miércoles, 13 de noviembre de 2019

Relato. Consciencia

Antes de continuar con unos estudios que dudo que le importa a nadie, voy a permitirme el lujo de ponerme a escribir alguna historia que, por lo menos, me sirva de ejercicio literario mental.




Cuando, de pequeño, empecé a experimentar mis primeros síntomas de ataxia me daba cuenta de que abría la boca, pretendía decir algo, pero, por alguna razón, no salían palabras de mi entendimiento. Hablar de alguna clase de apoyo por parte del sistema educativo o mis padres sonaría de risa, ya no digo la función absurda que ejercía la psicóloga - lo mío era fisiológico, así que intenté autodiagnosticarme qué era lo que me pasaba sin ayuda de nadie.

¿Por qué era capaz de discernir verdades en castellano y luego, cuando había que usar las palabras, no era capaz de pronunciarlas? Me quedaba con la boca abierta justo cuando tenía intención de empezar a hablar.

Hoy día puedo comprender mejor lo que ocurría: es como el que no sabe que es ciego y, como me decía uno de mis amigos, "hablas como si fueras un extranjero". Esa es la justificación: es el papel que tiene la consciencia cuando acude a la biblioteca a buscar términos y resulta que ésta ha sido arrasada. Ya lo comenté en otra entrada cuando hablé del videojuego Golden Axe.

Una resolución a la que llegué, y fue en parte acertada, tras observar cómo los villanos suelen ser inteligentes, y qué hacen para ponerse a pensar (ponerse a andar y hablar en voz alta). Concluí que ese podría ser un buen ejercicio..., y tuvo que serlo porque al llegar a la universidad nadie se percató de mi incapacidad, lo malo es que adquirí un mal vicio: tenía tendencia a sintetizar mis pensamientos en voz alta..., ganas por un lado, pierdes por el otro.


Relato. Consciencia

- La conexión occipital está demasiado interconectada, tu cobaya se va a dar cuenta de que está en una jaula.

- Estoy probando a motivarle cada vez que hace algo bien, conectando...

- No puedes motivarle si no es a través del frontal, y las glándulas basales necesitan establecer un vínculo con algo que perciba.

- Sí, pero igual que se le puede castigar, también se le puede excitar cuando palpe de casualidad un concepto dentro del criterio de demarcación.

- Venru, ya te sabes la teoría. Esa manera de constituir los cerebros generarán una enfermedad autoinmune en el pensamiento.

- Se volverán geniales.

- Adquirirán patologías. Se volverán locos. Y, lo que es peor, en cuanto vean la realidad la llenarán con...

- No si su estructura cerebral es capaz de supervisar las ideas sin necesidad de verlas.

- Venru, no empieces de nuevo, no existe ese modelo. De hecho, no hay modelo matemático que pueda resolver cualquier problema. Es matemáticamente no enumerable.

- No pido tanto, Morf'ru. Lo que digo es que se puede aumentar la dosis de...

- No hay dosis. Venru. O pastilla roja o pastilla verde. Si le das la pastilla roja volverá al país de las Maravillas, creerá que corretea libre por el campo y yo podré evaluar tu práctica. Pero, si por el contrario, le das las pastilla verde entonces abrirá los ojos y, sí, se sentirá muy agradecido de quién es su mentor, muy motivado, pero se verá en una jaula y no será capaz de hacer que cuando tus compañeros ya hayan acabado tú lo hayas hecho también.

- La misma pastilla roja es un trauma para ella. Tú mismo dijiste que su lado derecho interpretaría los discontinuos como si fuera una aparición. Como si un espectro...

- No sabemos cómo interpretará la aparición - le corrigió Morf'ru.

- Pero será una pesadilla para ella.

- Lo olvidará en la medida de que tampoco pueda aceptarlo. Todas esas incorrecciones se convierten en pequeñas advertencias. Nada más. Es así como funcionamos.

- ¿Y cómo sería si dividiéramos los dos hemisferios de manera que con uno vea la realidad y con el otro pueda vivir su fantasía?

- Venru..., ya estás inventando cosas. A este paso no conseguirás aprobar las naturales informáticas, no sé qué pasará cuando llegues al instituto.

- Es cruel lo que les hacemos a las cobayas. No creo que quiera aprobar tu asignatura.

- Estás en tu derecho de hacer otra práctica.

- Me haré experto en astronáutica, y así me elegirán de senador y derrogaré tu mierda de asignatura para liberar a todas las cobayas.

- Estas cobayas son las que encienden las lámparas que usarás para aprender astronáutica.

- Este mundo es demasiado cruel con los vivos.

- Sólo con las bestias, y como no consigas al menos 500 créditos tú serás otra bestia. 

- Aprenderé física, gracias a eso sabré de leyes, me presentaré, me elegirán y entonces serás mi empleado.

- Hasta que no sepas alguna ley natural seguirás por aquí dando vueltas y sólo serás capaz de encender tu cabeza loca o martirizar a alguna cobaya.

- ¿Y si le hacemos creer a la cobaya que ha sido desplazada a una jaula y, desde ahí...?

- ¡Basta ya Venru! Eso no está en los protocolos. Y lo que no se puede hacer ni en los pueblos salvajes no se puede hacer con las cobayas.

- Pues decidido: aprenderé física para rediseñar los protocolos. La ingeniería genética no tiene sentido sin estudiar su adaptación al medio. Aquí se están limitando mis posibilidades plásticas.

- La superinteligencia, Venru, sólo conduce a la enfermedad social. Todo serán patologías: o le aplicas un pensamiento figurado o uno literal. El figurado es el convencional, pastilla roja y a correr. El literal exige aplicarle una ceguera adicional. Los protocolos ya están establecidos. No sé qué tiene de especial usar las dos pastillas a la vez, salvo el martirio de que podría atacar a sus propios pensamientos correctos.

- Se puede inculcar una moral correcta.

- Querrás decir conculcar... ¡Pero qué ganaría una vida así!





 

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