viernes, 22 de julio de 2022

La desconexión. Lo noto.

Ya tengo experiencia en estos temas, y lo noto. Esa es la expresión que se suele hacer, el verbo. Cuando una persona está dentro del grupo, pero no forma parte de él. Ha perdido su cohesión, hay una algamasa que se ha quedado suelta, seca por parte de un hueco, y alguien se ha quedado fuera.

Los motivos por los que un miembro se queda fuera pueden ser muchos. Esto mismo me ocurrió cuando intenté formar parte de Amnistía Internacional, cuando una persona no encaja en un grupo es o porque se toma las cosas demasiado en serio o porque se las toma demasiado en broma. En su momento fue porque me las tomaba demasiado en serio.

También puede una persona no encajar debido a los prejuicios que haya sobre esa persona, o porque esa persona se crea víctima de tales prejuicios. Digamos que por uno de esos cuatro motivos, o por una superposición de los cuatro, puede una persona desencajar. Y no me he equivocado, he dicho superposición de los cuatro, no combinación.

No es lo mismo una combinación que una superposición. En lo que se refiere a las conexiones la lógica que hay que usar es la de la superposición de causas. Así, a la hora de colapsarlas en una observación se acaba transformando mediante el Olvido en lo que los propios integrantes quieran. Sin embargo hay que tener cuidado con la propaganda, una ideología que intente machacar la objetividad científica solo puede llevar a la autodestrucción.

La desconexión se puede producir tras adoptarse decisiones, o tener vivencias, que han motivado el desentendimiento del miembro con las partes. Un claro caso de desconexión fue cuando estaba con mis compañeros esperando a que se cambiaran para ponernos a jugar al fútbol, y el caso es que no lo hacían... Tenían alguna clase de barrera ¿Por qué? Éramos mayores de edad, no había nada mágico, todos tíos... Con el balón me fui desesperando y me puse a dar golpes contra una pared; quizá mi rabia interna no me hizo ver que los golpes eran contundentes - no sé. Me dijeron que me marchara a la pista, así que driblé con el balón y me fui por los pasillos. Según oí a lo lejos, les gustó cómo el portero se había marchado con el balón. Al llegar a la pista, solo, me puse a tirar hacia el larguero desde el centro del campo - el objeto era que el balón volviera a mí. Uno de mis compañeros me vio tirando para darle al larguero unas cuantas veces, y me gritó "¡malo!", de manera jocosa. Poco a poco se fue dando cuenta de que lo estaba haciendo a posta y se marchó corriendo para decírselo a los compañeros. Ningún, "bravo, eres un crack" o un "yo también suelo hacerlo". Creo que sí dijo un "no me lo creo" antes de marcharse corriendo. Luego me ofrecieron jugar de lateral, en vez de portero. Sin embargo, estando en la zaga, todos mis compañeros se lanzaron hacia el ataque, ninguno quería subir conmigo, y me vi obligado a tener que driblar al que tenía delante, o pegar un pelotazo. Nadie quería bajar a apoyarme. Todos se quedaron quietos. Así que, al verlos congelados, me moví de tal manera que también se congeló el atacante que tenía delante. Antes de que me diera cuenta todos se habían congelado, podía moverme con el balón como me daba la gana..., nadie hacía nada. Así que fingí que era malo con el balón, que a penas lo controlaba, seguí moviéndome como fingiendo que driblaba..., y todos congelados. Como si fuera víctima de un mal sueño, luego avancé con el balón y me dijeron que tirara a puerta estando aún en mi campo - ni siquiera en el centro del campo. Me demandaron hacer lo que muy pocos profesionales del fútbol sala eran capaces de hacer, ¿para qué iba a tirar desde tan lejos? Todos me demandaron que tirara, lo hice, salió un disparo fácil de atrapar..., y no volví a jugar de lateral con ellos.

La desconexión se produce cuando las espectativas que se tiene de una persona no encaja con su desmitificación. La desmitificación muy probablemente buscaba alguna clase de mácula y, al no encontrarla, descubren que el mito no estaba a la altura de la persona real. Eso era debido a que los prejuicios del mito no acabaron a la altura de la realidad. Se trata de un desarraigo hacia un tercero.

