lunes, 25 de mayo de 2020

Lo que afecta y lo que se gana

Cuando se estudia microeconomía, al menos en los cursos del paro sobre el plan general contable, observamos cómo todo se reduce a activos y pasivos: lo que debes y lo que tienes. Ese modelo es muy útil para saber quién le debe qué y cuánto a quién, y está lo suficientemente bien organizado como para que podamos dibujarnos un historiograma que nos permita tener una visión con respecto al tiempo de deudas y activos...

Sin embargo ese modelo es individualista: no se observa la realidad del colectivo. Si genera injusticias en terceros ese modelo no observa nada y, por tanto, no sirve en comunidades muy pobladas donde se generan desconfianzas, conflictos, etc... El modelo estadounidense siempre fue bastante peculiar al respecto: el de la tierra se preocupa por trabajar como un burro o perecer en silencio en la mendicidad, y se espera que todas las deudas inasumibles se las coma algún país extranjero mediante la externalización.

El modelo neoliberal no es un modelo filosófico sobre economía completo; tiene fallas descomunales. Es como el que va a la playa y lo ensucia todo, luego se va y, a las pocas semanas, vuelve a hacerlo. Es un modelo que sólo encaja cuando eres un matón de barrio y cuando no hay ninguna clase de autoridad por encima de ti.

El pensamiento liberal suele centrarse sólo en lo que se gana y lo que se pierde, sin percatarse en que esos flujos pueden afectar a terceros en mayor o menor medida. De hecho, forma parte del lenguaje liberal uno de los errores más clásicos: creer que los servicios públicos son un tipo de servicio, como si fueran objeto de la misma especulación que si uno decide ir a ver una película de cine o comer en un restaurante.

La gente va a una frutería y espera un servicio. Puede especular entre ir a una tienda o a otra con el fin de obtener un mejor servicio. La oferta y la demanda suele funcionar bien en esos casos.

Cuando uno va al médico espera que le atiendan. Puede especular entre ir a un médico o a otro con el fin de obtener el mejor tratamiento. Pero quien es mal médico con uno lo es también con el resto. La oferta y la demanda cabe esperar que se convierta en un verdadero espanto en estos casos: si hay un mal médico debería haber un mecanismo para demandarlo o reclamarle algún cambio, en esta clase de cosas no es bueno encontrarse con sorpresas.

Lo mismo pasa a la hora de llevarnos la fruta a la boca: ¿cómo podríamos estar seguros de no hemos sido manipulados con pesticidas y asuntos varios? Por supuesto, también esperamos algún tipo de regulación para ese tipo de tiendas. Regulación que en países muy liberales es impensable: si tienes comprada la licencia ya tienes el negocio. Puedes montarte una frutería, como ser mecánico de coches, así como una licencia que te permita expedir licencias como títulos universitarios...

Dicen: sólo hace falta un sueño..., no, lo que hace falta es capacidad de riesgo. Y la capacidad de riesgo es lo que no te afecta: si eres capaz de hacer que otro pague tus deudas entonces entrarás en el juego liberal. Es decir, aprender a externalizar; aprender a ser matón de barrio.

Hay oficios que deben ser más o menos bien regulados, debido a su peligrosidad. Otros deben ser estandarizados de manera oficial debido al intrusismo, que puede provocar (en ausencia de la peligrosidad citada antes) un sobrecoste sobre el cliente (estafas legales o no). Es decir, el libre mercado opera contra los intereses económicos de manera clara - hace falta unas reglas del juego antes de operar de cualquier manera. Hace falta un conjunto de reglas que nos permita dislumbrar algún equilibrio de Nash en ese juego teórico de supuesta suma cero entre todos los individuos. Y puede que ese equilibrio de Nash sea el propio Pacto Social.

Y es que el error más clásico del neoliberal es el mismo que tiene cualquier falangista trasnochado (todos los socialdemócratas de hoy día). Hay mucho burgués vestido de socialista, pero que ante una cuestión muy sencilla se cae su pantalón y muestra su cola de lobo: ¿Le afectan a todos por igual el pago a la seguridad social cuando todos pagan lo mismo? Son preguntas básicas: ¿en qué beneficia a la economía que la jubilación sea meritocrática? O el clásico: ¿Debería de haber alguna clase de renta incondicional?

