viernes, 26 de mayo de 2023

Damas y Reyes. Filosofía de la emoción

Imaginemos un tablero con 8 damas donde se ponen los peones, y 8 reyes en la fila de atrás. El enfrentamiento de blancas contra negras podría hacerse con solo dos figuras de ese tipo, sabiendo que jaque mate es todo jaque que no pueda ser evitado. Sin embargo: ¿sería más o menos emocionante que jugar al ajedrez? ¿Tiene sentido este cálculo?

La emoción forma parte de la retórica; esto es, si separamos un folio con una línea vertical para listar palabras en dos columnas tan pronto como pongamos eficacia a la izquierda pondremos eficiencia a la derecha, de la misma manera si damos con un término cuya definición se hace inherente al individuo y a su semiótica bien podríamos rodear la palabra con un círculo, mientras que si el término estuviera delimitado por el estudio de la semiótica dentro del lenguaje a través de la semiología entonces podríamos rodear la palabra con un cuadrado. Así, tan pronto como ponemos la sabiduría a la izquierda y la rodeamos con un círculo, a su mismo nivel a la derecha apuntamos la inteligencia y la rodeamos con un círculo. Otra palabra sería el papel de la ética, como moral explícita desarrollada a través de la deóntica dentro de la lógica modal, entonces estaría en el lado izquierdo encerrado en recuadro. Ya, para rematar estos ejemplos, observamos que la retórica tendría que escribirse a la derecha y bajo un recuadro.

Así, tras hacer un estudio pormenorizado de los distintos hipónimos que encontremos en nuestro corpus filosófico, tendremos las dos grandes columnas rellenas con palabras etiquetadas bajo círculos y recuadros emparejadas o no entre sí. Visto de esta manera, el remate final de nuestro estudio consistiría en determinar en qué medida todas las palabras colocadas bajo un mismo lado y clasificadas dentro de un mismo marco acaban siendo englobadas por una sola, como formalismo más general desde el cual puede emerger como un árbol desde su raíz para ir clasificando cada término en su correcta definición.

Visto así, los recuadrados derechos, que correspondería con una de las áreas definidas por la teoría de la dominancia cerebral de Herrmann, tendrían como representante formal, empero, la "retórica". Y, dentro de la retórica, tendríamos la manera de dar con la emoción - siempre y cuando nuestro estudio semiológico esté a la altura como para encontrarle sentido a ese término.

Cuando un juego que se considera suficientemente perfecto en sus reglas, como podría ser el ajedrez, se le cambia en algún aspecto de manera trivial es posible que lo que se haga sea: simplificarlo o complicarlo y, por otro lado, acelerarlo o enlentecerlo. La simplificación no siempre está ligado con una aceleración y, por otro lado, es posible que se proponga el suficiente número de cambios como para que haya nuevas complejidades, simplificaciones, etc...

Si al ajedrez le eliminamos todas las piezas menos importantes, como en la propuesta que hago al principio, lo que obtenemos es una réplica exacta de lo que es en esencia la búsqueda de la resolución, del jaque mate. Ahora bien, una vez eliminado todo lo que entendemos de ajedrez con ese nuevo esquema: ¿se le ha perdido toda emoción o se le ha renovado de alguna manera?

La retórica tiene como uso la representación de los símbolos que usamos para pretender alguna suerte de eficacia sabiendo que, como explica Eco en la Estructura ausente, supone una paradoja para el que pretende ofrecer alguna clase de sabiduría o enseñanza: el acto de retórica introduce inherentemente afirmaciones poco fiables, que colorean la razón por la cual suenan convincentes. Por ello no se puede considerar la inteligencia una forma de sabiduría: pues no se llama al listo como tal por ser sabio, o prudente, sino por tener las reacciones necesarias propias del superviviente. Como que tampoco es lo mismo ser creativo que ser estructurado, ni tampoco son conceptos contrarios: pues puede el sabio basar sus conocimientos en su inteligencia.

Una vez aclarados estos términos, lo cual es terriblemente necesario a partir del corpus al que estoy habituado con debates estériles sobre lo que es la inteligencia o la creatividad, entre otras cosas, ya procedo a entrar en valor lo que pasa con la emoción.

Uno de los títulos que tenía pensado para esta entrada iba a ser: "La culpa no fue de Rousseau". Lo que pasa es que es terriblemente difícil saber cómo enfocar una entrada. Tan pronto como se explican unas cosas en realidad te das cuenta de que podrías centrarte en otras, y aún así hay muchísima tinta por poner. No hay que olvidar que estas estructuras, que afectan a significantes, por necesidad afectarán a cualquier uso fundamental que le demos - como puede ser en la política social. Así que procederé, ya que este párrafo me ha dado por convertirlo en una disculpa, a girar el argumentario en este punto.