La desmitificación supuestamente siempre tiene que ser un proceso de manchado objetivo. No tenemos instinto para desmitificar observando más limpieza. Este proceso de desmitificación se suele llamar: el encuentro con lo insólito. No le hemos puesto hospedaje a la idea que se presenta ante nosotros: no hay etiqueta dentro de nuestros modelos científicos a lo que se presenta; por eso se convierte en un suceso paranormal. La envidia es una reacción ante lo insólito: todo lo que no es etiquetable nuestra amígdala lo etiqueta con miedo, y el miedo vinculado con el asco de no querer ser como alguien que, en realidad, se presenta como alguien admirable es la envidia. Todo acto de presencia que lleva a cabo el sujeto y que fue con objeto de desmitificarle es lo que crea la envidia: se esperaba que fracasara y, sin embargo, sale aún más reforzado.

La envidia desaparece en cuanto se etiqueta. El sujeto debería decir: "te tengo envidia", asímismo, cuando vea algo admirable, a falta de palabras, buenas son las palmas. Si cree que podría hacerlo mejor solo tiene que decir "creo que yo podría mejorarlo", si luego ve que no pudo solo tendría que decir "¡vaya! creí que podía mejorarlo"..., en ocasiones el mundo es tan simple..., pero la gente es la que quiere complicarlo todo. No hay filosofía mágica contra la envidia, ni fórmulas, ni nada... En ocasiones es tan simple como decirle a un gordo que se obsesiona por su peso que lo único que tiene que hacer es perderlo. Y ya está.

- Pero si el peso no es el problema

- Eso es lo que dices en cuanto debes asumir lo que debes hacer para quitarte ese problema de encima.

Por eso hay superposición: no existe combinación de razones, lo que hay es una conexión múltiple con los distintos motivos a la espera de que el que tiene que tomar la decisión se decida con qué es realmente el problema - si su visión de la realidad o una parte de esa realidad. Pero hasta que no establezca la observación no se podrá colapsar en una determinación.

Un gordo que va a una consulta no tiene ningún problema con la gordura salvo que él mismo diga que ese es el problema. Pero una vez colapsada la decisión no se puede volver atrás. O fue un problema o no lo fue, lo demás que queda será cosa del Olvido.

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Algo así me está pasando en las bolsas de trabajo. Noto una cierta desconexión, quizá porque esperan que mi currículo sea falso y, en cuanto comprueben cualquier cosa, descubrirán que es exactamente al contrario. Los que se encargan de hacer oficial mi currículo tienen esos problemas conmigo, pero no me lo dicen a la cara - no me exponen sus inquietudes, se lo comen con patatas. Al final veo cómo en mi currículo en un portal llegan a calcularme solo 11 meses de experiencia en vez de los 10 años y 11 meses, un error que sé perfectamente que no es "informático".

Cuando a mí me venía gente con talento y les preguntaba si eran capaces de hacer unas u otras cosas yo solía fingir mucho expresiones, o situaciones, pero nunca perdía el contacto. Si realmente alguno de ellos me hubiera llegado me habría obligado a sincerarme y, en esta vida, lo raro es conocer a alguien con quien sincerarte. Lo sencillo que sería este mundo si la gente tuviera intención de conectarse, y los sádicos dejaran en paz de una puta vez y para siempre a sus víctimas.

jueves, 21 de julio de 2022

Cristales y zona acolchonada. Factores inherentes en la filosofía oscura

La filosofía que nos protege, la que se preocupa por nosotros, oscurece nuestras ideas y nos engancha hacia una realidad superior - una en la que nuestro marco esté mejor definido. Pero, en ocasiones, los hay que intentan apadrinarnos sin ningún derecho; los hay que intentan jugar a ser dioses, se vuelven intrusos aun no habiéndoles reconocido tal privilegio. Esos sociópatas se vuelven villanos para unos, héroes para otros; en ocasiones es cuestión de ver si logran el objetivo, pero aunque consigan mejorar las cosas, muchos merecen la prisión, porque el acto heroico no se mide por lo conseguido salvo que sea la ruptura de las cadenas. Y también habrá quien vea un acto de temeridad actuar como un héroe cuando la situación lo exige, quien diga que el que actuó según el marco correcto en realidad fue un intruso frente a quien debió actuar, ya sea la policía, los bomberos... Pero la urgencia combinado con la oficialidad hace al temerario en valiente. Un karateka en situaciones urgentes puede sustituir a un policía, un fortachón en situaciones de urgencia puede sustituir a un bombero, un médico en prácticas en situaciones urgentes puede sustituir a un enfermero, etc...

