martes, 10 de diciembre de 2019

La paradoja de la existencia del Karma

Todos somos criaturas muy racionales. Incluso los locos tienen las mismas pretensiones, porque nadie ama la locura en sí - o que se le tache como tal. Pero no hay peor locura que defender paradojas, o un mundo abocado a la contradicción. Y claro, si quieres ser artífice de la creación de un mundo digno de ser consistente, debes considerar cómo funcionaría algo como el Karma.

Para empezar hay que considerar que el Karma es uno de esos conceptos que no son observables, no podemos considerar que hemos sido testigos de la acción del Karma. Esto es porque el Karma es un concepto, proviene del mundo de las ideas, y la pregunta que habría que hacerse es si tiene o no utilidad dentro de nuestro lenguaje basado en el mundo de lo racional.

Tan pronto como le dices a alguien, "¿No creías en el karma? ¡Pues mira lo que te ha pasado!", entonces te respondería: "Ten paciencia, ya verás...". Así podía seguir hasta que su propia sugestión le haga creer heredero de una fortuna inexplicable o, de lo contrario, hasta que llegue el día de su muerte: "Y a propósito del karma..., ¿dónde queda?", y entonces, tras una vida de infortunios te diría: "Queda el hecho consumado de que moriré con la conciencia tranquila, no como otros que se revolcarán en el día de su muerte".

Es decir, los criterios del Karma son inescrutables. No podremos esperar que actúe de una manera o de otra, porque es a través de una filosofía, de un lenguaje, como haremos uso de esa palabra. Y, claro, si no le incorporamos los suficientes elementos escépticos a ese lenguaje es posible que se convierta en un arma para aquellos a los que queramos convertir en víctimas de nuestra sugestión.

Por eso, cualquier definición que se le quiera atribuir a un concepto omega, un elemento teórico..., lo que Nietzsche llamaría un ídolo, algo proveniente del mundo de las ideas para Platón (en las posiciones más elevadas del símil de la línea)..., nada de eso entra entre los elementos asertivos, pues básicamente son meramente perlocutivos. Es decir, la aportación al discurso por parte de la palabra Karma se queda completamente fuera de todo discurso científico. Lo mismo pasaría con la idea de Dios, Cosmos, Ética, Libertad...

Es decir, en la medida de que nos valemos de esas palabras, éstas adquieren un significado por la sencilla razón de que nos valemos de un discurso que las usa. Siempre nos quedará la duda de la valía de dicho discurso, de cómo esas herramientas no nos llevan por un camino extraño y tortuoso. Porque cuando, objetivamente, descubrimos que vivimos en un engaño automáticamente estaremos inculcándole ese daño a otras personas que nos tomen como referencia; y si descubrimos que fuimos víctimas de un engaño debido a uno de esos memes cuya autoría no es nuestra, entonces veremos los barrotes de la sugestión del autor.

Algo así me produjo cuando deduje a los 13 años que Dios no tenía sentido planearlo dentro de mi lenguaje. La idea de "creer" en espíritus no tenía sentido para mí, por lo que no podía tampoco creer en el espíritu santo. Los espíritus o se manifiestan o no existen. De ahí pueden nacer diversas teorías en cuanto a su manifestación, como que siga sin poder demostrarse la existencia de entes paranormales pero, por encima de todo, no nos podemos permitir el lujo de creer sólo por creer. El que crea sin más no tendrá ideas replicables, aunque la historia parezca hacernos creer que sí. El asunto de las religiones se pueden entender desde un punto de vista más elaborado.

Sin embargo quería desarrollar la idea del concepto del Karma.

Ayer mismo mi portátil fue deliberadamente exterminado del todo. Primero fue la tecla izquierda. En ese modelo el que se pulse la tecla izquierda al arrancar provoca que se inicie el hard reset de la máquina y te pregunte si quieres borrar todos los programas de la máquina para reiniciarla como cuando estuvo en fábrica. Es decir, el fallo sobre la tecla repercutió sobre un cortocircuito del hardware, alguien que tocó la BIOS pudo reprogramar el teclado para sobrecargar esa tecla.

