Y tenía razón, lo que pasa es que los que nos gusta mover a las masas para que cambien las cosas en ocasiones no encontramos a nuestros paladines y, por supuesto, a gentuza como yo no nos van a seguir (en mi caso porque soy muy feo, no por cobardía). Saber ubicarse en una realidad social, estar en el punto de vista de la gente, saber a quién le corresponde acaparar los ánimos y las esperanzas..., por supuesto, hay que ser responsable y ceder el paso a quien esté más adelantado.
¿Qué es la inserción? Preferiría hablar antes de un videojuego.
Uno de los éxitos más rotundos de SEGA fue, posiblemente, Golden Axe. Cuando la mayoría de las personas acaba empastillándose, en ocasiones conviene saber qué serie de televisión o qué videojuego tomarse pues, si el género es el adecuado, puede anular el sentimiento invasor - al menos en los casos no demasiado patológicos (estos consejos no pueden sustituir a un médico, claro).
Este juego puede ser usado para comprender el invariante de lo que es más importante en política. Es decir, la idea que deberíamos de tener de cómo funcionan las revoluciones al margen de cualquier cultura y, eso precisamente, es el trabajo de ese ministerio que se preocupa de la inserción de cada inidividuo.
Por otro lado, hace décadas que no juego a ese juego, así que no recuerdo su argumento. Por esa razón, me tomaré ciertas licencias.
Golden Axe versión rara
En unas tierras de héroes y fantasía, habían dragones, enanos, amazonas, gigantes, bárbaros y duendecillos ladrones. En esos lares habían cuatro reinos influenciados por cuatro héroes. De los cuatro reinos, el más antiguo del que provenían los otros tres, era el reino de las montañas, donde sólo quedaban unos bárbaros. Se trataba del reino Parietal, cada vez que ocurría un problema a sus píes eran capaces de ver dónde se había producido.
Del reino Parietal se emancipó el reino de las amazonas, al sur, en el reino Temporal. Ellas habían conjurado los poderes de los dragones y eran capaces de adivinar con su bola de cristal cuándo ocurrían los sucesos importantes.
Debido al poder conveniente por parte del reino Parietal y Temporal, de su fusión emanaron unos enanos: ellos coexistieron en el reino Frontal, allá donde fusionan y comandan qué hacer en cada momento. Son altamente pragmáticos, egocéntricos y se centran en pasar a la acción.
Por otro lado, también estaba el cuarto reino, el reino Occipital, que se mantiene oculto a cualquier invasión. Allí los ejércitos son muy débiles y se dedican a meditar e identificar todo cuanto sucede: es el reino donde habitan los académicos y donde se encuentran las más extensas bibliotecas.
El caso es que desde el reino Occipital una heroína amazona llamó a un amigo enano del reino Frontal para decirle que se había producido una invasión. El héroe enano llamó al bárbaro de las tierras de las montañas para que se reunieran los tres en una noche:
- Creemos que Death Adder se ha adentrado en nuestros reinos - dijo la amazona - los dragones están revueltos.
- De haberse producido ha tenido que ser en los reinos occipitales - respondió el bárbaro.
- Bien - dijo el enano - pues preguntémosle a Alex, el bibliotecario.
- Sin embargo no podremos ir los tres - recordó la amazona.
- Cierto, - dijo el bárbaro - si queremos encajar la invasión uno de los tres debe ser el que cardinalice la actividad (M), otro será quien secunde sus comandos en batalla (F) y el tercero se quedará al margen (A); dependiendo de cómo nos resulte más fácil combatir deberemos ir unos u otros.
- Si yo comandara la batalla - pensó el enano - podría llevarme al bárbaro o a la amazona o salir solo. Significaría que puedo valerme de las brujerías de la bola de cristal de la amazona para suplir la posible devastación de las bibliotecas con un conocimiento mágico de sucesos cronológicos, y necesitaría mi capacidad para recorrer mundo y así rellenarlas con la empiria de lo que hay más allá de nuestros reinos. Si me llevara al bárbaro, podría recomponer nuestros atlas partiendo de las verdades del extranjero... En cualquier caso, reconstruyamos como reconstruyamos la biblioteca será imposible saber cuál es la mejor manera porque, en cuanto los escribas terminen de recomponer la biblioteca tendremos una teoría más o menos plausible que nos hará creer que nunca fueron quemadas.