Sin embargo aún hay matices sobre el mundo oscuro, sobre la ejecución de los actos. Lo ejecutivo no persiste, es de carácter urgente, y se rige por la disciplina militar - por la jerarquía, o cadena de mando. Su orgánica queda latente a la espera de ser llamada al servicio, o activada dentro de su ámbito específico. Creer que un secretario pueda tener poder decisión política es un fracaso del sistema legislativo y judicial. Nos lleva a una dictadura basada en la tiranía, donde al menos una fuerza militar ubicada en alguna clase de ámbito es la que gobierna el sistema.

Pero la entrada de hoy no iba a ser un remake de todo lo dicho en este blog, o en anteriores.

Allá por donde camino suelo ver cristales rotos por las calles. Plazas y carreteras asfaltadas, así como aceras, de vez en cuando se observan cristales rotos. Botellas lanzadas, vasos y otras estructuras acristaladas ¿Por qué la gente tira esos artefactos para convertirlos en la basura? ¿Es porque desprecian a los perros? ¿Es un medio para conseguir que no haya excrementos de perro o lo hacen porque lo hacen los demás?

Cuando un acto perverso se repite es común observarlo como un comportamiento divertido, o válido. La gente suele comportarse de manera muy enferma. Sin embargo las administraciones públicas no dan para basto para suplir este problema. Tan pronto como cuando había carros y caballos lo que más abundaba en el suelo eran los excrementos de caballo, era lo normal - y daba suerte ver tanto en las puertas de los teatros. Como era algo que no se podía resolver era algo con lo que teníamos que convivir. Se trataba de un factor inherente debido a la decisión adoptada por algún grupo sobre cómo resolver un problema. Siempre hay un conjunto de personas que toman decisiones ejecutivas, no persistentes, y que inherentemente afectan a terceros. Por eso los héroes llevan máscaras...

Bueno, no será por eso que los héroes llevan máscaras. 

Me he parado un momento a ir a la rae para consultar la palabra "mito". Es decir, para este tipo de palabras, un término de filología, parecería oportuno preguntar a la rae - sin embargo, entre sus cuatro acepciones no adivino a encontrar la que busco; quizá porque se trata de una definición más bien técnica, que no corresponde con el habla de los castellanoparlantes.

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Mito:
1. m. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico.

2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana. El mito de don Juan.

3. m. Persona o cosa rodeada de extraordinaria admiración y estima.

4. m. Persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene. Su fortuna económica es un mito.
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En filología el mito es el meme que se ha expandido a lo largo de toda la socioléctica para conformar un recurso literario común. Puede ser una persona que hizo algo y provocó una inspiración literaria, o puede ser un mero amanecer que indujo a la creencia de que hay una mujer encerrada en una caverna. Cuando mezclamos la definición más filológica, la técnica, con la acepción cuarta observamos la idea de lo que podríamos llamar el "mito enmascarado".

El mito enmascarado correspondería con una acepción que echo en falta tanto por parte de los filólogos como por parte de los de la rae, porque es una acepción que uso mucho. La razón por la que los héroes tienen máscara racionalmente en su mundo sería para que los daños colaterales que generen y para que sus fans no sean un problema para su día a día. Sin embargo, la máscara tiene una función literaria: le da al héroe un punto misterioso, le da al héroe "algo que no tiene". 

La máscara da a entender que no conocemos todo lo que puede ofrecer el héroe. Es como si tuviera unas capacidades oscuras, y eso nos debe aportar cierta confianza - o no. La confianza que nos puede aportar un ser enmascarado es todo un mito: y esta frase hay que entenderla en sus dos acepciones, la filológica y la cuarta de la rae.

Cuando usamos el verbo "desmitificar" se interpreta que se pasa de la idea formal que se tiene de la cosa en sí a una idea más material. Por ejemplo, para desmitificar a Dios habría que verlo, o esperar encontrarlo donde no esté: por ejemplo, dentro de un conocimiento necesario ya sea para actuar moralmente o para alcanzar nuevos conocimientos científicos. Pero también desmitificar se puede aplicar dentro de la psicología: aquello que esperábamos de un icono, o referencia, deja de estar tan idealizado para presentarse con máculas. Y poco a poco se va viendo por dónde voy...

