miércoles, 21 de agosto de 2019

Tenía pensado volver a mis modelos de empresa

Es superior a mí..., bueno, nada que provenga de la cultura es superior a nadie..., pero, aun sin ser superior, me supera. Es como si estuviera adoptando una mala decisión, una de esas decisiones que uno dice..., como que no.




La constitución de uno mismo para dejar de pensar a lo grande y ponerse a fabricar productos finales sin un pedido expreso, practicando distintas formas de hacer productos pero que no suponen ningún reto real..., todo eso, más allá de ir cumpliendo plazos..., es que es un peñazo. Pero un peñazo de proporciones bíblicas.

No sé si será por la calor, pero la verdad es que no me da ilusión probar a crear castillos en el aire sin tener la más mínima certeza de que lo que hago va a ir a alguna parte. Todo eso destroza mis instintos ya que, al fin y al cabo, no es que esté aprendiendo nada nuevo en concreto, no es que esté satisfaciendo mi curiosidad tecnológica..., lo único que hago es perfeccionarme en la programación de librerías.

Pero tampoco puedo ponerme a mirarme por encima y decir: sigue así, te estás transformando. Hasta donde yo sé no soy uno y trino y todas esas cosas, la creencia de aquellos que piensan que todas las personas debemos de manera individual de hacer esa clase de cosas creo que están un poquito mal de hoya.

Quizá si hiciera un poco de código innovador..., si me olvidara de esos productos finales que muy probablemente nadie quiera consumir... O quizá el truco esté en desconectarme: me pongo música, me pongo a programar como un burro y luego entro a Internet a ver qué se cuece en mis correos.

Hasta donde creo que me alcanza el recuerdo, creo que siempre he cumplido con mis tareas y, en ocasiones, las he superado con creces. He tenido serios problemas de comunicación con los pedidos que expresamente han sido mal definidos, en cuanto a cuál sería mi relación con mi cliente, pero mis tareas han sido satisfechas. El problema es cuando te creas una nueva empresa y estás confabulando con la existencia de un cliente fantasmal..., un ente no agradecido que, si hasta ahora los que se dejaban ver te ignoraban, ¿cómo se comportará el que directamente ignoras tú?

Además, está el problema de que cada vez que alguien me saca el cuento de que este planeta es meritocrático automáticamente se me sale de dentro una risotada ¡¿Se puede saber en qué rincon del planeta la gente...?! ¡Cómo me gustaría acabar mis últimos días en ese lugar idílico!

Por eso, de vez en cuando me gusta tantear la posibilidad de escapar..., tengo el pasaporte preparado. Pero claro, ¡¿a dónde?! Y escapar, ¿en calidad de qué? No sabría en qué me convertiría, qué podría dar de mí allá donde acabe.

¿Dónde habría trabajo para mí? ¿Sería estable? ¿Tendría problemas con los funcionarios? Ciertamente, si fuera un mero problema de liarse a hostias y ya está..., pero nada, no se trata de eso: el burócrata hoy día tiene el poder. Tiene más fuerza el que se prostituye que el que va al gimnasio. 

Pero te venden que debes mejorar tu mente y tu cuerpo: ¡falso! Debes mejorar tu apariencia y tu posición social. Para eso no sólo no tengo instintos, sino que incluso los fui destruyendo de mi persona. Ya estoy viejo para saber ser social. Puedo ser amigable, sincero, amigo de mis amigos, consejo, oído, no juzgador, opinador, leído, forofo..., pero lo que no soy es sociable. No soy ninguna puta que tenga que prescindir de mis principios sólo por un momento para obtener alguna clase de ventaja.

Nunca he sido así.

Mientras tanto, en el mundo burgués, los funcionarios en el hospital les dicen a los pacientes "tolerancia cero con las agresiones a los sanitarios", ¡cómo iba a ser de otra manera! Pero, al mismo tiempo, someten a los pacientes a abusivos y descontrolados mecanismos de espera que, con aumentar el dinero, no resuelve nada: el desinterés por controlar los mecanismos logísticos o por evaluar la calidad del servicio prestado es un hecho violento consumado. Hechos que me transmiten a mí los pacientes, para que se puedan desahogar con alguien..., por lo menos, porque lo que es poder denunciar todo lo que me cuentan... Los criminólogos no tienen ni pajolera idea de todo lo que me han contado a mí y que los médicos o callan o ignoran u olvidan.

Y yo olvidaré nombres, que no se me quedan - los tengo que apuntar, pero no experiencias, no las vivencias... Todo eso conforma un enorme sistema que me dice que muchas cosas deberían de ser muy diferentes. Pero no hay forma de que esto se sepa o cambie.

Mientras, me queda callar y mirar a otro lado. Intentar formatear un libro de pasatiempos. Dejar fluir mi tiempo, el de los demás...



 

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