martes, 7 de septiembre de 2021

El conocimiento compartido como un acto egoísta

Existen muchas disciplinas que obligan a que los conocimientos no puedan compartirse, ser trasparentes y avanzar dentro de un punto de vista científico. Una de esas disciplinas es la economía liberal, esto es: plantear la economía desde el punto de vista del libremercado.

Cuando se plantea la economía como un conocimiento que te puede hacer rico, debido a la especulación financiera, automáticamente el profesor de ese área de economía pasa de ser un científico a convertirse en un propagandista. Es decir, el científico busca compartir su conocimiento porque es de conveniencia suya personal que sus colegas adquieran la máxima información posible, para así crecer. Sin embargo el propagandista recuerda más bien a los gurús religiosos: necesitan albergar algún conocimiento especial que les permitan proteger la verdad para obtener alguna clase de ventaja social.

Los gurús religiosos es posible que hayan descubierto que su dios no existe, que el rito religioso no les lleva a sus feligreses al triunfo, que poniendo un dinero en el cepillo no van a ser más felices..., pero escriben libros muy interesantes, donde la gente se siente como mejor. Los feligreses de esos gurús se dejan su sueldo, invierten, en toda la propaganda lanzada por esos gurús esperando obtener alguna clase de beneficio personal. Y no es de extrañar que, en parte, el Pueblo deba preocuparse de esta clase de vicios.

Las drogas sólo benefician al camello. Bien podría beneficiar al paciente cuando el camello no es sino el médico o farmacéutico que las receta ante la aparición de alguna clase de dolencia, por el carácter inexorable de la degradación del cuerpo con el paso del tiempo.

Es por ello que suena extraño que se estudie religión en la universidad, cuando corresponde estudiar teología, historia de las religiones, filología, literatura religiosa, etc... De la misma manera, suena extraño que en una universidad la economía liberal tenga sus asignaturas, y no tengan herramientas para llamar a un propagandista lo que es, en vez de profesor. Cuando vemos un cura dando el sermón, ofreciendo una visión de parte - un objeto subjetivo lleno de dogmas, lo ideal sería poder etiquetar la asignatura para que el estudiante sepa de antemano a qué atenerse: si le vale o no la pena tener que pasar por algo tan sucio. 

Lo mismo pasaría si te matriculas de historia moderna y el profesor empieza a meter loas a Hitler. Poco a poco empiezas a sospechar que esa conspiración judeomasónica posiblemente no tenga mucha base científica, pero claro: el profesor es él. No podemos llamarlo propagandista, no tenemos herramientas para eso, según parece. 

Una buena herramienta para saber si lo que nos están metiendo es contenido científico o si es propaganda es lanzando una pregunta: el conocimiento que me ofrece, ¿estoy obligado a compartirlo si fuera egoísta? Porque si es que sí entonces está claro que es un conocimiento universal que va creciendo. Pero claro, lo mismo parece la propaganda: ¿acaso la propaganda me va a hacer ganar?

En realidad podemos observar que hay muchos tipos de propagandas: donde las hay sinceras, se ve el beneficiario y, por tanto, el que la comparte es un tonto altruista. Sin embargo las hay bastante más sibilinas, donde el beneficio de la comunidad reside en que sólo hay beneficio mientras exista la comunidad. Esto es, por tanto, una droga: cuanto más la consumas más beneficio te reporta - pero todos debemos tomarla más y más. Los realmente beneficiarios de esa droga son los camellos, los que parten y reparten la propaganda.

Ahora bien, ¿sólo porque beneficia a sus camellos eso quiere decir que la propaganda es falsa? ¿Acaso nuestro criterio de demarcación nos obliga a tener que rechazar la propaganda como una afirmación anticientífica? Pues bien, dentro del método científico nos encontramos con la apreciación de que si al científico le conviene transmitirnos esa información es porque existe un conflicto de intereses: es decir, nuestra experiencia nos dice que existen los conflictos de intereses.

¿Nos podemos fiar de un estudio de los efectos del tabaco cuando son las propias tabacaleras las que dan fe de esos datos? Interesa, por tanto, reconocer quiénes dan fe de los datos y de dónde se extraen los silogismos para darle mayor o menor credibilidad al documento. Es algo sabido, y uno de los logros más consistentes a día de hoy.

Por tanto, todo apunta a que realmente podemos poner a la propaganda en una posición inferior con respecto a la ciencia a la hora de aseverar afirmaciones, hasta el punto de que debe surgir la duda: ¿pudo haberse creado el mismo documento evitando propagandas? Porque si es así, ¿por qué elige la propaganda por encima del método científico? Es decir, esa es la segunda cuestión que hay que plantearse: si pudo haber evitado ser poco trasparente y no lo hizo entonces lo más probable es que lo que esté haciendo sea manipular. Y el que manipula lo más probable es que esté mintiendo.

Y creo que mis silogismos son ortodoxos. Creo que no he llegado a afirmaciones difíciles. De ahí nos lleva a una cuestión: si sabemos que la economía liberal implica un conocimiento que no debe ser compartido entonces, ¿por qué se defiende ese modelo económico en la universidad?

Podría parecer que me he tenido que equivocar en algún punto, pero no es así: realmente el anarcoliberalismo observamos que es incompatible con la ciencia. Eso que es el libremercado y el estudiar técnicas para financiar empresas no puede ser compartido, por lo que los profesores: ¿qué enseñan? Lo único que pueden enseñar es propaganda, no les queda otra. No pueden centrar sus esfuerzos en mostrar fórmulas que podrían provocar que ellos ganen lo mismo que sus alumnos, sería contradictorio. El acto egoísta sería no compartir las fórmulas de éxito en economía, lo que hace que funcione correctamente. La otra posibilidad sería admitir que ese modelo económico es pura suerte/oportunismo, de ahí la necesidad de una propaganda.