La desmitificación consiste en añadirle máculas de realidad a nuestras espectativas, es lo que pasa cuando le quitamos a algo su máscara - vemos las llagas. Como dice una canción de los 90, en las cicatrices de la cara está tu historia. Esas llagas han sido creadas por cristales rotos, por enfermedades, otras máculas, traiciones... La máscara ofrece la opción de ver al héroe sin la máscara.

Esto nos lleva a entender el mito de otra manera, el mito enmascarado no consiste en idealizar algo sin más, o incorporar pretensiones, en realidad es un ejemplo perfecto del irracional tercer hombre, de los maximales. Es decir, los seres humanos tenemos una infancia y, los que la viven plena obtendrán algunas ventajas - sin embargo, por la misma regla de tres, si existe ventajas en las personas que la vivan plena eso significa que habrá personas que no hayan vivido una infancia en una zona acolchonada.

Se supone que los niños deben vivir dentro de un colchón antes de tener que afrontar toda la realidad. Esa zona acolchonada es completamente incompatible con los cristales; incluso observar cristales en una zona acolchonada internamente nos dispara las alarmas más allá de cualquier línea roja. Es decir, si decimos que los niños deben tener una vida acolchonada significa que pensamos que habrá algunos que por no tener esa vida habrán acabado de una manera distinta como adultos.

Esos adultos "sin infancia" solo pueden mitificar la idea de infancia, y enmascarada no pueden desmitificarla si no es a través de otros niños, y con mucha empatía (aunque idealmente con ayuda profesional, o de terceros). En cualquier caso, la mitificación de las experiencias que naturalmente nos habría correspondido vivir provoca un deseo frustrado de desmitificación que provocará en el individuo vicios (posiblemente) inconfesables. De ahí emerge la autorrepresión.

Liberar esa represión y desmitificar debería de vincularse; porque si se libera la represión mitificando aún más entonces el proceso podría volverse autodestructivo. Lo que destruiría el proceso tóxico, o al individuo en sí. Sin embargo puede haber un problema: desmitificar puede convertirse en llenar de máculas al maximal, y eso podría llevarnos a la pederastria si lo combinamos con el sadismo. 

Por todo lo dicho, hay que saber conducir bien este coche por el precipicio que supone la recuperación de la infancia rota: si le damos el comodín al planeta Tierra de intentar enfriarse mediante la energía de fisión, ¿aprenderá con esa nueva dosis de energía a consumir menos de tres planetas? No hay que fiarse de los viciosos, y puede que estemos viviendo un proceso de autodestrucción debido a que estemos ya cayendo al abismo.


miércoles, 20 de julio de 2022

Desarraigo Necesariamente Criminal. El apadrinamiento forzado

Hoy voy a tocar un tema aún más perverso y oscuro que se encuentra en el alma de muchas personas. De hecho, bien se haría comprendiendo que en ocasiones la filosofía se convierte en una herramienta para entender el Derecho, así como la Psicología..., de ahí la Criminología. Cuando mencioné el desarraigo en mi entrada anterior hablaba de una conducta éticamente reprobable, sin embargo existen comportamientos que pueden poner en jaque la convivencia de cualquier clase de sociedad, esa clase de desarraigos son necesariamente reprobables en cualquier modelo de convivencia.

Lo criminal está asociado con el comportamiento sociopático, que no quiere aceptar unas leyes. Sin embargo, la ley podría estar desarraigada del ser humano, por lo que cumplir la ley podría ser lo criminal. Lo necesariamente criminal hace referencia a que ningún estado de derecho podría considerar no criminal ese comportamiento. Y decimos que un estado es de derecho cuando tiene leyes y las cumple con coherencia. La idea de la necesidad de un estado radica en la existencia de leyes aplicadas de manera relevante para la vida de las personas, esto es: que estas personas vean en el estado la seguridad jurídica que necesitan para su vida real. En la medida en la que el estado se compromete a crear fingimientos se convierte en un tipo de criminal un tanto especial: se trata de crimen organizado.

¿A qué podemos llamar al que te obliga a depender de él como si tú fueras una persona desarraigada y como si sus castigos que aplica hacia ti fueran actos de paternidad y sus regalos fueran agarres necesarios para que se valore la convivencia? Lo que tenemos es un estado de apadrinamiento forzado, personas que viven en régimen de esclavitud en su estado posiblemente más laxo - aunque sigue siendo criminal.

