Ahora mi bicho ya es capaz de adaptarse a la primera fase de adquisición de reglas sintácticas; tengo el proceso automático que debe seguir a la hora de ir leyendo, aunque no me gusta del todo porque hay aires de imperfección (tengo que repetirle el corpus para que asimile las dependencias de reunión). El lenguaje que hay que manejar para manejar la gestión del lenguaje será por histogramas/enegramas. Lo tengo todo previsto, y todo encaja perfectamente. En la siguiente fase de adquisición le meteré las reglas de tres que permitirá al bicho crearse el caso adecuado para cada núcleo...
La verdad es que no me hace mucha ilusión.
Leía cosas como "a quien le gusta el fútbol le gusta el fútbol"..., era muy obvio, pero al menos conjugaba, declinaba..., parece que funciona.
Lo que me ha marcado esta mañana es el hecho de que viniera un pedido y la repartidora se equivocó con un par de cajas. Entonces llamé, el directamente responsable no me cogía el teléfono, volví a llamar - nada. Así que tuve que llamar a central y me quedé esperando. Al llegar la repartidora me dijo que me había intentado llamar porque al parecer también se había equivocado con el expositor: me dio uno más grande. Y justo para cuando le dio por aparecer con el camión yo ya estaba rompiendo el expositor anterior. La excusa de que no daban con mi número...
Al final, ese regalo que me habían hecho (un nuevo expositor) provocó que perdiera espacio para mostrar mis productos. Vamos, que he salido perdiendo. Aunque, por lo menos, ya me he quitado el expositor viejo - que podía empezar a dar problemas.
Eso de que se equivoquen y no asuman los costes por su error no está bien. Claro, en cuanto vi cómo trabajan me dio por decirle a la repartidora que debía devolverme la propina que le di de más..., pero no se lo dije - en el fondo no creo en el capitalismo.
...
Eso es principalmente lo que me ha estado haciéndome comer la cabeza. Ahora debo pensar en cómo voy a cargar con todos los cartones hasta el centro de reciclaje - supongo que podré solo, aunque parecen muchos cartones, y muy pesados.
Todo esto ha sido la mala suerte. Un día con pocos clientes, aunque siendo primeros de septiembre no es llamativamente poco. Y vuelve a darme de pensar de si, una vez vueltos a la normalidad si la gente volverá a comprar en mi tienda tal como parece que se iba a disparar todo en febrero. Aunque lo que a mí me gustaría es poder tener cualquier clase de excusa para marcharme, y a un país donde me acojan y encuentre una buena razón para estar ahí. Un país donde pueda asumir la mala suerte y donde cada vez que haga algo interesante me haga sentir especial - lo que soy realmente.
Lo único que hago aquí es quedarme mirando en la inopia mientras observo cómo va pasando el tiempo y tengo conocimiento de otro año que pierden los que deberían de estar haciendo algo.
Aviso a navegantes, nos acercamos a una de las singularidades más atroces - peor que una pandemia. Nos acercamos a una situación de emergencia medioambiental, que provocará efectos devastadores sobre la economía y, de ahí, a otra crisis financiera. Si la crisis financiera la pagan los más pobres, poco a poco se irán revolviendo más y más, porque la emergencia medioambiental hará imposible que los más ricos puedan vivir salvo debajo de un búnker; ¡y vete tú a saber quiénes querrán encerrarse con ellos cuando tienen mucho por vivir fuera del búnker!
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