jueves, 5 de agosto de 2021

Teoría de la estabilidad criminal

Hoy estoy pletórico. Es posible que tras tomarme ayer tres Red Bulls mi cabeza haya encontrado los nutrientes que necesita para despertarse en condiciones. O puede que me quitara demonios de la cabeza, sea como fuere hoy voy a retomar algunas explicaciones que tengo a modo de conclusiones sobre cuál es la naturaleza de los actos violentos y que no suele encontrarse en muchas referencias.

Algunos modelos se presentan con suficiente capacidad para validarse como para tener que aceptarlos. Y no, no voy a hablar de algo tan específico que me pasó ayer como que recibí 8 notificaciones de Hacienda con número de identificación diferente (8 notificaciones diferentes) para un aparentemente mismo documento. Ya me tomaré mi tiempo para mirarlo por encima, aunque lo mejor que se puede hacer con Hacienda es ignorar a esos hijos de puta que deberían de recibir un mansalva de despidos para que empiece a funcionar de cara al Pueblo y deje de hacerlo de cara a los intereses de "los suyos" sean quienes sean esos "suyos". Y que conste que les pedí que me hicieran las notificaciones en papel, pero nada: para eso no tienen cojones.

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Partamos del conocidísimo experimento de Milgram del coche abandonado, para luego confluir en los famosos experimentos que nos dicen que una víctima de abusos repite como víctima con distintos abusadores.

Rápidamente: el experimentador deja un coche abandonado y sin cerrar en una calle, ya sea en barrios altos o bajos, y observa que prácticamente respetan el coche. Esto es, parece difícil dar con la criminalidad en casos normales. Sin embargo, ahora prueba a hacer algo: prueba a ponerle una mácula al coche, prueba a romperlo un poco, sabotearlo..., un tiempo después, independientemente de si es un barrio rico o pobre, el coche tiende a ser saboteado y aniquilado.

Ha habido una artista que se expuso a sí misma para que hicieran con ella lo que quisieran los probandos. Podían desnudarla, violarla, pegarla..., y al principio parece que la dejaban como en paz, o que sólo la abrazaban. Pero poco a poco llegarían los besos, los toqueteos, las exposiciones violentas, los pellizcos sádicos, etc... Como en una escalada exponencial del dolor y la violencia.

Tenemos también el experimento de los barrios, donde se comprobaba que existía una correlación entre la suciedad en la calle y los índices de violencia. De la misma manera, también hay una correlación, pero inversa, entre los barrios con polideportivos y los índices de violencia. Se han desarrollado varias explicaciones con los deportes de equipos, yo me quedo con la idea de que quien juega a deportes de equipos aprende por sí mismo el valor del respeto a las reglas del juego. Lo cual puede recordarnos mucho a Wittgenstein.

Una vez puestos estos datos sobre la mesa me planteo qué debe ser la violencia, y cómo se activa en un individuo normal. Ya digo que a mí Hacienda me ha inspirado mucha, muchísima, violencia. Nadie se imagina a qué niveles. Pero eso es otra cosa, ahora prefiero ignorar a esa pandilla de mafiosos inventahistorias aspirantes a fascistas. Seguro que si un inspector de Hacienda español lee esto se estará riendo cínicamente por dentro diciendo: "¡Cómo nos ha calado!"

Imaginemos un barrio con un índice de criminalidad establecida a un cierto nivel. Entonces un hombre con mucho dinero y que especula financieramente decide tirar basura en las calles de ese barrio para estudiar las fluctuaciones del mercado que produce esa clase de acciones. Se entiende que si una persona tiene un conocimiento previo a la aparición de fluctuaciones en el mercado entonces podrá ganar una enorme cantidad de dinero; por lo que si lo que acabo de decir no es delito y no está perseguido entonces ya es probable que ocurra y genera dinero - eso quiere decir, aplicando la ley Lithe, que eso mismo ya debe estar ocurriendo en alguna parte.