Cuando Marx quiso hacer recuperar el protagonismo a los trabajadores lo que en realidad intentaba hacer era mostrar que el trabajo proletario era una forma de esclavitud, y que el trabajador era como una víctima de alguna clase de extorsión. Haciendo mejor o peor los cálculos, el problema de la esclavitud consiste en que se quiere relativizar - cuando lo que debería de buscarse son las cadenas, el látigo y los harapos. Porque las cadenas es lo que te impide marcharte, el látigo es lo que demuestra que no se está porque se quiere y los harapos lo que nos dice es que las condiciones personales que consigue con ese contrato no son dignas. Esa clase de situaciones son los contraejemplos perfectos de la mano invisible, y deben ser abordados - nunca negados. 

A medida que pasan los años algunas personas vuelven a tener la vida resuelta, e intentan hacer creer que ha sido por sus méritos - no por alguna clase de suerte u oportunidad. Tener la oportunidad de haber nacido en la familia correcta, o de haber aprovechado alguna clase de amistad. Engels ya lo comentó: cuanta más importancia se le da a la familia la meritocracia y la justicia se verán más perjudicadas. Se trata de una crítica al nepotismo; la idea es que si los que están en las posiciones más altas son los mejores entonces éstos podrán hacer que el resto vivan mejor, como si fueran los genios de la lámpara.

Pero claro, luego están los jins, los genios perversos ¿Por qué frotar la lámpara para que escapen los genios perversos? Lo ideal sería que asciendan los que tengan vocación.

Pues bien, existe un comportamiento en el ser humano que provoca que en ocasiones gusten de crear lámparas gigantescas de cristal donde se encierra a muchas personas, éstas se convierten en sus trofeos y no las dejan escapar. Para ello crean una situación de fuerte arraigo hacia el interior de esa lámpara mediante relaciones tóxicas de dependencia hacia el interior. De vez en cuando se genera caos, muy probablemente porque el dueño de esa lámpara sea un sádico, y quiere sentir el poder de controlar el entorno. Es el padrino, y quiere sentir la sensación de ser el poderoso, razón por la cual de manera ininterrumpida lleva a cabo actos de demostración de poder sobre su dominio. Y cuanto más daño haga más poder sentirá, mayor satisfacción... Como el poder no existe, la única forma que tiene de sentir la satisfacción es mediante la competición que gana a sus semejantes - competición que si es real, hablaríamos de un verdadero sádico en una relación sociopática con rasgos psicópatas. Es decir, en cualquier clase de sociedad este tipo de comportamientos deben ser perseguidos por su carácter criminal y liberar a los genios que hay ahí encerrados.

En la sociedad en la que vivimos suele haber muchos casos en los que estos comportamientos se repite. Se da especialmente en el machismo. Lo vemos en los roles de género, donde se espera que solo los hombres puedan hacer algunas cosas y las mujeres otras. Es una forma de obligar a crear familias y optimizar la fisiología de unos y otras, así como para aumentar la confiabilidad de la economía. Con la llegada del feminismo se empezó a cuestionar los roles de género, pero el feminismo radical sin embargo suele buscar nuevas formas de apadrinamiento forzado - no quieren resolver el problema en sí, destruyen unos techos de cristal para crear otros nuevos, mucho más reforzados. Este es el precio por ser socialdemócratas: los que resuelven los problemas no pueden permitirse el lujo de que la fuente de sus ingresos desaparezca.

Socialdemocracia significa elegir a un representante que te apadrine de manera forzada para resolver los problemas de tu grupo de presión. Si el representante decide hacer un acto altruísta contigo y resolver tu problema solo a cambio de unos votos sospecha, porque lo que realmente quiere es mucho más: que es encontrar a su némesis para mantener una discusión eterna y así hacerse crecer mutuamente en sus relativos partidos políticos - ganar poder a través de su voto interno valiéndose de los médios de comunicación. Es decir, la socialdemocracia es una fórmula que capitaliza los principios y la representatividad, para al final compensar antes al criminal que al altruista que solo pretende ganar votos. Y esos comportamientos no se pueden perseguir desde la posición de que la participación se lleve a cabo con partidos políticos como eje central. La participación ciudadana debería de ser lo más directa posible, los representantes no rendirán cuenta por lo que hacen aunque cumplan con sus promesas.

