miércoles, 28 de julio de 2021

He vuelto a reinventarme

Sigo creando y sigo construyendo, cada vez más y mejores inventos; más consolidados, para perfeccionar los fallos de los algoritmos y paradojas que me iban surgiendo. Y, tal como me urgen, me hurgan la testa como si fueran tales ideas esquirlas de mi cráneo deshuesado en una orla con la pretensión de montar un ornamento. Se reinventan y vuelven a montarse para cuestionar los límites de antaño cuando supuestamente no era posible hacer según qué prohibiciones.

Y ahora resulta que no, que ya se pueden hacer y que no es ni mucho menos complejo. Pero, por alguna extraña razón, sólo está ausente de complejidad para aquel que esté deseoso de aguantar el largo letargo de una letanía sinuosa llena de descripciones en sus recovecos por camino de la correcta eficiencia y manejo del uso de los recursos. 

A medida que vuelvo atrás y observo lo que hice entonces me siento orgulloso de haber perdido todo lo que nunca fue necesario mantener. Quise enorgullecerme de teoremas que, tal vez, algún día use - pero que por lo pronto ya han sido superados por otros que fueron apareciendo sobre este largo proceso de descubrimiento continuo.

Pero claro, pienso: ¿acaso aún me queda ese lenguaje que tengo a medio hacer para la designación aún más clara y diáfana de las clases de complejidad, así como la clasificación y explicación de lo que son las demostraciones y su relación con la decibilidad? ¿Qué es lo que supuestamente habré ganado en este tiempo más que las decepciones de mis pares al no prestarle la atención debida a mis resultados? Creo que lo que he ganado ha sido confianza, ganas de mirar lo investigado para observarlo con otra perspectiva más serena - aún más serena y clara.

Son una mejora detrás de otra. Mientras observo que no hay reacción por parte de mis pares. Y es que si hay algo que no aguanto del mundo académico es lo terriblemente lento que es - nada que ver con la realidad del mundo al que estoy acostumbrado.

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Me pregunto si esto ha sido resultado de la incursión que hice a la montaña para asumir una confrontación a modo de retiro espiritual, como una confrontación física a los miedos por agorafobia. Y es que enclaustrarse demasiado en tu casa o en el kiosko te lleva a repetir siempre las mismas pautas, lo cual es genial para los que tenemos mala memoria temporal. Sin embargo, también se repiten pautas mentales al mismo tiempo - por eso escaparse a lugares que jamás te atreviste puede llevarte a abrir puertas que nunca debiste dejar cerradas: te obliga a observarte a ti mismo mejor. La pequeña voluntad que ganas son las puertas que se te abren con el tiempo.

Es como si la hora que elegí para subir el Calvario, seguido de la media para bajarlo por el camino más corto, mientras acechaba el ponerse de noche en ese barrio tan impropio hubiera sido una manera entender los desafíos para adornarlos de una especial experiencia.

Así que lo que ya de por sí funcionaba bien sé hacerlo funcionar aún mejor.

No sé, pero antes de abandonar este país estaría bien perderme por algún que otro lugar que tengo pensado. Más que unas vacaciones son una promesa personal que me hice y que hace años no pude suplir, lo cual me servirá como ventaja para que pueda tener una manera de vivirlo mezclado con una sensación de nostalgia y alegría.



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