Así que, dentro de las doce combinaciones, decidieron emprender la marcha de la reconstrucción del reino occipital. Cuando llegaron a los reinos occipitales Álex estaba malherido: según contaba habían capturado a los reyes del reino y, efectivamente, había sido Death Adder. Según parece, Death Adder había concluido que si atacaba por detrás, por la Villa Tortuga, sería más fácil controlar los ocho caminos visuales que podrían controlar a los cuatro reinos.
- ¿Por qué matar a los bibliotecarios y secuestrar a los reyes? - le preguntó a Álex.
- Para que nadie se dé cuenta de que hemos sido invadidos y así dominar la voluntad de todos los reinos sin mayores confrontaciones.
Y así es como comienza un juego tipo arcade que tiene por objeto levantar los ánimos, luchar por lo que es tuyo y de no aceptar ninguna clase de sometimiento.
El Panfleto 2 - III
Pocos son los ministerios de la utopía que tengo en mente. En los reinos del futuro no hay manera de concebir la educación, la inmigración y la política penitenciaria si no es como un todo. Se trata en todo caso de un problema de inserción. Los niños no nacen educados y, si se rigen por sus arcaicos instintos, bien son capaces de aprender lo que es la certeza pero, tan pronto como sean invadidos por un antilíder, serán llevados por instintos antisociales, egoístas o viciosos.
Cuando una persona es víctima de algún vicio, comportamiento egoísta o de un acto antisocial es fácil que, en un momento dado, sea consciente de ello. Pero si esa persona es motivada en sus partes más vulnerables a ser así entonces podría adquirir una ceguera sin saberlo: podría convertirse en un necio. Es por ello que la cultura que reciba una persona no puede ser cualquier clase de cultura: debe pasar unos baremos éticos fundamentales y, por otro lado, la sociedad se debe estructurar a favor de aquellos que deben dar ejemplo.
Asímismo, muchos me han llegado a preguntar: ¿Cómo te parece ejemplar que en tu república un padre pueda perder sus hijos si éste pierde su trabajo? Y la cosa es simple: - En una sociedad superpoblada, tener unos hijos que sean sangre de tu sangre es algo que no sólo no es necesario, sino que además puede convertirse en un acto egoísta. Sólo aquellos que se los puedan permitir tendrían derecho a tenerlos, y a criarlos. Y, si se diera el caso, no hay mejor ejemplo que el que le pueda dar un tutor en quien hayamos puesto nuestra confianza.
Y también me han preguntado: ¿Y te fías de los orfanatos antes que en unos padres que, aun pobres, quieren mucho a sus hijos? A lo que respondo: - Igual que tuvieron que cerrarse los manicomios pero no por ello desaparecerían los hospitales psiquiátricos, es fundamental avanzar en el tema de los huérfanos, para que disfruten de todos sus derechos. Porque si ellos están mal, peor estarán si no están en el ojo de mira de toda la sociedad. Mejor ser un huérfano por norma, y que los legisladores se acoplen a esa realidad, a convertirse en sujetos a la espera de la siguiente ayuda y arrinconados fuera del sistema, donde nadie sepa hasta qué punto son ignorados.
Pero muchos me siguen cuestionando cosas básicas: ¿Tú no te las dabas de progresista y, al mismo tiempo, te preocupas de algo tan improbable y lejano como la cadena perpetua? Ante lo cual mi respuesta es igual de contundente: - Raro es encontrar al niño que no se vea capacitado de aprender a hablar o a escribir casi por su cuenta. No hace falta ser autodidacta, pues medios hoy día existen, no como en la edad media. No hace falta profesores. Sin embargo, todos creemos en una cadena perpetua hasta que consigan cumplir una programación. Porque no hay otra forma de superar una programación si no es bajo un examen estandarizado y, así, insertar al individuo. Ante esto muchos quieren decir que el mundo es más complejo y, claro, yo pregunto: ¿quién es realmente aquí el necio?