También observamos apadrinamientos forzados en el seno de las administraciones públicas. Lo observamos en inspectores de Hacienda que se inventan las multas, en policías que detienen a varones supuestamente agresores incumpliendo las ordenanzas, en jefes de estudio que ejercen de directores y que desvían la atención de los problemas para controlar la disidencia... Hay demasiados casos, denunciados en balde, donde aparecen cabezas de turco, jueces corruptos y prevaricadores que se identifican con los padrinos, así como altos funcionarios colocados a dedo por partidos políticos que se sienten más cómodos con el lenguaje del apadrinamiento.

Y cuando el estado ya no es de derecho por necesidad estamos ante un estado policial, dictadura institucionalista..., tiranía.



martes, 19 de julio de 2022

El desarraigo. Los defensores de la toxicidad

Ésta, posiblemente, sea la entrada más difícil. No sé cómo saldrá, ni si sabré encajarla bien...



Allá donde existe una manera de construir, como el agarre, también existe una herramienta con la que poder destruir; esto es, una técnica que se fundamenta en un marco sociópata.



Nada más escribir estas líneas mi línea telefónica me ha dejado tirado; según parece Movistar ha iniciado alguna clase de servicio que es incompatible con el que tengo con Jazztel, que alquiló su línea. Ese servicio ha pegado el chispazo, o vete tú a saber qué, esta mañana – me ha dado tiempo ha comprobar el correo y, acto seguido, estar completamente desconectado. No podré dar el servicio de locutorio, ni tampoco hacer pedidos, ni recargar teléfonos..., ni conectarme con mis proveedores, ni continuar con mis cursos, ni tener conexión social... Van a ser 72 horas de aislamiento profundo, y a la espera de una respuesta por parte de la compañía.



De la misma manera, he tenido que dar durante casi dos horas vueltas por todo el hospital para intentar dilucidar quién ha sido el responsable de tales cambios; y oficialmente solo se ha podido llegar a la conclusión de que los técnicos solo miraron – que no tocaron nada, nadie se hace responsable. Nadie sabe nada. En la centralita ni se preocuparon en conectarme con informática, tenía que ser yo quien se pateara las oficinas – pero ni se dignaron en decírmelo, me cortaban el teléfono directamente, sin mediar palabra. Todo debía suponerlo yo solo.



Toda esta paliza ha sido para constatar oficialmente la indefensión en la que se crean algunas empresas sus negocios. La enorme inseguridad jurídica que, dentro de 72 horas, que será para cuando pueda subir esta entrada, ya veremos en qué se traduce.

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El tema de hoy era para tocar la idea de la moralidad religada, cómo en ocasiones nos encontramos con personajes esperpénticos con comportamientos completamente fuera de lugar. Hagamos un pequeño ejercicio mental: ¿qué justifica la existencia del genio o del que sufre retraso? No podemos decir que hay una motivación cuantitativa: no diremos que el genio es dos veces más listo que una persona normal, no hay manera de establecer esa cuantificación. De hecho, se ha pretendido hablar de un coeficiente intelectual basado en el adelanto de edades, pero las críticas que supone ese modelo sobrepasan las supuestas correlaciones. Tampoco existe una razón cualitativa, en cuanto se explica qué cualidades tiene el genio frente a quien no lo es, o las cualidades que supuestamente el retrasado no tiene, se observa que el lenguaje habla de tendencias, pero no puede sujetar el concepto. La cualidad de poder estudiar, de ir a la universidad, la cualidad de correr rápido, de ser torpe..., no existe una manera de establecer cualidades si no es mediante los estereotipos. Una mente científica debe abandonar los vicios que emergen de las tradiciones, los prejuicios.

Esta entrada merece ser profunda porque al fin vamos a tener la oportunidad de ubicar el carácter discriminante, el diferencial, que permite entender qué diferencia la historia de la filosofía de lo que es una rama de la historia o, dicho más bien, qué hace que la filosofía sea una historia trascendente, algo más que su mera historia.

Efectivamente cuando hacemos balance y estudiamos la historia tenemos la oportunidad de hacerlo desde el punto de vista de la buena gente, de hacerlo encajar con nuestro marco. Un marco que esté conectado con la convivencia. Pero hay gente que se desvincula de este marco, y éste genera una interpretación emic de la historia que la hace trascender hacia un modelo ético con el que nos sentimos afines. Ese modelo ético bien podría llamarse paz social porque, si bien el socialismo se puede entender como una corriente filosófica, también es cierto que desde el punto de vista socialista no existe otra forma de convivencia salvo la democrática.

