viernes, 26 de agosto de 2022

El techo de cristal de la seriedad

¡Cuántas veces me habrán preguntado, por fines más o menos serios, cuál es el objetivo de la vida! Y yo me preguntaba, ¿acaso la pregunta en sí es seria? ¿Debería de serlo?

Vamos a hacer un ejercicio de filosofía periodística, supongo que el que se hace todo periodista en algún momento dado de su vida: ¿cuál debería de ser la pregunta más seria que se puede llegar a hacer? Por ejemplo, el plantearse cuál es ese ejercicio que debe hacer todo buen periodísta y que sea el más importante es básicamente el plantearse qué pregunta reservarse a otro periodista, o a la persona que sea más capaz que tenga delante..., sobre su profesión, ¿sobre la vida? ¿Cuál es la pregunta más importante que se le puede hacer? ¿Qué es lo más serio que se puede preguntar?

Supongamos que inviertes en un viaje de unos cuantos años luz para viajar a un planeta. En ese planeta según cuentan las crónicas vive la persona más "clever" que ha existido, y esta persona no solo dice cosas coherentes sino que además se preocupa de darle relevancia con respecto a la realidad material que te toca y, si no lo entiendes, suele incorporar analogías para que puedas llevarlo a cabo de manera paulatina en forma de proyecto. Por si fuera poco se preocupa de constituir una maquinaria de fórmulas eficientes que te permite organizar un proyecto humano que te permita hacer posible esa resolución a la pregunta que le plantees - con fórmulas funcionales de cara a cuál es tu mentalidad.

Ahora solo queda la gran pregunta, después del saludo, de una buena introducción para darte a conocer y cuál es la realidad que vives, ¿hacia dónde dirigirás el objetivo del encuentro? ¿Cuál es la pregunta más importante? ¿O será un consejo en virtud del mundo que sabes que es en el que vive el sujeto que resuelve problemas a los más importantes?

En mi vida y experiencia sé que hay quien pregunta lo que considera más importante, hay quien solo se preocupa por demostrar que están ahí y demostrar que les importas, hay quienes intentan aprovecharse lo máximo de ti y, por último, están los que preveen todo lo anterior y se centran en darte herramientas para que todo sea mejor para todos.

Por lo que lo más importante bien puede desdoblarse en esas cuatro opciones, son cuatro techos de cristal. Sin embargo, eso no quita para darnos cuenta de que tres de ellas son espúreas de cara al problema central: hay una cuestión molar y hegemónica que aún sigue imperturbable, los hay que aprovecharán para centrar su mirada de atención en "lo más importante" ¿Y qué es eso que es lo ontológicamente más importante? Lo que alberga la idea de importancia en sí, ¿existe o es falaz?

Quizá sí exista. Hasta ayer no me di cuenta. Se suele centrar mucha gente en el "sentido de la vida". Y siempre me pareció vanal, porque la vida no tiene un "sentido" - no hay razón última para vivir, propiamente dicho. Cada forma de vida es insignificante en cuanto a su relevancia con respecto al espacio en el que vive, y aún más insignificante con respecto al periodo de tiempo que le toca vivir. Su repercusión puede persistir a través de su familia, sociedad, cultura..., hasta que un antropólogo lo rescate, de donde el Olvido prevalecerá para hacer más insignificante aún esa relevancia. El sentido tiene caracter persistente, pero al combinarse con la idea de vida se desvanece en su insignificancia.

La razón para vivir tenía más sentido para mí, porque la razón es una motivación y el vivir es lo que adquiere el carácter persistente y eterno. La razón puede ser tan formal como el vivir, esos dos conceptos sí casan en relevancia. Así que si el sentido de la vida lo veía como la razón por la cual existe la vida humana, por ejemplo, la respuesta era de desprecio a nuestra insignificancia; y si por sentido de la vida se refería a la razón para vivir entonces yo le encontraba todas las motivaciones más increiblemente grandes del mundo.

Sin embargo anoche me di cuenta de que había una respuesta que se me escapaba a ese análisis: se le puede dar un carácter diferente a la cuestión, para darle un tono de seriedad.

