A medida que va pasando el tiempo no veo mi situación más estable: mi proveedor de Internet está buscando medios para ponerme de baja y, ya de paso, cerrarme el negocio; asímismo, si antes tenía ofertas de empleo ahora ya no me respetan ni el llamarme a hacer una entrevista - aunque se hayan comprometido a ello. Esto es, si antes sospechaba que debía haber algo en mi currículo que echaba para atrás el conseguir una entrevista ahora parece que he progresado: ya ni aun teniendo la entrevista programada me llaman.
Esto me suena a esos anuncios que me vienen de editoriales para que publique en ellas. Se nota que son anuncios automáticos: cuando lo hacía el grupo de ACM tan pronto como se me ocurrió ofrecerles una joya innovadora obtuve luz de gas por respuesta. Y es que son situaciones contradictorias: ¿a santo de qué un departamento me oferta publicar si luego otro departamento me tiene en una lista negra? Bien visto, podrían ser honestos en sus propias bases de datos y actuar al exterior como al final acaban haciendo las cosas.
Así que si combinamos el negocio que va a ser mutilado por la enorme inseguridad jurídica en la que me encuentro, y que no es legal pero claro..., España no es tampoco un país muy serio, de lo contrario no la habría denunciado ante Estrasburgo por ser una dictadura institucionalista. El asunto es que no tengo ninguna espectativa de futuro, no veo nada. Al fin y al cabo todo es una farsa, y da igual tener estructuras innovadoras o tener un pasado excepcional en muchas cosas: es más cómodo no aceptar lo que se aporta - quizá porque sale más caro.
Ni perfil bajo, ni perfil alto. Creo que simplemente no hay manera. Así lo pienso que decididamente, ¿para qué preocuparme por quién pueda leer esta entrada? Está claro que seré menos empleable si me muestro tan pesimista. Sin embargo, tanto el escribirla como no escribirla me deja en la misma situación: la diferencia es que al menos de esta manera acepto la realidad.
La gente en quien pudiera apoyarme, como es lógico, ya tiene sus problemas. Y considero que puedo gastarme todos mis ahorros en publicar mi tecnología innovadora. Cosa que solo me empobrecerá.
Por otro lado, si por lo menos mis ahorros pudiera servir para gente de economía floreciente... Creo que no volveré a fiarme de los bonos bancarios. Los liquidaré sin diversificar. Y es que existen mecanismos para saber qué proyectos son los más fiables, para eso existe la ciencia de datos, pero no: la IA se usa para asuntos financieros - lo cual no suele estar ligado con los proyectos más fiables, sino con la especulación y las burbujas. Me pregunto para cuándo cambiarán eso..., para cuando la bolsa deje de servirle a los ricos para hacerse más ricos. Y claro, si el mundo económico está hecho unos zorros es por culpa de esos superricos que no quieren dejar regular - saben que ante unas reglas justas, o que si se centra el debate en lo podrida que se vuelve la economía especulativa financiera entonces no tendrán la sartén por el mango.
Y en esta ecuación..., yo fuera de juego. Con la sospecha de que tal vez no encuentre la manera de hacerme notar como buen informático. Y la cosa es, ¿y si invierto en crearme mi propia página web? Y lo he pensado..., pero claro, otra inversión, como cuando invertí en mi propia novela - y ahí esta, es de una calidad muy buena pero no he sabido venderla. Aunque me resulte muy fácil escribir otra, no lo veo en absoluto rentable y, en cierto punto, antiproductivo por completo: acabaré jubilado e inmóvil y aún tendré libros por vender de la primera y única edición.
Dicho esto, tampoco creo que las editoriales quieran hacer progresar mis demandas de empleo, proyectos, etc..., que, de hecho, no tengo pocos relativos a editoriales - como se puede comprobar en este mismo blog. Es increible la de ideas que tengo para hacer resucitar el formato papel, o incluso la venta de periódicos..., etc. Mi pasado, para quien lo conozca, me avala: puedo resucitar cualquier medio por muy muerto que parezca. O incluso ayudar a dar nacimiento a medios inimaginables.
Sorprende que con mi palmarés no esté en cualquier parte. Ahora bien, aislar a alguien así no lo entiendo - ni me cuadra en absoluto.
Aún así, sé que no acabaré en el "arroyo", o debajo de un puente. Pero más que nada porque la economía socialdemócrata no funciona. Siempre fue una farsa: ni castiga ni premia. Los proyectos no generan dinero, solo acumulan ganancias de manera desproporcional y sorpresiva. El que quiera ganar se acabará saltando muchas reglas, o empezará con una fuerte inversión y avales que recordarán su abolengo. Yo, por no ser mujer, acabé en una empresa con otra persona a su nombre - y eso es lo que me ha generado todo este empudrecimiento empresarial donde ni el hospital, ni la compañía de seguros, ni la suministradora de Internet, ni el del cable..., nadie ha querido reconocer mi cambio de titularidad. Aunque esté más de ocho años pagando con mi cuenta corriente todas las facturas. Y con la llegada de la fibra han dejado a mi kiosko ante una situación logísticamente inestable.
Aún así, debido a que talento no me falta, siempre podré usar mis últimos recursos para hacer algún viaje y perderme en un país que sea más honesto - que no tenga demasiada letra pequeña, que no tenga esa cultura de dejar a la gente fuera de juego. El ostracismo puede llegar a ser muy cruel, porque es una presa que se rompe y acaba con la capacidad de avance de mucha más gente de lo que se puede tasar de antemano. Son decisiones bárbaras que pueden tener consecuencias terribles en costes de oportunidad y, además, al aumentar la crueldad de los mandamases también aviva la corrupción. Es una forma de idiotez el actuar así.
Lo único que me echa para atrás es que allá donde se viaja no se puede uno imaginar por dónde vendrán las puñaladas. Porque el hogar no es el mejor de los lugares, sino la única idea de seguridad que existe: la que te avisa de las contigencias.
Puede que a medio plazo surjan situaciones insostenibles para mi empresa, y deberé estar preparado para iniciar acciones legales. Si me cierran la empresa solo espero que pueda denunciarles para llevarme una buena indemnización. Aunque la confianza en este país sigue siendo...
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