Ésta, empero, puede que sea la entrada más difícil. No sé cómo saldrá..., ni si saldrá.
Estos últimos días sin publicar nada en el blog las voces que claman escapar y que por un tiempo conseguí aplacar escribiendo una novela..., hasta quedaron clasificadas en 24 voces diferentes..., me están pidiendo a gritos que escriba, al menos, una nueva entrada. Esta entrada.
Y es que han pasado como unos veinte años, y aún me sigue resquemando el comportamiento de mis compañeros de universidad: los veía mirando la pantalla, sin hacer nada, me ofrecía entonces a hacerlo yo, que si se iban a quedar mirando prefería encargarme yo..., pero me decían que no, que esa era su obligación. Era la Obligación frente a alguien como yo: jamás admitirían que yo pudiera hacer lo que para ellos era algo complejo, difícil, cansado... Les corroería descubrir cómo les desplazaba.
Unos años después tuve la oportunidad de repetir la escena: éstos eran compañeros de instituto de formación para ser instalador electricista; el profesor había fingido que nuestro trabajo estaba sin hacer del todo. Así que en cuanto le pedía al compañero que me dejara..., fue cederme el asiento, y todo fue como la seda. Se quedaron perplejos, porque al parecer no sabían que se podía trabajar tan rápido. Efectivamente, los que ya me habían visto trabajar tenían problemas con dejarme suelto.
¿Qué pasa cuando descubrimos que hay una persona que podría sustituirnos en todo y, al mismo tiempo, es más joven, o es más nuevo, y parece que nos sobrepasa?
La gente ocupa sus puestos como por Obligación. Se crea una orgánica para que ocupen posiciones, y creen la apariencia de trabajar. Esto mismo pasó con la relación entre Édison y Tesla. Tesla era el nuevo para cuando se conocieron, y quien tenía razón frente al otro en sus discusiones más fundamentales. Edison bien podría haberse puesto a un lado para cederle a Tesla el reconocimiento que merecía; pero cuando a un liberal de los de ahora le planteas ésto, automáticamente lo tiene bien claro: Édison tenía una Obligación de acabar con Tesla, así como lo tuvo el banquero Morgan. Se trata de la misma Obligación; no la tienen realmente, salen perdiendo por llevarla a cabo, pero no lo saben - creen que están obligados porque formalmente les corresponde actuar así.
Todas las civilizaciones, terrestres o extraterrestres, tienen que pasar por cuatro tipos de revoluciones. Una detrás de otra. Son como cuatro grandes historias que se van conformando para que la civilización adquiera forma. Una revolución no es una revuelta, sino un cambio radical; cuando se da una auténtica revolución lo que es imposible es fingir que no está pasando.
Básicamente: revoluciones del neolítico, bronce, socialdemocracia y paz social. La primera es simple, el paso de los nómadas al sedentarismo. La segunda se construye con la historia y los mitos de unas personas que encarnan los maximales, la nobleza. La democracia, con la revolución francesa en nuestro caso, supone el cuestionar el papel de la aristocracia, de los cánones establecidos. Pero la paz social aparecerá cuando los gobernantes, los poderosos, etc..., sean los que tengan más mérito, los mejores en algún sentido.
La socialdemocracia vive su zénit en la postmodernidad: la respuesta reaccionaria para que no se intente evolucionar a una democracia. Se crean instituciones donde los integrantes deberán ocupar una Obligación. Las personas fingirán que llevan a cabo alguna clase de cometido, todo muy kafkiano. Para eso la clase fiscalizadora se encargará de denunciar a quienes no lleven a cabo su Obligación, pero por alguna razón extraña no están por la labor de mostrar cuál es la obligación material que le corresponde a cada uno. Al final hay una cierta tendencia a defender el corporativismo, la hermandad, la sororidad..., etc.
La modernidad, en su estado más líquido, plantea la posibilidad de elevar a los mejores. Enfoca su mirada en los más competentes y centra su atención en lo que funciona. Ese mundo hace años fue abandonado por querer defender figuras mucho más patrióticas como la de Édison. Menos comunistas como Tesla, que pretendía globalizar la energía para hacer que las empresas adquieran más líquido y produzcan más ¿Quién se equivocaba? ¿Acaso no ganamos más cuando es el estado el que se encarga de las carreteras? ¿No deben mutualizarse recursos como la información también para tener gente formada y con altas espectativas de consumo? ¿Qué podría pasar si las patentes y las ideas no fueran realmente públicas y accesibles para todos, y así corroborar su uso? ¿Qué podría pasar si las riquezas no se supieran compartir para que fluyan entre todos los ciudadanos y cuantos más mejor? Morgan no supo ver la revolución de la modernidad que planteaba Tesla.
