domingo, 26 de septiembre de 2021

Lo que huele mal

He buscado atrás, qué queda de mi obra. Y hela ahí, como ocultada. Algunos que están y no existen en cuanto a que perdurarán, y otros que no estamos y no existimos aun perdurando. Como un fantasma recorreré las bibliotecas de los castillos, mientras una amalgama de historias hacen referencia a la mía. Y eso no es lo molesto, es algo perturbador, pero no molesto. 

Perturba y refleja cómo es la sociedad y sus estilos, qué es lo que entiende por válido. Qué es lo que entiende por tener imagen para influenciar. Supongo que yo no soy de los que tienen esa imagen, como para salir en las portadas. Poco importa. Porque lo que no me perturba pero sí me inquieta es el hecho de que haya gente que está y perdura pero que no solo no aporta nada sino que además estorba.

Se les dio una oportunidad y se enriquecieron ¿Entonces? Parece que no han terminado de apartarse. Parece que siguen creyendo que el lugar que ocupan es merecido. Pero no, son auténticos deshechos. Y lo son. Ellos si son referenciables. Ellos sí tienen la imagen, esa imagen de portada. Pero, ¿qué clase de imagen es la que se han ganado? Eso es lo que me resulta molesto.

Si algo me molesta puedo ignorarlo, pero ¿qué hacer con aquellos que deciden referenciar lo que es basura? Puedes hablarles, puedes preguntarles..., pero poco a poco se habrán ganado tu desprecio, tu desconsideración, al darle importancia a cosas que no la tienen. Y entiendo que es merecido el prestigio que pueda ganarse el cantante que a penas aporta talento, que sólo reune a masas... Bien, es como el famoso que a penas aporta talento, que sólo reune a masas... Y los invitas, hablas con ellos un rato, unos días..., pero lo que no persiste no persiste. No puede aguantar lo que no va a más. Hay que ser justos porque cuando hacemos que persista lo que no tiene talento el resultado es que se remueva lo que huele mal.

En muchos aspectos he decidido apartarme del centro de atención. En ese sentido me siento satisfecho porque obtuve cuanto deseé, por aquello por lo que luché. Pero volvemos al punto de partida, y aun insistiendo en que buena parte fue autoimpuesta luego los hay quienes se envalentonan y ayudan a sobreentender mi más perfecto de los anonimatos. Es como si mi vida se hubiera convertido en Puerto Rico, como si hubiera sido víctima de alguna clase de colonización nunca confesa, un tipo de criptofascismo que me intenta como someter aun existiendo alguna clase de clave oculta que pueda permitir independizarme de aquellos que dicen amarme tanto.

Y huele mal. No sé lo que es. Quizá porque ya lo he denunciado todo, porque ya me he hartado a denunciar todo lo denunciable y, en el fondo, la gente a quien denuncio son las criaturas más simples y palurdas que nos podamos imaginar. Resulta terriblemente sencillo pensar que cuanto más dinero tengas más motivaciones tienes para intentar dejar las cosas tal como estén, como si cualquier cambio significativo pudiera convertirse en una amenaza. Pero no hay mayor amenaza que el fingido derecho a voto que tenemos actualmente, tan centrado en el poder ejecutivo.

El poder, inexistente, se referencia, se teme, se proclama, se atribuye..., en cuanto a que no existe se pervierte, se convence al alienado de que debe obedecer, y actúa como si tuviera fundamento aunque no lo tenga. Ése es el papel de los comisarios: no hay una ley que diga que el policía debe actuar de una manera o de otra, pero el comisario se encarga de dar un procedimiento no oficial y hacerlo pasar por oficial. De esa manera nadie rinde cuentas por la realidad impuesta contra el Pueblo, por esa clase de opresiones dictatoriales que provienen de la institución. 

Ningún funcionario recuerda ni cita las leyes, hay un abuso sistemático de la posición de control que se tiene. Sólo los países más democráticos pueden hacer alarde de tener mecanismos de respuesta a este descontrol. Sin embargo, el problema radica en la existencia de un poder ejecutivo..., de quien ejerce el poder. 

El poder no se puede ejercer en una democracia. El poder se describe o se interpreta, pero al ejercerlo lo dictas. Ejerces una orden judicial, ejerces la interpretación de un poder que no tienes. Cumples una ley, ejerces el cumplimiento de un poder que no tienes, o que aprobaron tus representantes. El militar puede ejercer su función, el matemático puede ejercer también su oficio, pero no hay poder salvo el de la decisión y, dentro de los márgenes que eso supone, cuantas más decisiones deba tomar el que ejerce su profesión menos interés tiene la posición que ocupa para quien lo contrata.

Le interesa al Pueblo que quien ejerza el poder lo aplique tal cual esté escrito y descrito por su función. Que aquello que no precise mayores explicaciones será porque lo vinculante ya está suficientemente bien entendido y lo estandarizado esté bien referenciado. Cuando el funcionario te dice una cosa y no te encaja debería haber un mecanismo para negarse, o para que alguien te dé una explicación mucho más satisfactoria ¿Que soy un loco? ¡Pues que me lo explique la guardia civil! ¿Por qué no se dirimen los asuntos realmente importantes en los juzgados de guardia? Quizá porque estemos más que acostumbrados a las rencillas que deberían resolverse trivialmente. El cómo se comunica el Pueblo con el Estado es lo que realmente debería ser lo importante.

¿Y qué pasa cuando hay un proceso continuo de estafa aceptada? ¿Qué pasa cuando hay múltiples denuncias contra una misma compañía por defraudar a sus clientes? Nadie toma el relevo, nadie decide ponerle el cascabel al gato, siempre hay una tragedia común que todos aceptarán y asumirán. En este punto todo es comprensible, y de manera masificada por cientos o miles se multiplicarán los afectados, los tontos, timados... Gente que no se merece lo que ganan y lo ganarán porque el modelo de denuncia no quiere apreciar todas las formas de crimen organizado que existe. Porque no es posible declarar nuevas formas de negocio, las formas de negocio van más rápido que las leyes y, por encima de éstas, la manera de estafar a la gente de manera legal. Y eso sin contar la explotación a los trabajadores en contratos que también viajan más rápido que la legislación vigente.

El Pueblo, de tener el poder, no lo permitiría. Pero no podemos esperar que esa sea la reacción..., lo consentirán, dejarán pasar el tiempo, será una tragedia común, pensemos en nuestro sistema como si funcionara de manera ideal... Y así seguimos. 

Muchos piensan que si se hace caso a algunos podrían venir cambios. Esos cambios que podría hacer que las personas se sientan más libres, más libres de estafas, de explotación, de ninguneo, de la impunidad del criminal... Y esos no quieren que eso pase. Eso es lo que huele mal.





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