jueves, 26 de diciembre de 2019

Estrategias Vs Perogrulladas

Me ha dado por probar nuevas formulaciones para la inferencia de conocimientos y, al final, he destapado mecanismos que creo que son capaces de adivinar una estrategia perfecta rápidamente bajo una probabilidad.

Nada, que no abandono las matemáticas, pero hay que decir que eso es lo único que me despierta. Y es que existen distintas maneras de conseguir un tipo de función de inferencia de conocimiento: la que tiene que ver con la formación de un plan organizativo. Es decir, puedo imaginarme un juego como el ajedrez, donde cada pieza se mueve inequívocamente de una manera, para obtener un objetivo bien discreto. Entonces hay que idear estrategias, cálculos bien definidos.

Sin embargo existe otra manera de plantear la organización, y esto es exteriorizando las perogrulladas. Es como lo que pasa con el juego Shenmue, el protagonista en vez de mantener la boca cerrada y solo aprovechar para decir lo necesario lo que hace es soltar lo que piensa, y lo que piensa suelen ser cosas demasiado simples. Esta manera de exponer lo obvio permite comprender de manera análoga la otra forma de organizarse: es como si procedieran a hacer oficial lo que otros utilizarán de cara a futuras estrategias.

Una manera de entender las dos maneras de organizarse es observando el papel que desempeñan los que obran contra una agenda igualitaria: en ocasiones vemos malas estrategias feministas y en ocasiones observamos perogrulladas machistas. El Patriarcado tiene esas dos manos que utiliza para perdurar.

Cada vez que una persona alimenta el modelo patriarcal que atribuye a cada sexo un rol diferente su comportamiento puede provenir de una estrategia discreta propia de las neuronas, o puede ser una apreciación de Perogrullo analógica propia de la materia blanca. Cuando aparecen expresiones del tipo "esto es así, y punto", "porque Dios manda", etc..., se está apelando a lo que no necesita ser explicado - como si ya se hubiera alcanzado el sentido común. Y en ocasiones lo que se ha alcanzado es la reiteración de la moral, del comportamiento repetido - el meme.

Lo que es de Perogrullo es la obra clásica de lo que llamo el arconte, porque cuando decimos que hacemos las cosas "como Dios manda" lo que en realidad estamos haciendo es repetir un ídolo (como los llamaba Nietzsche) que nos obliga a repetir un rasgo tradicional de nuestra patria, lo que Marx llamaba chovinismo.

Y este sometimiento a los ídolos no nos hace mejores. Nos hace más ordenados socialmente. Nos hace más civilizados. Pero no mejores. Nos hace más preparados ante situaciones difíciles. Pero, al mismo tiempo, si no somos conscientes del origen de cada uno de esos arcontes, de que hemos sido nosotros quienes los hemos creado, entonces sólo nos queda hacernos sus esclavos. Allá donde veamos una relación vertical y no nos queramos sentir victoriosos sólo nos queda aceptar el sometimiento absoluto.

Existen otras valoraciones para la ciencia de lo negativo: la ciencia de lo no reconocido. Ya digo que el ajedrez plantea estrategias a partir de una solución que no se tiene: de ahí que se requieran mecanismos de búsqueda, una ciencia en negativo. Las ciencias en negativo no tienen porqué ser verticales, pero la antropología de la ufología tampoco parece que haya evolucionado lo suficiente como para darse a entender en todo su campo - con toda su extensión.

Yo reconozco cuatro grandes filosofías científicas a partir de los conceptos negativos. Cuando la relación es vertical bien podemos someternos o someter. Pero cuando la relación es horizontal se puede negociar o ignorarlos.

Se trata de los cuatro lados del cerebro clasificables por su posición (derecho e izquierdo, fuera y dentro). Al final desempeñan cuatro filosofías de pensamiento para abordar lo desconocido.

Oímos unos sonidos extraños detrás de una puerta: bien podemos pensar que se trata de un fallo de nuestra mente o de un bromista. Pero si fuera un ente diferente, éste podría estar incompleto ante nosotros, o nosotros ser víctimas de un montaje llevado a cabo por él. Proyección, ilusión, espíritu y deidad. Para cada fenómeno un posible origen diferente.

Es por ello que podemos diseñar nuestras estrategias, para montar una especie como de golems capaces de resolver problemas en parte, o en apariencia, y así afrontar conflictos. Sometemos señales eléctricas, máquinas, mecanismos, flujos que nos son independientes..., en ocasiones jugamos con la suerte y el artificio de una inteligencia que no nos compete. Los informáticos, con el fin de hacer funcionar una máquina, nos convertimos en una especie como de nigromantes - donde ninguneamos la vida creada a medias de lo que hacemos, pues la magia nos es indiferente. Esos organismos evolucionarán hasta el punto de resolver asuntos para nosotros mundanos, y nos alimentaremos de su trabajo. Y eso es lo que estaba haciendo en mi cuaderno ahora mismo..., visto de esa manera tan pictórica.

Por otro lado, ¿cuál sería el trabajo de reconocer la moralidad y la costumbre de los buenos jugadores de ajedrez? De cómo se apreciará algo que vaya más allá de la apertura y el valor de cada ficha en cada momento: se trataría de repetir el lenguaje que se haya descurbiero en los mejores jugadores. Este otro enfoque (el conexionista) es con el que estamos más acostumbrados (de hecho es lo único que a estas alturas parece que se sabe hacer), aunque aún no se ha querido reconocer los tiempos (mi teoría del género único podría ser una revolución en el lenguaje técnico, porque sospecho que el ser humano debe haber tenido alguna clase de ventaja en el desarrollo de su literatura gracias al álgebra que se oculta en los géneros literarios, aunque es una teoría, claro).

Cuando miro hacia el horizonte y pienso en toooooodo lo que no se ha investigado aún lo que pienso es que no tenemos nada; nisiquiera creo que se entienda lo que escribo ahora. Pero claro: cuando tienes una mirada de querer formar parte de ese futuro de cambio te preocupas de ser pedagógico, de no parecer oscuro, de ir mostrando cada paso...

Cuando ya no tienes nada que ganar, porque sabes que el techo te aprisiona, ya da igual lo que digas o tengas que decir. No hay nada más peligroso que un ratón arrinconado. Pero un ratón es un ratón. En mi rincón tengo más libertad de movimientos que los gatos que se pelean entre ellos con el fin de tener la exclusividad de devorarme..., que se atrevan a acercarse y ya verán cómo le doy la vuelta al darwinismo.



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