Cada vez que habla el Gran Hermano sube el pan.
Ya lo hemos visto antes, y sé muy bien de lo que hablo. Recuerdo, de tantas veces que me ha pasado, cuando era objeto de discriminación (como lo eran otros tantos por cada cual sus propios motivos), me ponía en una posición para recibir el balón, no me lo pasaban, iba a otro y era lo mismo..., dejo de moverme porque veo que pasan de mí y, entonces, me dicen que no me pasan porque no me había movido. Un clásico entre el cinismo y la mezquindad.
Hay que estar ahí y descubrir si realmente las cosas son como son o si, por el contrario, fue una impresión equivocada debido a un cúmulo de casualidades o sugestiones varias. Ahora bien, cada vez que habla el Gran Hermano sube el pan. Y lo hace porque en el fondo no les pone freno a los que se adueñan del problema - no es asunto del Gran Hermano, él ya hace su cometido no entrometiéndose; pero no es de eso de lo que nos quejamos algunos. No es de que cobre por no hacer nada, o porque cobre para que no haga nada. No deberíamos de centrarnos en algo tan inocuo.
Está bien dirigir unas palabras hacia los que más sufren, como ha hecho el rey anoche. Diriges las palabras y les das consuelo. Recuerda a lo que hacía mi hermana: me ponía en régimen de esclavitud en un negocio donde no hay nada a mi nombre, porque en este país las mujeres tienen las subvenciones, el derecho a ser evaluadas y el reconocimiento, y los varones debemos de valernos por nosotros mismos. En mi caso, al ser un apestado, no tenía ni derecho a cobrar nada por las horas de trabajo que hacía y, al estar oficialmente trabajando, también tuve que ver cómo renunciaba a las bolsas de empleo, que ya no me consideraban. Y entonces ella me llamaba por teléfono, me acosaba con halagos, pero no me pagaba... Y, de vez en cuando, hasta metía la mano en la caja aun no haciendo nada por el negocio - porque era su negocio, su nombre.
Me acabó cediendo el negocio con varias deudas que tenía que pagar. Deudas a su nombre por las que sería perseguida a través de Hacienda (cosas de trabajar para el estado), así que tuve que pagar también sus multas creadas unilateralmente por nuestro proveedor, la Seguridad Social.
Pero si había algo que no soportaba era sus llamadas de teléfono. Diciéndome que era muy bella persona, muy bueno, muy..., y yo gritándole que me dejara en paz, que no me tomara por idiota..., que teníamos un fuerte conflicto mercantil, pero ella..., ¡y dale a hablarme de esa forma tan..., asquerosa! Y me volvía a llamar, y me volvía a llamar..., y yo gritándole que me dejara en paz.
En fin. De vez en cuando vemos a quien manda "motivándote". Vemos lo que entiende por motivación: hay problemas reales y se pasa su vida haciéndose fotos con gente que no resuelve nada. Y sabemos que no se resuelve nada porque todo sigue igual.
Alguien podría pensar que esto es un "¿y qué pasa con lo mío?". Pero claro, hay que insistir que para poder criticar antes hay que saber de lo que se habla. Hay que estar muy dentro del sistema y conocer el mundo tal como es, sopesando cuándo hablamos de una anécdota y cuándo de una categoría.
Para aquellos que saben cómo funciona el mundo tecnológico, se sabe y se dice que la universidad Politécnica de Cartagena es de las más prestigiosas de toda España. Se consta de ello además por la existencia de innovaciones y porque es requerida por empresas, así como por el superávit que tengo entendido que genera. Ahora bien..., ¿cuál es la realidad interna de ese entorno?
Lo que no cuentan es que los verdaderos inventores NO son los que salen en los titulares. O así tengo yo entendido, bien puede ser que el que me lo dijera exagerara barriendo para casa..., pero luego se confirma con lo que a mí me sucede: ofrezco mi invención para que se investigue y, a pesar de que es evidente su funcionamiento y manera de corroborarlo - hasta el punto de que se le puede ofrecer a cualquier primerizo que lo confirme de lo B Á S I C O que es entender el producto a la hora de darle confirmación, no se consigue que nadie quiera dar la cara. Y, no solo eso, ni aun regalando la autoría del producto nadie quiere dar la cara. Ni como par, ni como evaluador, ni como autor, ni como coautor, ni como testigo, ni como nada de nada de nada... Ni aun con la promesa de que se usaría de manera indirecta y en privado para resolver problemas tangibles, para luego decir que la técnica que se usó era ÉSA para sorpresa de todos..., nada. Ni aun comprometiéndose, ni aun dando su palabra de hacerlo de esa manera tan sutil e indirecta.
Luego alguien puede preguntar, ¿y por qué las empresas colaboran con la universidad? Pues muy simple, y eso también me consta: todas las subvenciones de I+D+i, que son muy cuantiosas, son de fácil aplicación a cualquier poyez que se te ocurra dentro de tu empresa y, al mismo tiempo, sólo exige la firma oficial de la universidad y, por tanto, la "autoría" de algún catedrático para que la empresa pueda llevarse tal subvención.
Es decir: todo está podrido. Ahora bien, ese es el buque insignia de la investigación en España. Nada de lo que he escrito aquí es cuestionable (en cuanto a que es corroborable, por supuesto). Así que, ¿realmente lo que insinúo es anecdótico o es categórico?
