Anoche soñé que era librero. Que había alquilado un local donde vendía productos para gente joven. Sin embargo, tan pronto me hice dueño de ese local me asaltó el recuerdo de cuando visité ese local siendo otro el dueño. Entonces ya estaba en otro mundo, otra realidad, y siendo cliente en ese local yo era el dueño de la tienda de móviles que tengo ahora. En esa otra realidad pude ver dos cajas llenas de libros; los paquetes enteros eran temáticos, ya sea de una serie manga o de una serie americana mezcla entre Dragones y Mazmorras y Scooby Doo.
Sea como fuere pude ver toda esa miscelánea de mercadeo que completaba el paquete: mapas, cartas, libros, enciclopedias..., todo un sistema para disfrutar de ese mundo imaginario bajo una única temática. Cada complemento se podía vender por separado pero, claro, en su conjunto se ganaba mucho más.
Se trataba de un paquete que ofrecía un enorme valor añadido: y en el estado de ensoñación en el que me encontraba todo el paquete costaba unos 300 euros. Quizá lo que costaría un videojuego en el mundo de la vigilia, pero todo con papel.
Yo me pregunto cómo queda la cabeza del joven que cada vez tiene más y más estímulos. Quizá se vuelve más y más exigente con lo que percibe, o quizá se vuelva más creativo. Pero las partes de su cerebro bien pudieran diferenciarse en cuatro grandes partes, según la dominancia cerebral de Herrmann. Y quizá lo pertinente sea hacerle una fotografía al desarrollo cardiovascular de las neuronas de un joven de manera que el nivel Gini sea el máximo.
Visto así, si vivimos en una sociedad que potencia demasiado las sensaciones (semiótica), y poco las letras (semiología, o metasemiótica según qué autores), entonces los productos que fomentan la activación, la partipación, etc..., serán los que aporten más valor. Ya sea librojuegos, juegos de rol, etc... Asímismo, las redes sociales tan pronto como fomentan la participación individualizan el resultado para crear una falsa sensación de magnifización de la aportación ¿Y qué pasa con el fracaso? ¿Se asume o se convierte en frustración? Las redes sociales tienen que reinventarse para la juventud, o prohibirse.
Por otro lado, se me cruza por la mente cómo en una caja de fruta cultural podría encontrarse grimorios, periódicos de la época, dinero falso, dados..., y así crear el ambiente necesario para desplazar a esos lectores y jugadores al mundo manual que quieran construirse. Me recuerda a cuando iba al colegio y nos llegaban los libros de texto: ¡eran tan hermosos! Lo malo de los libros de texto era lo mal usados que estaban por los profesores, porque se valían de ellos para torturar a los alumnos, obligándoles a repasar lecciones y repetirlas constantemente - cuando era más lógico seguir avanzando y que un tutor se encargue de proponer en la agenda de cada alumno el apuntarse a un temario o a otro, ni siquiera invento nada nuevo, ni nada difícil. Cualquier intento es más fructífero que la tortura de la repetición: hasta tu canción favorita la puedes aborrecer de tanto escucharla reiteradas veces. Y un adulto con un problema de compulsión, que está probando a intentar dar las clases de mejor manera, tiene mucho más aguante que unos niños hartos de que les repitan lo mismo con lo valioso que es su tiempo.
En la enseñanza, así como en el mundo de la diversión, no es imprescindible las máquinas de información. Se puede sacar provecho de una suerte de libros, siempre y cuando éstos estén dirigidos a ellos, y no al revés. La literatura juvenil es diferente a la literatura para adultos. Asímismo, se enseña en la escuela y el instituto qué es la literatura para adultos, la historia de la misma, de manera que parezca que el estudiante ha leído todos esos libros - cuando eso es imposible, y de lo más ineficiente ¿Cómo va a concluir en todo lo que dicen los libros de texto de literatura tras haber terminado de leer lo que les dé tiempo a leer en el periodo escolar? Ni siquiera esos autores están pensados para ellos.
Cuando te regalan un paquete lleno de libros éste debe ofrecerte el jugar con todo lo que te ofrece desde cualquier perspectiva, incorporando libros de pasatiempos, independiente de diccionarios con los que poder jugar a juegos tipo pasapalabra o tabú, así como atlas para jugar a juegos de rol... Y la propaganda mejor que se puede hacer es aprovechar los salones de manga para mostrar cómo se aprovechan esos paquetes, regalar muestras, vender otras... Jugar con los asistentes. Todo eso combinado con exposiciones.
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Se me ha puesto la mirada ésa de las mil yardas. Habrá familias donde eso podrá vivirse con normalidad. Habrá universidades donde los profesores no te acosen por llevar las cosas al día. Habrá centros de secundaria donde los profesores no creen listas negras, blancas y grises; donde las notas correspondan con lo que se pone en el examen y no por las circunstancias. Y si se crearan productos frescos culturalmente hablando, que devuelvan a la juventud la vigorosidad intelectual que merecen disfrutar, entonces ¿podrían ser saboteados por adultos que no quieran que sobrepasen ese techo de cristal?
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