lunes, 6 de septiembre de 2021

El trabajo que rechacé

Unas semanas antes de que se declarara la pandemia, o un par de meses - no sé, hice una entrevista de trabajo por teléfono en inglés. Si hubiera pasado la entrevista entonces la pandemia me habría pillado en el extranjero, y otro gallo habría cantado en todo lo que ha estado sucediendo.

En cualquier caso, a pesar de que entendí palabra por palabra lo que me decían por teléfono, y de que tenía el currículo en inglés delante de mí, algo me bloqueaba. Y no podía bloquearme mi nivel en inglés, ni tampoco mis ganas de trabajar en lo que se ofertaba - para ambas cosas tenía nivel de sobra. Algo me frenó, provocó que se me congelaran las ideas. La entrevistadora concluyó que yo sería el candidato perfecto, salvo por ni nivel de inglés - que para cuando mejorara ese nivel que lo intentara de nuevo.

Poco importa el nivel de sinceridad de la propia entrevistadora, cuando un candidato no es de interés lo más inteligente es decírselo de la manera más suave. Así que probablemente jamás tenga una oportunidad como esa, o posiblemente la vuelva a tener precisamente porque en una ocasión fui capaz de dar con una oferta así y, en este tiempo, he podido ofrecer resultados aún más interesantes... Sea como fuere, lo que a mí me llamó la atención fue la razón por la cual me congelé, fui incapaz de tener una conversación. De hecho no habría importado lo más mínimo las preguntas que me hiciera o si las hubiera hecho en castellano mismo. Me daba la impresión de que una parte de mí me pedía que saboteara la entrevista, ¿miedo?

La empresa no parecía falsa, la oferta parecía real; irme de España sería todo ventajas: me escapo del carácter errático de Hacienda, la corrupción tóxica de las instituciones europeas, me aislo de las personas un poco con la excusa del idioma, empiezo de cero, me obligo a ser independiente... ¿Es eso lo que rechacé? ¿Hacerme independiente?

Tenía mi tienda llena de cachivaches, mis deudas pendientes, el que mis asuntos no podían ser cubiertos si no es a través de mí..., todo lo que me ataba eran memeces ¡Cuántas veces habré visto mi "Gran Biblioteca" arder! Y me he repuesto fácilmente. Si puedo reponerme de mi tecnología, de mis ideas..., ¿cómo no voy a reponerme de esos otros cachivaches que sólo son cosas que acumulan polvo?

Existe la creencia de que las cosas te hacen, te definen. Lo racional es negarlo, razón por la cual buscas trabajo para irte cuanto antes. Pero, por otro lado, está el hecho de que no has terminado de desintoxicarte de toda esta mierda. Porque por muy malo que sea, el vicio siempre es posible. Se trata de la comodidad, lo malo conocido, el no saber a qué tendrás que atenerte, asumir que no hay forma de luchar contra la corrupción europea... Todas esas cosas. El dejar las cosas atrás y morir para muchas personas que conociste en el pasado. Pero claro, para muchas de esas personas ya es como si estuvieras muerto - técnicamente no estás matando a nadie.

Pero ese fue el delito que cometí: no querer despedirme de mi anterior vida. Y eso es porque en el fondo para mí esa entrevista no sería más que otra entrevista falsa donde las posibilidades de conseguirlo serían nefastas. Sin embargo, ¿acaso esa mala impresión no puede ser recubierta por mi talento? ¿Realmente no soy capaz de crear un pincel por mí mismo? Si lo hacía sabía que volvía a ser víctima de las instituciones españolas - que los envidiosos de siempre volverían a atacarme, de una forma o de otra.

No tengo nada que ofrecer, ni futuro en este país. Pero me acosan. Estoy en el peor sitio donde puede estar nadie: autónomo y de una institución gestionada por personas que no son trasparentes y que incumplen la ley de manera pornográfica delante de las autoridades sin que ninguno de los competentes hagan nada. Visto así, prefiero vivir en un país donde no pinte una puñetera mierda; y poder acudir a los nativos para que sean ellos los que me protejan debido a mi incultura. Saber demasiado deprime, sobretodo cuando estás solo.

Abro nuevos proyectos de futuro, pero si no me despido de esta mierda de vida, que es el único hilo que me mantiene cuerdo a seguir haciendo lo único que vengo haciendo, entonces difícilmente podré hacer una entrevista convincente. Y el caso es que no sé si me estoy haciendo la víctima o si, por el contrario, es cierto: ¿acaso no tengo el perfil de esa clase de gente que acaba suicidándose o, por el contrario, vivo en la completa inopia satisfecho por cada cosa que hago y pleno sin retos que me parezcan realmente interesantes como para compartirlos con nadie y con muchas ganas de llamar la atención? ¿Cuál de los dos lobos es el que estoy alimentando? Pues el caso es que uno de los dos lo veo bastante gordito.

Siempre me quedará volver a encontrar otra oferta parecida, usar mis superpoderes para autopromocionarme en una empresa extranjera y, en vez de intentar publicar nada, usar mi supertecnología para venderme y trabajar en el extranjero.

Parece un plan.

Si puedo crearme una agenda de plan de huida que me permita irme de un día para otro será como cuando pruebas a despegar las suelas de tus zapatos del suelo, para comprobar que no están pegados al alquitrán o al barro. No tendría que irme necesariamente a un país de habla rara y contarles una historia compleja si, al fin y al cabo, iba a encontrarme la misma empresa y los mismos problemas de encontrar residencia. No tendría sentido. De hecho, el complicarme tanto puede ser un buen signo de que he estado alimentando al lobo incorrecto.

No me sirve de nada hacer grandes descubrimientos, si ese camino me lleva a la indigencia o a la cárcel. Cuanto antes me vaya de este país tan errático, tóxico y corrupto mejor.

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