Para entenderlo puedo poner un ejemplo básico: tenemos una empresa de limpieza donde se contratan a hombres y mujeres. Como la empresa es machista le aplica a los hombres un rol y a las mujeres otro. Los hombres, sin mirar su currículo, se encargarán de conducir maquinarias de limpieza y barrerán. Mientras que las mujeres harán baños y usarán botes de limpieza. Para que no parezca machista, la empresa impondrá el mismo sueldo y tiempo en horas a ambos grupos. Sin embargo el uniforme es más caro en uno de los grupos, uniforme que se deduce de sus dietas. Por tanto, un grupo tendrá más poder adquisitivo que otro grupo. Da igual que sea el de los hombres o el de las mujeres, la empresa de facto está siendo machista y contraria a la ley de cualquier país moderno.

El asunto es que el mismo sueldo, el aumentarlo en la misma cantidad, el reducirlo en la misma cantidad..., todo eso afectará mucho más a los de menor poder adquisitivo.

Los mismos costes a la hora de tributar le afectará más a los de menor poder adquisitivo que a los de mayor poder adquisitivo. La tributación debería de ser en base a los percentiles de los propios activos del contribuyente: la seguridad social no es el pago de un seguro, porque de ser así podría deducirlo en mi tributación como un coste mensual más.

Cuando pagamos la seguridad social estamos pagando la cobertura básica que se necesita para que todo funcione. En cualquier país del mundo se hace una ponderación más o menos escalonada, sencilla, para intentar cumplir el precepto de que la vida le afecte, le cueste, lo mismo a todo el mundo.

Cuando una persona se salta un stop, le cuesta mucho más al pobre que al rico: el rico cogerá su fajo de billetes y se los tirará a la cara al agente de policía. El pobre es posible que no llegue a fin de mes por el mismo acto. Por eso, el castigo debería hacerse a partir de lo que se gana, no de una cantidad fija.

Un absurdo equivalente sería el cálculo de la indemnización por no entrar en prisión: ¿podría comprenderse que la indemnización se calcule independientemente del poder adquisitivo del acusado? Se prevee, como es de sentido común, no sólo lo que le afectaría a su economía sino también la repercusión de su huída en todos los aspectos de su vida más personal. Lo que el Derecho aprendió en la mayoría de los países la Economía aún hace estragos.

Aún tenemos que cargar con los liberales que no quieren reconocer el poder adquisitivo, lo que afectan algunas decisiones a terceros. Ganar lo mismo o pagar lo mismo no es justo cuando al final te quedas en neto con un porcentaje mucho menor.

Pero claro, el cálculo que comento es simple..., se puede entender. Pero no por ello el liberal va a cambiar su discurso. Seguirá repitiendo los mismos errores. Pero la verdadera razón no es porque él los cometa: hay algo de cinismo en todo esto.

Anoche, después de dormir pensando en estos temas, soñé que un partido político me llamó para compensarme económicamente por mis servicios - a modo de premio, de motu propio. Como me falta el dinero, y me veo viviendo debajo de un puente aún hoy día - porque lo que tengo no me permite tener aún espectativas realistas, acepté la reunión. Y, efectivamente, vi cómo me extendían un cheque por una cifra que sí me resolvería los problemas... Me devolvería a la placidez, a volver a tener fuerzas para dar..., a creer en el futuro - o al menos en el mío. Pero poco a poco, por las formas, y luego porque dijeron de que tenía que ponerme como de rodillas (haciendo una declaración exculpatoria), les reclamé que se definieran por si todo era una broma..., de ahí unas risas y..., el sueño se convirtió en dirigirme al político que me invitó a la reunión y romperle yo la mano.

El sueño intentaba decirme una cosa: no puedes esperar absolutamente nada de esa gente. Y si claudicas al respecto aumentaré su capacidad para hacer daño a terceros: el mundo será mucho peor.

Y sí, si se sigue sin comprender lo que es la meritocracia el mundo será mucho peor: la jubilación debería de ser la misma para todos y todo el sistema tributario debería de ser proporcional al poder adquisitivo. Hacerlo al revés aumenta las diferencias sociales y, de ahí, los conflictos y las traiciones al sistema público. Así que sí: el mundo va a peor cuando un país como España comete errores propios del facherío nacional desde la izquierda incluso.


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