Pero volvamos a las comparativas: la razón por la cual sabemos que existe el retraso, el ásperger, el autismo, el savant, el genio, etc. es porque destacaron en su anormalidad. En cuanto veíamos un gran atleta, o un gran maestro de las artes marciales, nuestros prejuicios los denominaron héroes, gente que se esforzaba..., ¿no podía ser innato? ¿Es posible que algunos grandes héroes fueran otro elemento innato no reconocido? ¿Y el autismo? ¿Acaso no es posible ser víctima de alguna clase de virus que te deje en ese estado? ¿Y qué pasa con los que se drogan? ¿Acaso no tienen un aspecto que muchos considerarían innato?

La incapacidad para establecer una teoría que permita establecer una medida cuantitativa o un criterio cualitativo es lo que hace que nos tengamos que arraigar necesariamente en la experiencia. Por experiencia me refiero, lógicamente, a esa síntesis de fenómenos bien etiquetados según un buen modelo científico y bien contrastados según el sistema de pares oportuno. Es decir, la experiencia parte de dos modelos: la capacidad que tenemos para organizarnos y la capacidad que tenemos para establecer méritos. Ambos esquemas tienen sus propios sesgos, por lo que la autocrítica siempre debe poder entrar: puede que el sistema de pares o la manera de distinguir sucesos esté viciado. Y el hecho de que también se pueda cuestionar algo así es lo que hace más grande a la propia ciencia...

En cualquier caso hay un tipo de informaciones que no aportan verdadero conocimiento, se mueve entre arcanos e intenciones, se trata de una propaganda con intenciones que le son desconocidas al destinatario. Esto ocurre cuando, por ejemplo, nos hablan de la idea de Dios: ¿es Dios comparable con algo? No podemos decir que el dios cristiano sea n veces más poderoso que una persona, ni tampoco podemos establecer unas cualidades ni a este ni a tal dios en comparación con una persona. Es decir, la relación de cualquier clase de dios con una persona normal es tan o incluso más inefable que cuando hablamos de genios, o de gente heroica. Es incluso aún más difícil reconocer el carácter innato de tales figuras. Y aún más difícil adivinar cómo emergieron, o si fueron personas normales que se convirtieron en dioses. Todas esas espectativas se vuelven imposibles, no se puede dar validez a pensar en la existencia de tales entes desde el punto de vista formal, porque su relación con la idea de lo que es un ser humano es inefable.



Es más, hay que indagar aún más, si los dioses no tuvieran nada que ver con lo humano entonces cualquier intención de religarlo a ellos se convierte en un sinsentido: si no tienen nada que ver entonces no hay rito que establezca comunión alguna. Y, en la medida de que las divinidades no tienen relación ni cualitativa ni cuantitativa con el ser humano, entonces no es posible encontrar vínculo alguno con él.

Alguien podría decir que existe una relación cualitativa: “el dios de la lluvia es el responsable de hacer que llueva, y el mortal no”. Lo malo de esa aseveración es que es una relación en negativo: vemos que hay cosas que se oponen al humano, no cosas que lo relacionan con él ¿Es posible hablar de un sistema donde ambos deban existir y que cada uno se encargue de un rol en específico? Si es así, entonces tenemos la relación cualitativa por el sistema común que los ampara a los dos. Es decir, si tenemos un sistema que genera obreros y soldados entonces el carácter cualitativo que garantiza la comparación sería el que garantice esa maquinaria que crea obreros y soldados... ¿Existe una maquinaria que genera dioses y mortales? ¿Por qué los conecta a través de ritos religiosos?

A lo largo de la historia hemos comprobado cómo muchas personas habían observado entidades incorpóreas, y se les ha querido llamar espíritus o fantasmas. Un fantasma, que no es más que un espíritu que hace acto de presencia, no parece superar las pruebas de etiquetado dentro de los modelos actuales, y los pares que los reconocen se rigen por filosofías que se desmarcan de otras comunidades científicas.