Cualquiera podría pensar que lo que digo es mera sugestión. Pero claro: un portátil aislado, sin que se le caiga ningún líquido, sin recibir golpes, etc..., pueden echarle la culpa a la limpieza del teclado, pero la tecla izquierda, de las ciento y pico teclas, es demasiado raro.

Para cuando el técnico de Microsoft puso sus manazas en mi equipo la tecla izquierda dejó de funcionar literalmente.

Pero más raro fue cuando le pasó lo mismo al botón de apagado. Eso no provocaría que el botón se activara solo, después de que el técnico de Microsoft volviera a tocar mi equipo el botón de apagado se dejó de activar. Lo que quiere decir que no podía encender el equipo.

Es decir, dos virus que atacaban al hardware de un teclado programable.

Diré que el que se le ocurrió la brillante idea de crear teclados programables seguro que se está escondiendo de su brillante idea y no podrá alardear de su trabajo, porque o era un inepto o alguien que desprecia a la Humanidad.

Recuerdo cuando siendo adolescente le exponía a los grupos que protagonizarían la revolución para el '95 que debían existir dos teclados: uno para escribir y otra con un terminal al margen para controlar los asuntos de gestión del sistema. Entonces no se me entendió, pero una y otra vez la historia me vuelve a dar la razón.

Por asuntos raros del Karma, después de que esas dos teclas aisladas fueran inactivadas en periodos cercanos a la manipulación del mismo sujeto de Microsoft (que además me consta de que me mintió, no se comportó profesionalmente ante mi enorme y educada paciencia claramente manifiesta y sin sorna), me vi obligado a comprarme otro equipo para instalarme todo de un día para otro. Y, efectivamente, acabo de terminar de instalarlo todo - y es perfectamente funcional con mi nuevo equipo.

Sin embargo, más allá de que con este equipo podré escapar del encasillamiento que tenía con el equipo anterior, de que ahora podré instalar editores, juegos, etc..., cosas con las que conectarme con el mundo social exterior, para comprobar que esta situación debía ser anecdótica y extraña el proceso de compra se dio de manera peculiar:

Resulta que oteando distintos modelos observé uno que era el más adecuado. Y durante toda la tarde determiné esperar hasta que me decidí a llamar al supermercado en una hora en concreto. Pude haberlo hecho durante todo el día, pero me decidí a una hora. Curiosamente cuando me cogió el técnico el teléfono él estaba exponiendo el mismo producto a otro cliente, que se había interesado expresamente en ese modelo. Pues bien, la peculiar casualidad no acaba ahí: justo cuando decidí ir a comprar el producto, ya que sólo quedarían otros dos y me habían reservado uno, pasarían unas dos horas desde que llamé - momento que decidí yo mismo esperar para mantener el kiosko abierto el máximo tiempo posible. Y justo cuando fui a reclamar la máquina ahí apareció el mismo comprador de la misma máquina, que también iba a pagarla a exactamente la misma hora que yo. Me atendió esta vez a mí el primero para hacerle esperar al otro; fue una casualidad bastante simétrica.

Esos hechos fueron tan extraños que quizá fueron los que provocaron que el encargado de electrónica bajara a supervisar: parecía que ambos clientes (ese hombre y yo) estuviéramos compinchados para aparentar hacer una compra. Pero no. Se dio esa peculiar doble casualidad. Simple y llanamente.

Mucha gente querrá decir que cuanto digo representa supersticiones, plantearse la importancia de cosas así es algo de poca monta. Sin embargo, ese hombre y yo nos habíamos movido bajo un mismo comando - un mismo arconte. Éste se había comportado de forma simétrica en la misma ciudad, cuando yo actuaba por teléfono, él ya podía desplazarse; cuando yo actué con velocidad al combinar con otros asuntos, él se lo quiso tomar con calma ya que estaba por ahí.

Ese tipo de vivencias es algo a lo que me he estado acostumbrando toda mi vida. Era capaz de coincidir con la gente, encontrarme con ellos... Y cuando se daban esas cosas era como si fuera un mensaje de las propias estrellas, como si el Karma estuviera actuando por alguna mágica razón.

