miércoles, 1 de junio de 2022

Realidad contra postmodernidad prácticas

Me he despertado a mi hora esta mañana con un enorme pesar: quería escribir sobre esto, pero no va a ser sencillo ¿Quién dice que seré capaz de sintetizar todas las ideas de manera ordenada para exponer todo lo que tengo en mente?

Empezaré en el orden cronológico que me dió esta mañana...

Hace unos días tuve, junto con otros tantos usuarios, una entrevista virtual con una empresa que se dedica a hacer auditorías. Ese mismo día decidí, tras la entrevista, postularme - pero entonces descubrí que yo no tenía el perfil..., así que me postulé de manera genérica y recibí un correo de respuesta agradeciéndome mi oferta pero que, efectivamente, lo que ofertaba no les interesaba en ese momento. Ok, pero este post no va de ofertas.

El asunto es que en esa entrevista el director encargado propuso un caso práctico, un ejercicio mental. Así, frente a un dilema, podrían los usuarios virtuales ser partícipes y mostrar su valía... Vamos a ver si me expreso correctamente...

Éramos, junto con el conferenciante, y me supongo que la conferencia estará grabada, unos cinco o seis postulantes. Pero solo activamos el micrófono dos personas. De hecho, por las razones que detallaré más adelante, la otra persona no tuvo más remedio que repetir lo mismo que decía yo. A penas tuvo margen... Pero no porque no se lo permitiera, sino porque sorprendentemente, dentro de mi ámbito, yo tenía razón - dentro de mi sinrazón. Pero éste no es un post para justificar mis errores.

La propuesta que se dio fue una transformación secreta del accidente del Challenger, cuando el trasbordador espacial explotó. El error (que probablemente) cometió el conferenciante es que creyó que estaba entrevistando a cosmopolitas modernos, y no a postmodernos. Mi compañera, que me repetía, creo que era auténtica - no era una plagiadora, incluso llegó a replicarme para tener una oportunidad. De hecho, lo que me gustó de ella era que no era postmoderna. Ahora bien, ¿por qué nadie participó salvo nosotros?

La cosa es simple: el dilema tenía una dialéctica donde seguro que todo acababa mal ¿De qué sirve montar un dilema si luego no puedes decir que el que se arriesgó salió perdiendo? Lo maravilloso de todo esto es que YO LO SABÍA, y aún así di la respuesta incorrecta. Pero no porque no me quisiera postular, sino porque quería entrar en el juego - arriesgarme.

Es cierto que en ocasiones es más adecuado parecer un tonto antes que demostrarlo, y ése es un principio Fundamental en la postmodernidad. Sin embargo el dilema era justamente sobre esto, y solo sobre esto: una carrera de motos, un motor que en ocasiones fallaba y dos puntos de vista que se contraponían. A partir de los datos presentados teníamos un proyecto millonario que empujaba hacia adelante, y solo un mecánico que cuestionaba la continuación sin haber demostrado (desde mi punto de vista) sus resultados. 

Era un buen dilema. Pero cualquiera que sepa dialéctica entiende que en esa conferencia tiene más fuerza elegir un dilema que acabe mal y, por tanto, todos los postmodernos debíamos saber que la intención era acabar con un epílogo impactante - aunque ninguno supiéramos que se trataba del trasbordador espacial. Por eso prefirieron no abrir la boca: porque todos se dieron cuenta de que los datos apuntaban a continuar el proyecto, arriesgarse, avanzar... "No hemos llegado hasta aquí para luego dejarlo todo", decía yo..., y poco a poco se me quebraba la voz porque sabía que él me iba a dar un giro. Aunque, claro, lo más gracioso es que es imposible que yo pueda demostrar que sabía que el tipo de dialéctica debía acabar mal. Más bien, si esa empresa leyera este post consideraría estas reflexiones más como un berrinche, una manera de ganar de alguna forma..., pero no me importa. Me sirve muy bien para explicar lo que es la postmodernidad.

El asunto es que no lo veía; sabía que me iba a dar un quiebro, pero no sabía por dónde. El director fue dando pistas, para que los dos únicos con valor de pronunciarse al menos tuvieran la oportunidad de darse cuenta del error. Pero no pillaba las pistas - seguía sin verlo. Eran muchos datos, y no había ninguna razón por la cual un mecánico suelto tuviera más fuerza que todos los implicados en el proyecto. Y, claro, los datos estaban ahí: ¿qué combinación había que aplicar en su interpretación de matemática aplicada en ese momento para descubrir la frase mágica?

Efectivamente, era un problema de foto pequeña y foto grande; más en concreto ya expuse un post en este blog relativo al F1-score, y si lo hubiera tenido más fresco podría haberlo mencionado. Es el problema de asistir a una conferencia sin haber investigado previamente al conferenciante. Si hubiera investigado al conferenciante probablemente le habría dejado de piedra - pero entonces no estaría escribiendo este post. Simplemente le habría parecido brillante, pero nada más; dudo que eso me garantizara un puesto de trabajo.

Al investigar la empresa para postularme comprobé que, efectivamente, estaban buscando expertos en motores; gente que fuera capaz de auditar, posiblemente, para carreras de motos. Es decir, un postmoderno puede tener una conversación de lata basada en la estadística, y ofrecer una manera brillante de defender su postura - pero lo ideal habría sido encontrar a alguien que hable de carburantes, cilindradas y cosas de esas... En cierta manera me alegro de no haber entrado en el juego. Fue un alivio. Lo que pasa es que no había nadie que fuera realmente experto en "motos".

Básicamente esa es la diferencia entre realidad y postmodernidad: la gente no trabaja, hace como que trabaja. Se virtualiza el trabajo, lo cual no permite constituir una realidad. Y los que no viven la realidad se mueven como en agua de borrajas. 

Esos señores acorbatados fingen ser expertos en unas cosas o en otras, cuando en realidad lo que sucede es que han capturado de manera artificiosa el lenguaje del experto. Como si fueran máquinas han correlacionado resultados con decisiones, y la postmodernidad ha convertido al profesional en un sujeto que debe aspirar a pensar como una máquina.

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Creo que me he dejado el 99% de las cosas que tenía pensadas en el tintero. No he mencionado Byung Chul Han, no he contradecido a Bauver..., cuando las piensas a primera hora de mañana todo confluye mejor. Bueno, si vuelve a emerger, lo pondré por escrito.







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