El programa que he acabado por diseñar tiene muchos recovecos que podría ir resolviendo, podría probar a buscar un servidor que me permita colgar algo en react..., podría probar según qué proyectos, aunque antes tendré que recuperar mi portátil - otra vez me ha fallado el adaptador.

En cualquier caso, anoche se me cruzaron otra vez los cables. Habría sido mejor que se me hubieran cruzado por la mañana, cuando no necesito dormir, pero la calor es la calor. El viento no corría y tuve que rehidratarme unas cuantas veces..., con esa deprimente sensación de que necesitaré hacerle una pausa a mis proyectos por culpa de un adaptador viejo defectuoso que me vendieron..., o a saber. Lo que más te destroza son las incognitas, siempre es un descanso saber qué es lo siguiente que te va a pasar - por muy malo que sea. Es la incertidumbre la que te obliga a deleitarte en la depresión más profunda.

El programa que diseñé hace poco trataba sobre el deleite que permite a un telespectador convertirse de manera intuitiva en un director de fotografía ¡Cuántas veces habremos visto en esta relación el futuro del cine! Pero nunca se terminaba de encontrar la fórmula. No hay que olvidar la gran cantidad de películas interactivas que hay, donde te dejan un tiempo para decidir..., lo cual se ve demasiado artificial. No parecen decisiones ni naturales para el espectador, ¿debe ir por la puerta de la izquierda o por el de la derecha? ¡Qué pregunta tan poco trascendental! O, por el contrario, suelen hacer preguntas que desembocan en juicios ¿Dejarás que muera la niña ciega o no salvarás al niño paralítico? En cuanto decidas "mal" te llegará una reprimenda al descubrir que había un final "mejor". Y encima se supone que tenías que haberlo deducido porque eres "mala persona". Todo eso son errores. Y, por otro lado, si no se pueden hacer bifurcaciones intrascendentes, ni tampoco bifurcaciones que conlleven a un desenlace tremendamente informativo, ¿qué tipo de bifurcaciones se deben llevar a cabo? ¿Bajo qué enfoque se pueden crear esos esquemas de manera intuitiva?

El asunto es que me paré a pensar por unos instantes y me fijé en cómo mi idea de deep learning no encaja con lo que defiende la ortodoxia de mis colegas. Volviendo atrás mis esquemas, posiblemente, tengan un carácter ligeramente más dinámico - allá donde pretenden calcular y matar la necesidad de una red gigantesca que siga "aprendiendo" (falsando, según mi jerga) hay un proceso de adaptación al aprendizaje que no se está adquiriendo.

Todos los ensayos que leo sobre deep learning me saben muertos. No reviven el asunto en cuestión, y no se plantean la adquisición del lenguaje, un proceso de codificación tal como planteé muy someramente en un artículo sobre moralidad y ética que escribí y divulgué en medium. Esa adquisición nos ofrece registros y categorías, un esquema que se independiza de los modelos de Chomsky antes de que puedan ser invocados en el estudio semiológico. Y claro, el programa de javascript que trabaja el "deleite" se mueve bajo registros y sensaciones. Las sensaciones que quiere vivir el espectador se transmite mediante pesos, que son los pesos que mata el deep learning ortodoxo. Los ensayos ortodoxos de deep learning, a mi juicio, matan al espectador.

En alguna ocasión dos directores me lo preguntaron, creo que hasta tres o más..., ¿qué sentido tiene el poder elegir el ángulo cuando la función del director es escoger el mejor de los ángulos, la mejor de las historias posibles? Y me daba cuenta de que aún no habíamos teorizado del todo correctamente, aun quedaban intentos, pruebas, resquicios... Es como cuando salió el juego de los Sims..., el objeto del juego era ofrecer una idea conformación del jugador dentro de un mundo para que pueda vivir como dentro de él - sin embargo se diseñó de manera que el sim tuviera que ir a cagar cada poco tiempo, o se aburriera muy fácilmente. Más que sims parecían cagones bipolares. Readaptar los parámetros para que fuera más fácil jugar con ellos sería muy sencillo - pero también obligaría a tener que incorporar historias con un nudo mucho mejor desarrollado, o que las distintas bifurcaciones nos ofrecieran efectos más curiosos y sorprendentes. Casi diría yo que se optó por lo último, creando una gran cantidad de items para comprar y evolucionar el juego de casitas... A mí me habría gustado más que los desenlaces trajeran confrontaciones físicas, acción..., más como los muñecos de acción y de entrada a mazmorras. Algo así como la saga de los..., ya no recuerdo el nombre. Ese arcade superdifícil de Miyazaki... En cuanto llama mucho la atención luego la gente se olvida, para que la moda perdure tiene que hacer que las historias persistan - ¿por qué no consiguió hacer que distintos jugadores pudieran ver la manera de crear un mundo social en su juego? En principio sería posible pero, ¿es posible crearse un espacio dentro de ese limbo? Siempre a unos se les olvida montar la casa, y a otros montar el arcade.