Cuando la sociedad se ha sumido en ritos sólo justificados mediante la propaganda en realidad acaba en un oscurantismo muy peligroso: lo vimos en la Edad Media, con la relación entre la religión católica y la ciencia. Las instituciones que representaban el Think Tank de la religión obligaban al científico a callar cuando éste tocaba temas ya fijados por los documentos sagrados. El imperio se encargaría de velar por los intereses del Templo, de ahí que exista una Santa Inquisición que no conozca fronteras, y que invada los territorios oportunos para hacer prevalecer la moral cristiana y la canonización de todos los pueblos de la Tierra.

Isabel la Católica se equivocaba. Así creó un imperio, sí. Pero también una tiranía fanática terriblemente cruel donde los afectados no aparecerán probablemente en los libros de historia. Sólo habrá breves referencias a los martirios y torturas a los que eran sometidos en nombre de Dios. Y, en nombre del dolar, se ha estado invadiendo países para acabar con el comunismo en estos últimos años.

Biden se ha comprometido a dejar de hacerlo. Han comprobado que invertir en cambiar las costumbres de los países es terriblemente caro y, al mismo tiempo, moralmente cuestionable y, claro, lo que es moralmente cuestionable en cuanto se descubre se hace más caro todavía..., y más caro, hasta el punto de que se vuelve imposible de sostener. Mientras tanto, es posible que algunos oligopolios hayan encontrado su beneficio personal, nada que ver con el patriotismo a sus compatriotas imperialistas. Esto es, una vez más son los camellos los que sacan el único beneficio. Al fin y al cabo, con todas las acciones políticas que afectan a la economía, ¿el planeta está mejor económicamente? ¿Hay más estabilidad o previsibilidad? ¿Hay más sensación de meritocracia? ¿Hay menos desamparo? ¿Son los premiados un ejemplo a seguir? ¿Los que ganan el premio nóbel de economía son capaces de simplificar los problemas más importantes de la economía y enfocar los asuntos hacia lo molar de manera convincente?

Por eso sabemos que esa filosofía no es más que pura propaganda y que el mundo está sumido en un caos porque está enviciado con un modelo que no puede ser objetivo.

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Antes de que existiera Internet los niños como yo si teníamos sed aprovechábamos una manguera en el suelo y bebíamos. Si nos salía gusanos por el culo lo atribuíamos a la marca de chocolate que comíamos. Y no, no era el chocolate, es que beber de una manguera de PVC con barro en su boca entraña riesgos fáciles de entender; y con la globalización de la información la gente ya tuvo a su alcance toda una nueva gama de datos, se pudieron barrer rumores falsos y se pudo crear una nueva gama de propagandas mucho más sibilinas y complejas.

El dinero es un tipo de conocimiento que debe ser compartido, planificado. Una vez globalizado es posible que algunos países esclavicen a sus conciudadanos para hacer que los "representantes" se enriquezcan, junto con las empresas que financian a sus partidos. Ahora bien, si fueran democracias esa clase de actividades no podrían llevarse a cabo de manera estable - se debe partir de la idea de engañar al pueblo, de manipularlo, de no representarlo. Pero es que está claro que la globalización no garantiza nada en sí, igual que Internet no podría garantizar nada, se trata de una herramienta muy poderosa que tiene que ir a la par con una filosofía correcta. Y si estamos intoxicados no podemos coger el coche y conducir por esas carreteras tan peligrosas para acabar teniendo un accidente que afecte a terceros.

El poder ejecutivo es como el asiento del conductor de un coche, se le cede demasiada responsabilidad a una sola persona. Sólo una persona es la que decide si el coche se estampa tras una curva contra lo que se le venga encima o si, por el contrario, se moverá suavemente hacia la dirección que supuestamente quieren todos los viajeros. Un coche no es una democracia mientras se conduce, y cuando por cada viaje observamos cómo los pasajeros van quedándose a mitad del camino deberíamos de pensar que no se está haciendo bien.

La planificación económica no desincentiva al empresario a querer crear una empresa, si decimos que los estatutos los pone el Pueblo, ¿dónde está el desincentivo? Si quiere sus propios estatutos, ¿por qué no prueba a tipificarlos solicitándolo a los representantes? Si resulta que los beneficios no son del empresario, y se le paga por su gestión, ¿dónde están los desincentivos si tampoco tendrá que asumir las pérdidas? Si los dividendos están asociados a los riesgos, y éstos son acordados no por una junta de socios sino por el Pueblo, ¿dónde están los desincentivos si la bolsa se hace más previsible?

Pero por eso la propaganda anarcoliberal intenta centrarse en lo coyuntural. Constantemente crean muñecos de paja y evitan responder los errores manifiestos del sistema real y tangible que tienen delante.

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Todo esto nace de que es completamente antinatural que un científico ya no quiera compartir su tecnología o conocimientos. Es decir, cuando esto ocurre está claro que algo muy malo está sucediendo. Por ejemplo, ¿por qué hay tantos políglotas y tan pocas técnicas para hacer políglota a la gente? La respuesta más sencilla quizá sea que el políglota debe ser una persona de un talento inusual y brillante. Sin embargo, ¿acaso hay evidencias de que un adulto no pueda aprender de manera natural varios idiomas? Y vemos muchos libros que intentan vendernos que existe un método, y yo habré comprado varios de ellos por motivos más científicos que de aprovechamiento personal.

Más de uno podría pensar que pretendo escribir un libro de autoayuda, de esos de "aprende un idioma en 10 días"..., y sería legítimo desconfiar. Pero claro, es que si comparto mis ideas no voy a sacarle provecho. La comunidad actual está desaprovechando Internet y se está enviciando de manera impropia.

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