Los reyes de la ley debería de ser el Pueblo. En cuanto el magisterio queda eliminado el juego se puede dar por terminado. El propio Rousseau lo explicaba en "El contrato Social". Ya habré mencionado decenas de veces la importancia que tiene el capítulo cuarto, el que habla del pacto social - y que es el único germen fundamental de lo que hoy día se suele llamar socialismo.

En todo el libro este filósofo francés nos hablaba de las atribuciones que tiene el rey, la iglesia y el dinero. Sin embargo, a la hora de hablar de la paz social estos elementos son extraídos por completo. Para conseguir establecer un pacto social no hace falta ni rey, ni Dios ni capital. Trabajar con el magisterio de un monarca, o bajo la vigilancia de la Iglesia y con dinero no es el problema en sí - más bien es lo que nos da problemas, pero no es un problema en sí.

No haré mención de los diversos países que se movían bajo unos estatutos tácitos que permitían a las tribus vivir bajo un régimen de capitalismo laxo y que, con la llegada del neoliberalismo, retrocedieron en derechos fundamentales y se empobrecieron de manera alarmante.

Está claro que a medida que la población crece se va requiriendo cada vez más un modelo más planificado, puesto que la monarquía no está a la altura de las espectativas del verdadero control de un país que aborde todos los problemas - más allá de darles magdalenas a la gente hambrienta. El juego de lenguaje que es necesario para abordar estos asuntos requiere reconocer los distintos roles en la sociedad y, en el estudio de este juego, observamos una mayor riqueza intelectual que supone un reto mucho más profundo de cara a nuestros intereses. Y es que no es lo mismo jugar a un videojuego de supervivencia que consiste en matar bichos e intentar recolectar reliquias, que el mismo juego ofreciéndote la posibilidad de mejorar tu personaje y crearte una morada.

Devolverle al Pueblo el protagonismo del poder supondría inventarse unas reglas de juego mucho más complicadas, pero era un reto necesario dada la realidad que se vivía entonces - donde dirigir el magisterio a través de un monarca era lo más eficiente que se conocía y, al mismo tiempo, tenía un efecto devastador sobre la sociedad. Y es que poner el problema sobre la mesa no puede ser nunca el problema, habría que echarle la culpa de lo que sucede a quienes imponen su solución. Es de cobardes negar al todo por cómo se ejecuta una parte.

En la filosofía oriental se considera que si un problema no tiene solución entonces, como tal, no es un problema. Pues bien, si no es un problema tampoco lo será paliar los efectos del mismo. Esto es, si la muerte no tiene solución, la agonía de la enfermedad deberá ser nuestro objetivo - lo que no puede ser es que se condene a quienes quieren traer el debate del dolor.

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Ayer recibí un correo sobre un nuevo concurso que está proponiendo Kaggle a los datacientíficos, consiste en crear el atlas de la red vascular humana. Algo así como una red de carreteras de un trillón de células, o también: una manera de hackear el cuerpo humano al descubrir cómo se organiza. Según algunos estudios, la captura de esas imágenes puede ser más informativo no solo sobre el estado anímico de un paciente, sino que además parece que es más informativo que lo que nos digan las proteínas..., vamos, que se han hecho ensayos diciendo que este juego del lenguaje es más eficiente y le ofrece a los médicos una visión mucho más profunda sobre lo que necesitan saber de la enfermedad del paciente.

Cuando a un médico se le ofrece una nueva herramienta éste puede observar la dificultad que supone aprender a usarla, pero la emoción que siente debe estar ligada a la innovación que aporte la herramienta. Realmente, más allá del descubrimiento que suponga desarrollar una herramienta que hace algo diferente, además debe ser capaz de ofrecer en algún sentido más por menos. Y es que eso es algo que llama mucho la atención a la hora de cambiar las reglas y justificar su emoción.

Cuando una sociedad consigue ofrecer más por menos dentro del pacto social entendemos que está evolucionando con la emoción propia de una democracia. Así que si debemos echarle la culpa a algún grupo de personas sobre las matanzas que ha habido no tiene ningún sentido centrar la mirada en quienes nos desarrollaron la semiología con términos necesarios. Es decir, los ilustrados nos dieron cultura, nos dieron las palabras que se nos arrebató en el medievo..., pero, ¿quiénes guardaron celosamente las palabras?

Podría echarle la culpa a la iglesia o a algún monarca y así podría quedarme tan pancho..., pero no. El error debe ser sistémico. Más en concreto, ¿y si hubiera un error de fondo en la historia de la humanidad y de los genocidios que se han llevado a cabo en nombre de la Justicia? Sí, es ahí donde hay que mirar. Siempre usamos la misma palabra: Justicia.

A medida que han estado pasando los años la Justicia ha sido cada vez más y más y más y más lenta. Esa lentitud además se encarecía cada vez más incorporando más y más y más especializados en el área. Gente que en vez de aportar más eficiencia parecía burocratizar aún más los resultados para aumentar el papeleo estéril.