Así que vuelvo a rayarme..., pero el tema central está en la gran pregunta. Saber qué es lo más importante exige dejar para todo lo demás las decisiones más inerciales. Poco a poco cada cual desarrolla la fotografía que quiere para su propia película, pero para ello antes debes matar al director.

En una buena película podemos encontrar las funciones de su autoría divididas: el productor es el empresario, el director es el artista principal, los actores, focos e iluminación son manejados por los especialistas que dependen del director, las estrellas, niños y mascotas exigen otro tipo de atención con sus correspondientes cuidadores que suelen comerle más el coco al productor. Al final los distintos autores conjugan una obra que, interpreto, es plástica y supone una ventana de alguna clase de realidad.

Es cierto que los espectadores tienen una motivación para ver las películas por un actor en concreto, o por babear mirando a su estrella favorita. Creer en el elenco o directamente en el director, puede que sea lo que motive al espectador. Así que es difícil poner a ninguno por encima de los demás. Sin embargo esto, la motivación, hay que ponerlo en contraposición con la elección del lugar donde se pone la seriedad del asunto.

Supongamos que quiero transmitir un mensaje, la cosa es: ¿qué medio o contexto debo fabricarme para que el mensaje llegue a su destino? Podemos crear una historia fantasiosa, para transmitir las reglas del sistema, o se puede crear un documental para exponer las cosas directamente. Si mostramos las reglas del sistema cada cual se fabricará su idea por dentro, como pasaba con los diálogos de Platón, historias falsas que ayuden a recrear el mundo de las ideas en quienes presencien tales diálogos. Sin embargo, detrás de una historia falsa existe una pretensión, se pierde la seriedad de la objetividad y su relevancia. Cuando se escoge un documental observamos lo contrario, nos lo dan todo mascadito y se pierde la posibilidad de deleitarnos en sacar nuestras propias conclusiones, salvo que pierda en coherencia.

Son dos tipos de techos de cristal, que en realidad vuelven a desdoblarse dependiendo de la naturaleza de la obra. Si nos damos cuenta esto no puede ser un problema si el propio lector/espectador decide en todo momento qué es lo que quiere ver: si un documental o una historia fantasiosa.

Las historias fantasiosas suelen crearse solo por entretenimiento, y los documentales suelen pensarse para hacer pensar; pero es posible que se mezclen los conceptos. De hecho, no es difícil imaginar que una película se piense para el entretenimiento, pero entonces entre los espectadores bien podría alguien verla como un reflejo de algo que le sucedió personalmente - por lo que la película se convierte en algo personal muy emotivo. Para que una historia llegue hasta la "patata" se debe conseguir enganchar a la audiencia en un proceso muy oscuro de manipulación..., el director dirige una película, pero podría hacer creer que quien la dirige es el espectador; el guionista escogió unas deciciones, pero podría parecer que quien escoge es el espectador..., y así, que si aparece un perro que fue contratado, que pareciera que fue el espectador el que escogió a ese perro... En definitiva, el programa debe ofrecer las políticas que permiten escoger y darle peso a unas cosas frente a otras, siendo preferencias personales.

Y si nos damos cuenta, el que el espectador tenga la sensación de estar dirigiendo, produciendo, decidiendo, eligiendo..., todo eso es lo que hace que quede enganchado. Enganchado a esa ventana de la vida: es el sentido de la vida.










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