Con las mismas una persona va andando por esas calles, tiene una lata de cerveza, está harta de la vida que lleva y no tiene ganas de llegar hasta la papelera..., ve toda esa basura, es normal tirar las cosas al suelo, también tira esa persona la lata; ya alimenta el problema. De la misma manera, aparece un criminal que ha salido de prisión, tiene ganas de robar, violar, extorsionar, hurtar algo..., y observa que se encuentra en un barrio que no es digno, con gente que va andando por esas calles indignas, que están integrados en la indignidad y lo normal es agredirles. Eso es lo normativo.

Y esto pasará para esas ideas que surgen en momentos de flaqueza, como en esos días malos, como si estuvieran a la espera de surgir. Esperan alguna clase de inspiración y tenemos todo tipo de criminales: el que tirará la lata fuera de la papelera, el que hurtará, el que robará, el que agredirá para robar, el que abusará sexualmente, el que violará, el que asesinará, etc... Cada uno espera su pequeña inspiración para incorporar su pequeño granito a la suma de la escalada de violencia, ese momento de inspiración para delinquir. 

La mayoría tirará una lata, unos pocos menos hurtarán un objeto olvidado, otros pocos menos se arriesgarán a meterse en propiedad ajena sin ser vistos... Cada uno dará su aportación, pero como si fuera una escalada exponencial las latas de cerveza se dispararán con los papeles en la calle, habrá más basura hasta encontrar lo que yo llamaría la estabilidad criminal.

¿En qué consiste la estabilidad criminal? Es bastante simple: da igual cuánta basura vea yo por el suelo, el ser humano es una criatura racional y no se comporta según principios conductistas. Eso quiere decir que no empezaré a violar a nadie por muy estercolero que sea un sitio. Que da igual incluso que EEUU decida convertir mi ciudad en un lugar desértico a causa de las bombas porque yo no empezaré a saquear las tiendas ni a violar mujeres. Ese límite racional queda establecido por otros principios que podría desarrollar, pero que ya habré hablado de tales en otros pequeños ensayos como éste. Es aquí donde hablo de esos orbitales de violencia donde fluctuará como si fuera una divisa los índices de criminalidad.

Es decir, al final por haber echado una cierta cantidad de basura por las calles de un barrio los índices de criminalidad habrán aumentado para pasar a un orbital diferente, como si fuera un electrón activado por la interacción fotónica. Así que el ayuntamiento decidirá limpiar el barrio de esa basura para devolverlo a su estado anterior. Sin embargo, a pesar de que eso debe ayudar a reducir la criminalidad, el hombre es una criatura racional y el tiempo que haya estado la criminalidad dañando al sistema provocará un estado intermedio de criminalidad: ni como estaban al principio, ni como antes de que todo se limpiara. Se ha pasado a un estado de no retorno - o, al menos, el no retorno exigirá el paso de muchísimo tiempo, si no para siempre.

Aún hay que considerar otros factores externos que provoca la criminalidad, como ya estudió en su tiempo el propio Bertrand Russell en su discurso de obtención del premio nóbel - cuando analizó el origen de la avaricia y las ansias de poder de la gente poderosa, cuando analizó la maldad de la gente que cree actuar racionalmente.

Ciertamente muchos dirán que el origen de la maldad está en la basura y el sadismo de la gente, otros dirán que el origen de la maldad está en la gente que tira la basura para sacarle un beneficio personal, otros le echarán la culpa al sistema bursátil y al capitalismo..., estos últimos están bastante acertados, pero no va por ahí la cosa: yo estoy con Russell, el origen de la maldad proviene de una mala lectura de la meritocracia, de una mala lectura de lo que tenemos que hacer para sobrevivir, de una serie de cosas que nos han podido traumar en la vida, de un recuerdo generacional de haber pasado hambre y nos obliga a ser avariciosos, etc... 

Yo en su momento reconocía distintos tipos de maldades, sin embargo es muy difícil de entender lo que escribo cuando uno tiene como espectativas funcionar con el Leviatán. Leerme obliga al lector a ver el Leviatán de Hobbes como un ser inconcluso, absurdo, un golem de poca monta. En mi otro blog me puse a desarrollar de manera no muy trasparente, las cosas hay que decirlas, los distintos memes que vigilan la sociedad y conforman la civilización.

Pero, como ya he dicho, este breve ensayo no va de esas cosas.




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