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¡Ha vuelto la conexión! Uf..., ¡qué alivio! Se han portado los técnicos de Jazztel... Espero que esto no sea temporal, que ya esté todo bien. Lo que parecía entre 24 y 72 horas ha acabado resolviéndose en 3 horas de nada, o así. No me ha dado tiempo ni a terminar este documento, debido a que me he visto atendiendo otros asuntos...

Ya ni sé de lo que estaba escribiendo offline. Veré si recupero el ritmo.

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Fantasmas, espíritus..., es curioso que la ciencia no los reconozca. Así como las abducciones. Existen como unas cuatro filosofías científicas que se pisan entre sí y que pretenden abordar en competición una misma área de conocimiento. Esto es algo que se conoce en la medicina, lo curioso es que no se suele expandir al resto de las ciencias. Es decir, el oncólogo tiene una visión de la medicina, así como el inmunólogo, sin embargo al juntar a ambos profesionales expertos en su materia resulta complicado saber hacia dónde se inclinan más fácilmente los hechos; en ocasiones hacer caso a unos o a otros puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, pero ninguno de los dos puede permitirse el lujo de creer que el que se mueve bajo otra filosofía científica es menos profesional.

Bien podría decirse lo mismo por parte de la paraufología, si es que tuviera algún sentido este planteamiento. En la medida de que hay una gran cantidad de testimonios variopintos sobre distintos temas: un fantasma sí podemos decir que es cuantitativamente comparable a un mortal, o cualitativamente en cierta manera, pero no podemos aún así definirlo dentro de un enfoque científico porque no hay manera de etiquetarlo dentro de las filosofías científicas (dentro de la física o la biología).

Por eso es más sencillo decir que son producto del miedo, el mito, el error, la broma, la locura, el desastre... Y es factible pensar así porque es coherente; pero claro, ¿supone alguna clase de relevancia con respecto a cómo lo sufren los testigos? En cualquier caso, ahora lo comparamos con una religión y nos damos cuenta de cómo el espíritu santo es muchísimo más inefable e inverosímil que pretender arrimar el criterio de demarcación a los testigos y fotografías cuya explicación queda huérfana de ciencia. La religión podría tener la pretensión ideal de alcanzar el nivel de imprecisión que supone hablar de fantasmas o de abduciones.

Y es que hablamos de cuatro filosofías de cara a intentar afrontar lo desconocido: puede tener eso desconocido un caracter superior (divinidad), inferior (espectro), semejante (fantasma) o simplemente ser producto de una ilusión. Pero como pasaba con las filosofías de la medicina, son posturas irreconciliables que solo pueden entrar en conciliación en cuanto se mate el debate con un suceso extraordinario que rompa los esquemas.

El desarraigo proviene de las personas que no quieren asumir el marco ético que les corresponde. Cuando observamos que la religión no es capaz de justificar sus comparaciones, ni sus ligamentos, lo que hace es traernos arcanos y tradiciones. La idea es hacer prevalecer el testimonio pero sin un correcto etiquetado, valiéndose del caos que genera el tiempo y la leyenda. Una buena filosofía de cara a su historia es la que permite filtrar qué información debemos extraer de ella. No podemos centrarnos en aspectos azarosos, ni tampoco en aspectos que sean de nuestra conveniencia moral... El actuar así nos desarraiga de nuestro verdadero marco. Sea cual sea dicho marco. Y ese marco es el que nos habituará a la activación de lenguajes adecuados que describan modelos de la realidad que funcionen mejor de cara a lo que somos.

Por eso el desarraigo puede ser como cuando dos personas se enfadan debido a que una de ellas es tóxica y la otra la víctima. Entonces un tercero decide mediar entre ambas, cuando no ha sido llamado por la víctima, y pretende que vuelvan a estar como antes. Ése es el más perfecto ejemplo de lo que es el desarraigo: es crear un marco mediante el cual la toxicidad prevalece. Cuando dos personas se desestiman el que era dependiente del otro tiene la oportunidad de rehacerse sin su dependencia, así podrá acabar más fácilmente con su toxicidad; y el que era independiente, la víctima, podrá darle la mejor de las lecciones no dirigiéndole la palabra. El acto al que muchos llaman odiar es un comportamiento que forma parte de la paz social y del entendimiento. Negar el odio es acercarse al desarraigo de lo que es el ser humano, como pretender asociar al ser humano con sujetos capaces de crear todo el universo. Son figuras incomparables e irreconciliables.

 

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