Hay que centrar la atención en lo siguiente: vemos a un juez español que entra en un juzgado. Este señor, por ser muy competente entre los suyos, porta como cinco quilos o más de papeles. Se entiende que cada uno de esos folios se los va a tener que leer este señor antes de llegar a un veredicto ¡Qué emocionante eso de ser juez!

La sentencia finalizará con solo unos pocos gramos de folios ¿Suena trasparente? El asunto es que, como si fuera un enviado del Padre Supremo y Señor Hacedor de Todo el Universo en su Infinito Amor, el juez nos deleita con una interpretación que en ocasiones no suena en absoluto a científica y, lo que es peor, muchos juristas niegan que el Derecho deba ser tratado como una ciencia. Claro..., como que el origen de todos los mayores crímenes proviene de la desidia y el odio de estos señores.

Como si aún estuviéramos en el medievo, algunos jueces gustan de ser tratados con una especial distinción. Y, por supuesto, lo mismo pasa con las leyes, que en vez de ser una expresión de la moralidad del pueblo se convierte en un explícito secuestro a traición con las manos llenas de dinero llevado a cabo por juristas. Como, de hecho, ocurrió con la Constitución Española del 78, así como el robo llevado a cabo después para arrebatarle a España la soberanía. Ojo: hay que echarle la culpa a los juristas, pues el fiscal es un jurista y no se quejó, el juez es jurista y no abrió la boca, y al magistrado de las instancias más altas se le encomienda un trabajo de jurista y tampoco dijo nada. Al menos nada, me refiero, que sonara defendible dentro de algún contingente posible.

Así, ¿qué es lo que movió a Marx el alzar la voz contra el burgués? Redefinámoslo: la inoperancia de la justicia ante unas leyes que daban garantías pero que no eran efectivas.

¿Qué es lo que hace que el empresario esclavice al trabajador? El hecho de que haya leyes que lo impidan y, al mismo tiempo, jueces que interpreten la ley de manera prevaricadora para hacer posible su visión torticera de la democracia. Esto es, si las indemnizaciones estuvieran a la altura del daño real, entonces los empresarios serían los primeros en querer negociar con los trabajadores, y no al revés - pero como las indemnizaciones son dictaduras establecidas por los juristas que quieren proteger el crimen organizado por las estructuras burguesas que someten a la población bajo una tiranía entonces lo que obtenemos es caos.

Por otro lado, alguien se queja de que cada vez las empresas están destrozando más y más a los trabajadores. Estas empresas ganan más y más dinero gracias a esa manera de desechar mano de obra, que puede acabar muriendo enferma y se convierte en carne de cañón temporal. Así que las empresas que no interpreten la ley de esa misma manera serán sancionadas no ganando tanto como las primeras. La cosa es, la ley es clara, pero ¿cómo se indemniza el daño? DA RISA. La culpa de los conflictos la tienen EXCLUSIVAMENTE LOS JUECES.

Si la ley es del Pueblo, ¿por qué un señor que asegura que interpreta nuestras intenciones acaba incorporando sus propias perversiones en sus fallos? Así se observó con la idea de las "subcontratas": concepto inexistente creado por los jueces españoles. La idea es que si una empresa externa se encarga de los recursos humanos entonces, ¿quién se encarga de la seguridad del trabajador? Un debate inerte que supone un reto para quienes quieren subvertir el orden democrático.

De la misma manera, un profesor universitario agrede a un alumno debido a alguna clase de perversión sexual que tiene ese profesor, ¿puede considerarse un debate considerar su expulsión de ese y cualquier centro sabiendo que no había vínculo personal entre alumno y profesor? ¿Se reinsertaría a un pederastra en una guardería?

El cómo se reestructura la sociedad y sus juegos a un modelo terriblemente ineficiente, donde la meritocracia es una utopía, donde los jóvenes no ven emocionante integrarse en el sistema, nos obliga a tener que mirar con una mirada fuertemente crítica hacia los engranajes que más chirríen. Esto es, lo que va más lento en el vehículo es probablemente lo que frene a todo el sistema. Si algo está muy frenado y encontramos vínculos formales que nos inducen a comprender que pueden ser la causa del problema entonces la correlación ya se puede dar por justificada.

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De vez en cuando vemos cómo en el marco establecido por la ventana de Overton se intenta centrar la atención hacia la siguiente tontería: que si rey o no, que si izquierda o derecha..., asuntos que son coyunturales para el auténtico problema. Hay un problema real sobre la promoción a juez, sobre la ley del enjuiciamiento criminal, sobre la compensación moral, sobre trasparencia judicial, sobre el control del Pueblo con la interpretación de sus leyes..., y cada vez va a peor y sus efectos son cada vez más nocivos con parches en formato de dictadura, más leyes absurdas, más laberintos y, por tanto, más corrupción y mayor pesadez para la aplicación de las leyes, que provocará que los ricos salgan ganando.







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