermenéutica es incompatible con la democracia cuando se pretende aplicar jurisprudencia.


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