miércoles, 20 de julio de 2022

Desarraigo Necesariamente Criminal. El apadrinamiento forzado

Hoy voy a tocar un tema aún más perverso y oscuro que se encuentra en el alma de muchas personas. De hecho, bien se haría comprendiendo que en ocasiones la filosofía se convierte en una herramienta para entender el Derecho, así como la Psicología..., de ahí la Criminología. Cuando mencioné el desarraigo en mi entrada anterior hablaba de una conducta éticamente reprobable, sin embargo existen comportamientos que pueden poner en jaque la convivencia de cualquier clase de sociedad, esa clase de desarraigos son necesariamente reprobables en cualquier modelo de convivencia.

Lo criminal está asociado con el comportamiento sociopático, que no quiere aceptar unas leyes. Sin embargo, la ley podría estar desarraigada del ser humano, por lo que cumplir la ley podría ser lo criminal. Lo necesariamente criminal hace referencia a que ningún estado de derecho podría considerar no criminal ese comportamiento. Y decimos que un estado es de derecho cuando tiene leyes y las cumple con coherencia. La idea de la necesidad de un estado radica en la existencia de leyes aplicadas de manera relevante para la vida de las personas, esto es: que estas personas vean en el estado la seguridad jurídica que necesitan para su vida real. En la medida en la que el estado se compromete a crear fingimientos se convierte en un tipo de criminal un tanto especial: se trata de crimen organizado.

¿A qué podemos llamar al que te obliga a depender de él como si tú fueras una persona desarraigada y como si sus castigos que aplica hacia ti fueran actos de paternidad y sus regalos fueran agarres necesarios para que se valore la convivencia? Lo que tenemos es un estado de apadrinamiento forzado, personas que viven en régimen de esclavitud en su estado posiblemente más laxo - aunque sigue siendo criminal.

Cuando Marx quiso hacer recuperar el protagonismo a los trabajadores lo que en realidad intentaba hacer era mostrar que el trabajo proletario era una forma de esclavitud, y que el trabajador era como una víctima de alguna clase de extorsión. Haciendo mejor o peor los cálculos, el problema de la esclavitud consiste en que se quiere relativizar - cuando lo que debería de buscarse son las cadenas, el látigo y los harapos. Porque las cadenas es lo que te impide marcharte, el látigo es lo que demuestra que no se está porque se quiere y los harapos lo que nos dice es que las condiciones personales que consigue con ese contrato no son dignas. Esa clase de situaciones son los contraejemplos perfectos de la mano invisible, y deben ser abordados - nunca negados. 

A medida que pasan los años algunas personas vuelven a tener la vida resuelta, e intentan hacer creer que ha sido por sus méritos - no por alguna clase de suerte u oportunidad. Tener la oportunidad de haber nacido en la familia correcta, o de haber aprovechado alguna clase de amistad. Engels ya lo comentó: cuanta más importancia se le da a la familia la meritocracia y la justicia se verán más perjudicadas. Se trata de una crítica al nepotismo; la idea es que si los que están en las posiciones más altas son los mejores entonces éstos podrán hacer que el resto vivan mejor, como si fueran los genios de la lámpara.

Pero claro, luego están los jins, los genios perversos ¿Por qué frotar la lámpara para que escapen los genios perversos? Lo ideal sería que asciendan los que tengan vocación.

Pues bien, existe un comportamiento en el ser humano que provoca que en ocasiones gusten de crear lámparas gigantescas de cristal donde se encierra a muchas personas, éstas se convierten en sus trofeos y no las dejan escapar. Para ello crean una situación de fuerte arraigo hacia el interior de esa lámpara mediante relaciones tóxicas de dependencia hacia el interior. De vez en cuando se genera caos, muy probablemente porque el dueño de esa lámpara sea un sádico, y quiere sentir el poder de controlar el entorno. Es el padrino, y quiere sentir la sensación de ser el poderoso, razón por la cual de manera ininterrumpida lleva a cabo actos de demostración de poder sobre su dominio. Y cuanto más daño haga más poder sentirá, mayor satisfacción... Como el poder no existe, la única forma que tiene de sentir la satisfacción es mediante la competición que gana a sus semejantes - competición que si es real, hablaríamos de un verdadero sádico en una relación sociopática con rasgos psicópatas. Es decir, en cualquier clase de sociedad este tipo de comportamientos deben ser perseguidos por su carácter criminal y liberar a los genios que hay ahí encerrados.

En la sociedad en la que vivimos suele haber muchos casos en los que estos comportamientos se repite. Se da especialmente en el machismo. Lo vemos en los roles de género, donde se espera que solo los hombres puedan hacer algunas cosas y las mujeres otras. Es una forma de obligar a crear familias y optimizar la fisiología de unos y otras, así como para aumentar la confiabilidad de la economía. Con la llegada del feminismo se empezó a cuestionar los roles de género, pero el feminismo radical sin embargo suele buscar nuevas formas de apadrinamiento forzado - no quieren resolver el problema en sí, destruyen unos techos de cristal para crear otros nuevos, mucho más reforzados. Este es el precio por ser socialdemócratas: los que resuelven los problemas no pueden permitirse el lujo de que la fuente de sus ingresos desaparezca.

Socialdemocracia significa elegir a un representante que te apadrine de manera forzada para resolver los problemas de tu grupo de presión. Si el representante decide hacer un acto altruísta contigo y resolver tu problema solo a cambio de unos votos sospecha, porque lo que realmente quiere es mucho más: que es encontrar a su némesis para mantener una discusión eterna y así hacerse crecer mutuamente en sus relativos partidos políticos - ganar poder a través de su voto interno valiéndose de los médios de comunicación. Es decir, la socialdemocracia es una fórmula que capitaliza los principios y la representatividad, para al final compensar antes al criminal que al altruista que solo pretende ganar votos. Y esos comportamientos no se pueden perseguir desde la posición de que la participación se lleve a cabo con partidos políticos como eje central. La participación ciudadana debería de ser lo más directa posible, los representantes no rendirán cuenta por lo que hacen aunque cumplan con sus promesas.

También observamos apadrinamientos forzados en el seno de las administraciones públicas. Lo observamos en inspectores de Hacienda que se inventan las multas, en policías que detienen a varones supuestamente agresores incumpliendo las ordenanzas, en jefes de estudio que ejercen de directores y que desvían la atención de los problemas para controlar la disidencia... Hay demasiados casos, denunciados en balde, donde aparecen cabezas de turco, jueces corruptos y prevaricadores que se identifican con los padrinos, así como altos funcionarios colocados a dedo por partidos políticos que se sienten más cómodos con el lenguaje del apadrinamiento.

Y cuando el estado ya no es de derecho por necesidad estamos ante un estado policial, dictadura institucionalista..., tiranía.



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