domingo, 31 de marzo de 2019

El homúnculo no es un presidente

Quería tocar un tema divertido: resulta que de forma natural cada vez que se investiga cómo funcionan las sociedades se le atribuyen valores democráticos, tal como los entedemos. Pues bueno, no estoy de acuerdo.




La fusión entre la moralidad y la ética tiene mucho que ver con resolver el problema de elección planteado por Arrow, o uno muy parecido.

Resulta que la moralidad es el comportamiento que tenemos dentro de la sociedad, mientras que la ética se limita a un lenguaje lógico que es natural en cada individuo y que le invita a actuar de una manera correcta. Cuando varios individuos disponen de diversos códigos deónticos, debido a la complejidad cultural en la que vivamos, la moralidad se hace un lío y, en ocasiones, es imposible fusionar todos los preceptos hasta el punto de que no podamos determinar cuál es la acción moral que represente todos los preceptos éticos dentro de la sociedad.

Esto se puede dar muy fácilmente cada vez que ocurren hechos amorales y, al mismo tiempo, la ética de cada parte considera más importante una serie de hechos que haga que todo sea circular. Y tenemos múltiples ejemplos: un oncólogo es experto en ver pacientes con cáncer y un inmunólogo es un experto en ver pacientes con problemas inmunológicos, el director del hospital, ante un paciente que precise un tratamiento bien podría cargar mayor responsabilidad sobre el que domine ambos campos mejor, sin embargo la manera de evaluar tal dominio queda establecida por el criterio de un tercer agente: el director del hospital.

A cree que X es cáncer más que infección.
A cree que A sabe más que B sobre cáncer.
B cree que X es infección más que cáncer.
B cree que B sabe más que A sobre infección.
C cree que A sabe más que B sobre infección o C cree que B sabe más que A sobre cáncer.

Al final es imposible evitar el conflicto, no puede haber unanimidad en cuanto se metaanalice qué se insinúa implícitamente; es decir, no es que se esté de acuerdo o no, es que no fiarse de un agente es el equivalente a insinuar que no es tan buen profesional.

Por tanto, ese tipo de esquemas no veo que ayuden a entender cómo funcionan los sistemas de información.

Sin ir más lejos, Arrow plantea que una buena elección social pasa por un conjunto de propiedades, de las cuales algunas sí puedo compartirlas, pero hay otras que no puedo compartir:

Universalidad. Arrow plantea que una buena elección incorpora un sistema de comparación total entre todas las posibles elecciones. Es decir, que la función que incorpore el criterio más unánime debe incorporar como resultado toda una red de comparaciones dos a dos entre los que van a ser elegidos y los que no. Y, claro, bien pensado: si queremos elegir al mejor, ¿de qué nos sirve saber quién es el peor y el penúltimo?

Pareto débil. Si el sistema adopta una decisión entonces debe haber al menos alguien que la eligió. Este principio puede ser útil en ocasiones pero, ¿realmente es necesario? La decisión bien podría ser un resultado presupuestario que podría resolverse mediante una media. No se deberían de imponer modas o medidas demasiado artificiales.

Si nos fijamos, las preocupaciones de estos esquemas suelen centrarse en que el homúnculo pensante adquiera una decisión que sea representativa de las partes. Sin embargo, sabemos que los sistemas más eficientes tienen más apariencia de otra clase de esquema: el cerebro es un superviviente y éste lucha contra el sistema. Es decir, nuestro homúnculo debería de ser más bien un tirano.

Dicho esto, es posible que alguien piense que estoy contra las democracias, y que me gustaría que los tiranos gobiernen los países porque serían más eficientes - según estas pesquisas.

No: en realidad a lo que me refiero conque los sistemas más eficientes tienen homúnculos tiranos es que esas orgánicas ya tienen un sistema de reglas que permiten, por un lado, hacer que eso sea eficiente y, por el otro, nadie nos ha dicho que esa orgánica corresponda con la ética de una sociedad de personas.

Así que resta plantearse cuáles son las propiedades fundamentales que conformen el marco para definir en él un lenguaje circunstancial lógico que restrinja al tirano dentro de la estructura.

Pues bien, supongo que lo estaréis adivinando, efectivamente tiene mucho que ver con un juego de rol que estoy desarrollando y que, a través de él, explicaría el recurso literario que me he puesto a llamar fatalidad.

Así que aquí va la introducción del problema estocástico:
Supongamos que disponemos de un conjunto de jugadores que se juntan en un chat para jugar a rol. Entonces uno de ellos le propone al resto hacer de máster, pero un máster maligno (tirano). De manera que estará intentando hacerle las cosas imposibles a los jugadores. Además, el juego no se jugará con dados, sino que el máster - con deportividad - se fijará en cómo acaban las frases los jugadores (por ejemplo con el signo de puntuación punto "." o sin él).

Más en concreto: cuando el máster describa una escena los jugadores podrán proponer acciones que contradigan los peligros expuestos contra el equipo, pero el máster, por cada ristra de propuestas (asalto de combate), deberá decir que grupo de jugadores han conseguido su propuesta manifestando que el éxito residirá o en todos los que acabaron la frase en punto "." o exclusivamente todos los que no lo hicieran. De esta manera, los jugadores que acaben igual siempre compartirán la misma suerte por cada propuesta que hagan.

Por otro lado, todas las decisiones que emprenda el máster siempre se llevarán a cabo, sabiendo que los jugadores dispondrán de un mecanismo para defenderse a modo de último recurso, usando este sistema de puntuación.

Podría continuar..., pero es más difícil de explicar que de vivirlo/jugarlo. El problema es: ¿qué reglas deben aprobarse de manera que todos los jugadores las cumplan deportivamente (sin hacer trampas) para así conseguir que el enfrentamiento entre máster y jugadores corresponda con un juego de suma cero: un juego justo, y así quede perfecto? 

Esto también tiene otra lectura: si nuestra socialdemocracia está siendo gobernada por un corrupto sometible por la vigilancia de la ley, ¿qué clase de reglas debemos tener en la democracia para poder hacer que los grupos de presión puedan limitar el poder del tirano y, al mismo tiempo, que no haya ningún grupo de presión con suficiente poder como para imponer su propia tiranía?

Como se puede comprobar, estas propiedades son mucho más interesantes y no quedan comprendidas por los modelos desarrollados hasta ahora.


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