Cuando uno sabe de qué tecnología hablo esto podemos desplazarlo a los tiempos de la edad media, para cuando apareció, por ejemplo, Miguel Servet y nos habló del aparato circulatorio. Algo demasiado tabú para todo lo que se había escrito hasta entonces y, al mismo tiempo, sacrílego por el tipo de experimentación que exigía: ¿acaso pretenden decir que yo, un señor no titulado, puede decirle a los más eminentes catedráticos que todos se equivocan? Curiosamente, puedo justificar incluso mis bajas calificaciones - siempre y cuando me den el margen de la explicación de una teoría de la conspiración, una vez más, incuestionable (en cuanto a que es corroborable, por supuesto) y, en parte, creíble (porque no todo, a estas alturas se va a poder corroborar, por supuesto). Todo para mí de Perogrullo: tener que explicar lo obvio.
Y es que esta mañana me he levantado y ha vuelto a cruzarme la vez que en secretaría me encontré unas notas de selectividad que no eran en absoluto convincentes, que no eran las mías; pero ahí estaba el sello. Y hasta que no ponga por escrito la explicación no me quedaré satisfecho y, probablemente, me seguirá atormentando hasta el día de mi muerte. Ahora bien, si lo escribo ahora..., es posible que mi buen nombre deje de mancharse ¿Quién dice que yo era mal estudiante, si hasta incluso tengo una especial vocación de estudios y soy amante de los exámenes? Y es que es por eso, en unos casos, por los que gustan de negarme mi derecho a ser evaluado, ¿pero qué sucedió en selectividad?
Digamos que hay cuatro tipos de sociedades: la más perfecta de las utopías en un modelo meritocrático es la que te impide cometer errores en los momentos cruciales de tu vida, cuando tengas que tomar una decisión importante, decidas lo que decidas harás bien, y eso es porque vives en un país meritocrático.
Pero de ese país nunca he oído hablar, así que tenemos que pensar cómo ocurre en países idealizados para el individualismo: en los momentos cruciales de tu vida, si decides correctamente te irá bien, si no mal. Eso es el ideal capitalista, a lo máximo a lo que puede llegar. Comparado con el mundo meritocrático es una completa mierda, más que nada porque todos los modelos que conozco sucumben sobre los pobres al cuarto modelo.
El cuarto modelo es el mundo real al que sucumbe el capitalismo sobre las mayorías: decidas lo que decidas harás mal. Da igual si decides denunciar, va a provocar pérdidas irremediables. Da igual si decides no denunciar, las pérdidas vendrán por otro lado. No hay forma de evitar ese tipo de "negociación", se trata de la mediación de los perdedores. Quien negocia así es porque es ese la clase de mundo que quiere: un mundo donde ocurra lo que ocurra hay que asumir las pérdidas, nadie se hace responsable. Todo es basura. Eso es España.
Y para conseguirlo, partimos de la España de 1984, con el anterior Gran Hermano, donde las cosas fueron marcadas inercialmente con un poco de ilusión e inocencia..., así que los que entienden de cómo manipular a los inocentes sólo tienen que ocuparse de localizar a las personas más importantes del país - a los que repercutan sobre los demás. Y aplicarles sobre ellos el tercer modelo: ante situaciones importantes, si haces bien te irá mal, si haces mal te irá bien. La distopía por excelencia. Es un modelo caro, muy difícil de mantener. Pero que se puede aplicar sobre figuras concretas.
Y no hay que olvidar que en 1984 yo no era un tipo normal. Por aquel entonces tenía 7 años. Fue entonces cuando me consolidé tras salir en unos periódicos algunas poesías, mi vínculo con el mundo del arte..., el hecho de que en secreto era mucho más que públicamente. Para cuando me matriculé en selectividad la secretaria, una perfecta desconocida, se dirigió a mí en voz baja: "dime cosas sobre tus amigos especiales, esos que tienen tanto poder". Yo me hice el sueco, sólo quería poner mi nombre y ser discreto con los míos... Se abrió la caja de los truenos.
De las dos veces que me presenté, las dos veces habría preferido que la guardia civil estuviera presente; sin el más ligero ápice de exageración con respecto a lo que sucedía. Porque delante de un oficial esas secretarias no te dirían lo que te dicen. Es el poder de los poderes fácticos.
Y es que entonces tenía que tomar una decisión en 1995: me dijeron que abandonara España, que este país era demasiado pequeño para mí y muy corrupto, que me fuera a EEUU. Que España no me valía la pena. Que toda carrera que quisiera encontrar daría con ella en EEUU.
¿Y qué hacer? ¿Apostar por un país cuyos poderes fácticos son tan fácilmente manipulables o irme exactamente adonde querían que me fuera después de haber manipulado a tales poderes?
Decidiera lo que decidiera haría mal. Y sí. Hice mal. Pero..., ¿y lo bien que me siento?
Ahora el Gran Hermano se volverá de nuevo para el año que viene con otro discurso. Discurso en el que cientos de compatriotas suyos que han sido y son demasiado importantes para el país van a ser excluidos. La fachada seguirá con sus montajes y esto provocará que todo individuo en este país siga viviendo la mentira, donde se haga lo que se haga siempre se hará mal.
A ver si ahora, por haberlo dejado por escrito, puedo pasar página porque a pesar de que me tatuaron esas notas de selectividad tan bajas, en realidad a día de hoy no me sirve de nada seguir pensando así. Describir el mundo tal como es le valen sólo a los que pueden cambiarlo. Y está claro que a mí esta información ya no me sirve: soy esclavo de una realidad que acabará por exterminar a mis propios amos. Como ocurre con los que no saben motivar a los afligidos.
En una meritocracia todos nos hacemos responsables de todo lo que nos competa. Y machacamos a quienes intenten ocultar los errores. De esa forma, decida como se decida, siempre se actuará como es debido, y entre todos se compensarán las injusticias. Porque ante un buen pacto social no hay Hermandad posible que le haga rival, ni otros chivos expiatorios que sí suenan a teoría conspiratoria.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
miércoles, 25 de diciembre de 2019
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