En los relatos de Lovecraft, Nyarlathotep era como la figura de Tesla. Satanizada, olvidada en el abismo de la postmodernidad. Dentro de la farsa de la realidad que vivimos Nyarlathotep vive una suerte de comunicación con el demonio de poder insondable Azathoth, que vive en la inmensidad del espacio para valerse de unas problemáticas para las cuales ningún ser humano albergará inventiva suficiente como para plantearse nada que pretenda compararse.
La modernidad nos ha traido el satanismo literario, que desarrolla unos mundos que evocan a las grandes revoluciones de la humanidad. Así lo podemos observar en los escritores que rescataron tanto a Nodens como a Hastur. Nodens era el dios de la caza en países nórdicos, y fue rescatado en esta mitología moderna como el demonio que aguarda el abismo. De esa manera se vale de sus herramientas para vagar por el abismo y proteger a quienes puedan caer por él, víctimas de sus criaturas; víctimas de la falsedad.
Lovecraft consideraba que Nodens era el rival de Nyarlathotep, pues no permitía que los malvados influjos postmodernos de ese demonio pudiera acabar con el reinado de Nodens y su benevolente protección al mundo material. Difícil de entender cómo un demonio se vuelve bueno o malo. Nodens nos lo da todo, nos protege del mundo espiritual y nuestra inclusión en los designios universales. Hoy día, ¿acaso los terrícolas tenemos derecho a saber de extraterrestres, cuando estos navegantes siempre pueden ser susceptibles de ser negados y cazados por Nodens, nuestro amado protector? Las brigadas que nuestro protector tiene nos protege del exterior y sus horribles demonios que intentan colarse en el abismo.
Pero, a mi juicio, el verdadero enemigo de Nodens no es Nyarlathotep, es el mismísimo Hastur - el dios de los pastores, el jinete del hambre y la peste, el rey amarillo. En mi novela de "Luces y espectros" calculé mis personajes desde un punto de vista diferente; mis mensajes satánicos son más atávicos.
El dios de los pastores se enfrentó contra el dios de la caza en los primeros años; se trata de la primera revolución: en la Tierra fue Caín contra Abel, Caín es Nodens y Abel es Hastur. Cuando Nodens derrota a Hastur se hace rey de la Tierra y ésta se convierte en su condena: el abismo. Todo lo que es Nodens es su propio abismo; el maximal que tiene que ver con el ente corresponde con el propio lugar. Por eso, otro error que comete Lovecraft en su mitología fue separar a Cthulú de Nodens; ambas deidades están condenadas a ser la misma - es un poco de lógica de mitos. Pero vamos, ya me tocará explicar cómo funciona esa clase de álgebras...
Los mitos que son realmente válidos son los que están destinados a convertirse en memes, la capacidad no tanto de crear una buena historia, sino de estructurarla de manera que transmita la necesidad de replicarla. Y esto mismo sucede con la historia del rey amarillo, que por supuesto versioné en mi novela de manera implícita - si me hubiera atrevido a ser demasiado explícito muchos no me lo habrían aceptado. Es decir, los propios satanistas y la manera que tienen de ver al mismísimo Hastur me habrían mirado como un alucinado que pretende adelantarles, su Obligación habría sido boicotear mi trabajo. Es decir, el hermetismo forma parte de los elementos estructurales que fomentan el meme.
Ahora bien, alcanzada la paz social no es de extrañar que será resultado de la liberación de los cuatro reyes para confrontar su apocalipsis ¡Uf! Esta frase no es propia de este blog, es más propia del blog de "Explicaciones de Luces y espectros". Pero ya dije que esta entrada sería la más difícil: ¿cómo se supone que voy a ser capaz de ser explícito con lo más complejo?
En cualquier caso, ahora explicaré la primera de las revoluciones: un nómada que pastorea animales se encuentra con un sedentario que acota su territorio y caza en él. De ahí nace dos tipos de confrontaciones: ya sea por su relación con un ancestro común (pueden ser hermanos de un mismo padre, o provenir de unas mismas normas que ambos respetan), o por la relación con su inferior (los animales: no es lo mismo cazarlos que domarlos). De ese conflicto debe perecer el nómada en manos del sedentario, porque de lo contrario no podríamos hablar de civilización.
Bueno..., suficiente hasta aquí. La literatura satanista tiene por objeto encontrar las estructuras que son más morbosas en la gente, y estas estructuras corresponden con lo que nos mueven y motivan las revoluciones. La postmodernidad fue un movimiento reaccionario que enganchó a la sociedad para que no pudiera seguir progresando a la última de las revoluciones, la que acabaría con la idiocia generalizada.
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