Y me insisten: ¿Pero qué es eso de que a cualquier clase de infracción acabes siempre condenado y por tiempo indefinido, es que no has aprendido nada de los años de historia del Derecho Romano? Y siempre respondo igual: - Lo que suena realmente estrambótico es que se crea que en un libro se haya podido acordar cuánto tiempo necesita una persona que ha cometido un delito en ser reinsertada. Es como si negáramos su libertad o sus tiempos. Cada persona entenderá su papel en la sociedad a su manera y a cada cual los medios que dispongamos deberán inclinarse para que reconozcan su falta y puedan vivir entre nosotros como iguales de facto, y no de ficticio.
Y gritan: ¿Pero si al mal padre le arrebatas la patria potestad y al mal conductor el carné de conducir acaso no te parece demasiado drástico? Y me río por dentro, y respondo: - Y al mal policía no le daría acceso a las armas, y al que se vale de los medios para hacer daño la capacidad para hacerlo. Así, igual que dentro de lo tipificado lo pueden perder, lo recuperarán en cuanto superen los estándares fijados para ello. Pasarán de inocentes de cualquier acusación a culpables de cualquier trampa en su inserción, salvo que se demuestre lo contrario.
Y no comprenden: ¿Y cómo piensas llevar a cabo tan descomunal tarea tan evidentemente cara? A lo que siempre respondo: nivelamos el sistema penitenciario dependiendo del nivel de peligrosidad, y así los que lo mantienen, también forman parte de él. Si incumplen normativas de puntualidad o mantenimiento, entonces verán reducida su Confianza y serán empujados más lejos de su inserción. Cuanto más cerca de la inserción más liviana será su carga, al ser la que liberan una condición del reconocimiento de la Confianza.
Y claro, yo me digo: ¿cuáles son las dudas que les hacen pensar que no existe respuesta?
Dicen por un lado que no hay urgencia por hacer más liviana la carga judicial y, por otro lado, se preocupan de parchear los derechos de los inocentes por querer tratarlos como agresores sexuales.
Dicen que no hay que legislar en caliente sobre estos temas, cuando su ceguera les impide ver que es un tema constante que siempre está ahí porque nunca se responde correctamente.
Dicen que no es algo que afecte, cuando la única verdad es que lo que A ELLOS no les afecte es lo que no quieren reconocer que existe.
Se trata de negacionismo, son ciegos y no lo ven: se ven movidos por unas manos invisibles que les dicen cómo deben pensar, bajo unas costumbres que no pueden justificar. Por eso los debates son cortos, nunca se atreven a poner a quienes son capaces de poner la última palabra - y se preocuparán de hacerle callar en cuanto sea capaz de dar respuesta a lo evidente.
La diferencia entre los hijos de una buena educación de los de una mala educación reside en su capacidad para hacer frente a los retos que supone plantearse una política o la contraria. Si es posible programar la inserción del que viene de fuera para que sea uno más, la inserción en el mundo laboral para aquel que quiera trabajar mediante la formación pertinente, la inserción en el mundo empresarial mediante la inversión pertinente, la inserción del que no sabe y reniega a ser un necio..., esas programaciones serán entonces el objeto del debate y no el hecho de necesitarlas.
A partir de todo cuanto esté por escrito sobre cómo se inserta la sociedad, y cómo se reparte, es fácil adivinar qué es lo que no le gusta a cada individuo y, en cuanto a que lo vete, el único examen a superar por parte del legislador es el de acumular el menor número de vetos al confiar él en una postura rechazada. Así una sociedad elige a los suyos, sin propaganda electoral, si no es la que intenta convencer de la propuesta política en sí, y no del rostro del candidato que convenza.
Si así se hicieran las cosas..., ¡claro que tendría todo esto pinta de democracia! O así es como lo veo yo.
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