Con la semiótica de Umberto Eco y algunos apuntes antiguos míos varios de Python he dado con la fórmula. Ya sólo falta decidir implementarla, que me entren ganas de hacerlo. Probablemente lo programe en un equipo desconectado, para que deje de darme el coñazo Microsoft y su puto Windows10.
Podría pasar que la semiótica fuera circular y la lingüística descriptiva, que la generación de lenguas naturales sea sólo un proceso simple, y lo complicado sea la interpretación consciente de todo el conjunto. Al fin y al cabo la consciencia es un problema de semiótica, no tanto de lingüística... Bueno, habría que decir que de la lingüística emerge el lenguaje y del lenguaje una literatura. Esta literatura genera una poesía debido a la sensibilidad por parte de la semiótica del individuo. De donde hay emociones más primitivas y otras de carácter más civilizado, cosa que ya sabíamos.
Seguiré analizando el tratado de semiótica de Umberto Eco, y lo cruzaré con mis estudios sobre el género único - que están orientados en la pragmática..., tal vez tenga una refundación de los mismos estudios. La notación que distingue el significante de significandos y significado era un tema para mí primordial en mis estudios sobre semántica aplicada al metalenguaje y los que yo llamo verbos modales.
Ahora, con el proyecto que tenía en mente de construir un libro que enseñe desde cero un lenguaje para aprender con sus notas de manera exponencial..., tendría que verlo ¿Me moriré del aburrimiento en mitad del proyecto o realmente querré pegar el acelerón? Al fin y al cabo, no hay nada que hacer ni aquí, ni allá, ni en ninguna parte... No hay garantías de conseguir nada en ningún sitio de nada. Todo es una enorme pérdida de tiempo, a nivel local, nacional o internacional.
¡Que me abduzcan ya los extraterrestres!
Ahora leo las preguntas platónicas, de Descartes, Chomky..., tomo mis notas y me encajan. Al menos tengo una buena teoría como para ir respondiendo con sencillez sobre la marcha. Ya sólo faltaría el sujeto, el probando, demostrar mediante gamificación la consecución de las competencias.
Sigo con mis problemas más importantes: un trabajo, un futuro... Estos jueguitos no me llevan a ninguna parte si con mi edad sigo viviendo en casa de mis padres. No veo inteligente iniciar un proyecto cuando el mercado es tan volátil y el estado tan traicionero - las instituciones públicas suelen sabotear los proyectos de los más pequeños y no hay seguridad jurídica ante las empresas que incumplen las leyes en España de la manera más obscena, como ya he visto en el hospital por parte de la empresa que lo gestiona.
Si me fuera a Rusia, por ejemplo, vería exactamente lo mismo. La corrupción es pareja (no se puede medir demasiado) debido a que está institucionalizada. Así que vaya donde vaya sólo veré devastación y la ética liberal de que si te va mal es por tu culpa. La gente necesita motivos para ignorar lo infantilmente egoísta que es.
Si hay algo que realmente me enferma es el paternalismo japonés, cómo se justifica el nepotismo y los favoritismos, hasta el punto de castigar sin fundamentos jurídicos - sólo porque se es la autoridad. Son muestras de lo lejos que están de la democracia, del sentido común, y cómo se les dispararán los casos de crimen organizado (yakuza), agorafóbicos (hikikomoris) y, en consecuencia, los indigentes que, muy probablemente, consigan localizarlos para meterlos en las jaulas de pollos (cárceles). Todo para crear apariencia de correcto funcionamiento.
Todos los estados son fallidos. No me gusta cómo se organizan. Pero principalmente porque no veo la manera de crear un futuro en ellos ¿Viviré lo suficiente como para que un país apruebe una renta básica? Porque esperar a que se genere un sistema de coberturas de trabajo eso sí que no creo que se dé. Ese modelo lo tengo apuntado y no se parece en absolutamente nada a lo que suelo escuchar en los discursos socialistas.
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La razón por la que los estados fallan es porque se justifica los problemas internos, los signos de su funcionamiento - aquello de lo que deberíamos de ser conscientes, a lo que racionalmente nos explica un político (la pragmática). Pero la semiótica no puede reducirse a la pragmática. Porque la semiótica trabaja con los signos, y la pragmática trabaja con palabras. Y los signos es un conjunto abierto de mensajes que tienen alguna clase de sentido para las personas.
Umberto Eco define la semiótica como el estudio de todas las cosas que pueden engañarnos. Por eso, un signo es un elemento que es susceptible de usarse para manipular nuestras decisiones. Eso es debido a que cuando percibimos la realidad ésta es lo suficientemente compleja como para que cualquier teoría coherente pueda desarrollarse dentro de una fenomenología bastante convincente que no tenga nada que ver con la realidad misma. Por eso se acude a un señor que se valga de su pragmática, para fulminar al ciudadano con su engaño personalizado, con su enfoque pragmático.
En mis estudios sobre semántica no uso ni el signo ni la palabra, me valgo de una definición diferente: la etiqueta. Si bien el signo es cualquier cosa que podría engañarnos, o, como se dice en informática, que permite distinguir alguna clase de mensaje de otros, la etiqueta es un signo reconocido. Esto es, que habrá abiertamente muchos signos, pero las etiquetas están limitadas por un histórico porque es un conjunto explícito. Los signos pueden ser víctimas de la paradoja del tercer hombre de Platón, las etiquetas no.
Así, una sociedad que sepa eliminar la necesidad de un señor que te describe su realidad para todos de una manera paternalista, una sociedad que elimine al dictador y se mueva por enfoques asamblearios..., es una sociedad que se ve obligada a percibir las cosas de manera consciente por sí misma y no a través de prismas que la polaricen. Cuando en un debate las opiniones provienen de tertulianos que tiran al provecho de un colectivo sus ideas al final las conclusiones acaban manchadas de demasiada propaganda. Cuando desaparecen los dictados pragmáticos del debate político lo que queda de las ideas que persistan será lo ausente de propaganda.
Y tengo comprobado que cuando los enemigos de la democracia no ven propaganda, o no ven las cosas bajo su control, automáticamente se ponen a chillar, empiezan a dictar normas, pasos, dicen lo que hay que hacer, etc... La asamblea debe tener suficiente cultura como para invitar a esas criaturas histéricas a marcharse - simplemente. No todos están preparados para integrarse en una asamblea, las asambleas son cosas serias. Nada que ver con el debate en asociaciones al que estamos acostumbrados.
Quizá por eso los políglotas tienen más ventaja a la hora de hablar con la gente, y son más tolerantes.
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