Entiendo el absurdo de la existencia del Karma cuando se combina con la idea de los multiversos. Es decir, si existieran los multiversos podríamos decir que podría existir el universo donde la suerte propiciara que cada vez que a un sujeto le dispararan con un arma de fuergo la bala nunca le llegara a dar, por cualquier motivo. Es decir, si siempre podrían existir cualquier clase de universo posible eso quiere decir que podría existir un universo exactamente igual al nuestro salvo por el detalle de que a una persona le tocara la enorme suerte de que pasara lo que pasara, por muchas balas que reciba, ninguna le diera...

Es decir, la creencia en el multiverso nos lleva a aceptar universos donde el karma no funciona aparentemente bien. O, dicho de otra manera, esa idea de karma moral que se encarga de sopesar las cosas obligaría a que no fuera posible encontrar según qué universos en ese supuesto multiverso.

Y ese es el papel de un Creador de Universos, primero entender qué interpretación del universo que conoce él es factible copiar, entretejer..., para luego ver qué modificaciones son compatibles con alguna idea de Karma que sea más o menos coherente.

Es como la ingeniería genética. El mundo que tiene que crear el ingeniero genético partirá de replicar un modelo conocido, para acto seguido permutar algunos elementos que no hagan al futuro ser vivo incompatible con la vida (dentro de la matriz que se la otorgue). Digamos que las reglas que usaría el cuerpo vivo para alimentarse e inmunizarse de lo que se nutre se convierte en un invariante que debe cumplir como cualquier estructura ingenieril. Ese invariante bien puede estropearse o deteriorarse con el tiempo, pero es una lucha de fuerzas que actúa con reglas semejantes a una suerte de Karma.

Lo inteligente que sea la propia matriz en la que los seres vivos deben emerger, su ecosistema, así como el entorno antihostil de tal ecosistema y, dentro del entorno antihostil el centro protector de ataques físicos profundos externos, para sí hablar de una manera de evolución compatible con la vida y, si estuviera aislada, autóctona, es lo que hace que podamos entender la viabilidad de la existencia de ciertos universos dado el principio antrópico.

Aún así, alguien dirá que el Karma no tiene sentido. Pues la idea de karma moral nos dice que existiría un universo donde para cada cosa inmoral que hacemos algo le hará repercutir al sujeto que lo hizo para que deje de aumentar la entropía en ese mundo, para no provocar recalentamientos. Se puede ver, por tanto, como una ley de la física.

Pero si creemos que el karma tiene sentido, desde el punto de vista del control de la entropía, entonces también debería existir el universo donde exista el antikarma. En este universo cada acto que se lleve a cabo provocará que las cosas te vayan mejor si éste fue para aumentar el daño en los demás. Así esos universos que se sobrecalientan bien podrían enfriarse con esos otros universos que se refrigeran.

Y es que allá donde la segunda ley de la termodinámica se vulnera sólo hay problemas para las álgebras con las que nos manejamos si pretendemos mantener las cosas como estuvieran al principio, bajo un sentido que le dé explicación a la idea antrópica del tiempo.

Dicho esto, ahora observamos una idea de la existencia del contrakarma. El contrakarma se daría justo en los universos donde las personas han intentado probar suerte en un casino y saben que es imposible tentar a la suerte, porque si les ha ido muy bien, en suma, tarde o temprano les tendrá que ir mal cuando prueben suerte en otras cosas. Es, por así decirlo, como si hubiera un ángel contabilizando todo lo que ocurre, para así sumar y restar para restaurar el equilibrio interpretativo del sujeto. Para obligar a que él nunca sea testigo de que existe alguna clase de karma.

Por eso, cuando se plantea uno la idea del Karma en los movimientos de ese multiverso nos queda verlos reflejados en tres tipos de karmas: el moral, en antikarma y el contrakarma. Por último, si no queremos activar karma alguno, tendríamos la cuarta combinación donde en ese universo existiría una suerte de caos combinado de los tres anteriores que impediría definir ese mundo como un mundo donde hay Karma.

Visto así, el ingeniero de universos sabe que debe definir su entorno entre esas tres fuerzas de equilibrio y, además, de vez en cuando aparecerán en la vida de cualquiera. De lo contrario estaríamos viviendo una peculiar paradoja.

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