martes, 3 de agosto de 2021

La parábola de Marta y Darío. Los tres mundos de Popper.

De vez en cuando reaparezco en Youtube, no descarto descargarme por esa vía. Y tenía pensado exponer la simplificación de porqué es más fácil modelizar la realidad con tres mundos, como punto de partida para abrir discusiones filosóficas.

Popper reservaba para el primer mundo el mundo de lo físico, el segundo sería otro mundo que nos es ajeno, que es el que nos afecta a los vivos y tiene que ver con el placer y el dolor. Así, si nos lo pensamos bien nos queda otro mundo, uno que no es moral como lo no lo es el primero, y que es mental: el mundo que construye el ser humano. Un tiempo después Popper recompuso su explicación de los tres mundos desde otros puntos de vista, lo dicho en el 78 fue reinventado más adelante; pero sea como fuere parece necesario reconocer tres maneras de ver los hechos: lo físico, lo moral y lo ingeniado.

Para ilustrar muy fácilmente la necesidad operante de los tres mundos uso una simple parábola: un ingeniero, un juez y un lugareño están ante un puente roto delante del alcalde del municipio. El alcalde hace una pregunta y los tres coinciden en las cuatro palabras que le responden pero cada uno desde su mundo dice una cosa diferente.

Alcalde: ¿Se puede construir el puente?

Lugareño: ¡Es imposible construir ahí!

Juez: ¡Es imposible construir ahí!

Ingeniero: ¡Es imposible construir ahí!

El alcalde ha hecho una pregunta única, y ha recibido tres respuestas diferentes. El lugareño ha observado, como que el sol sale todos los días, que cada vez que construyen ahí un puente éste es derribado por los vientos. Los hechos le han inducido a pensar que no es posible construir ahí porque hasta ahora nadie lo ha conseguido. El lugareño no es un académico y no habla de manera correcta, no es capaz de prever un eclipse de sol, porque para él las cosas que hasta ahora han sido de una manera seguirán ocurriendo.

Sin embargo el juez responde otra cosa diferente. Cuando un juez dice que algo no se puede hacer no se refiere a si se ha intentado antes, sino a que según la ley no se debe hacer. Para un jurista lo que no se puede hacer es lo que no se debe hacer. Los actos que se llevan a cabo se rigen por una moral, no se sostienen por las posibilidades ni por la experiencia. El juez, muy académico, transmite una realidad que le es objetiva en cuanto a que sabe de la decisión adoptada por los legisladores, por la jurisprudencia u otros fundamentos de derecho. Cuando el juez dice que algo no se puede hacer lo hace fundado en derecho, y es una respuesta académica.

Ante lo cual descubrimos una tercera respuesta diferente, que es lo que dice el ingeniero. Al margen de que hasta ahora nadie haya podido construir un puente, sea legal o no hacerlo, resulta que el ingeniero ha hecho un estudio de cargas, de los materiales y demás cálculos que le son objetivos. La empiria le ha dicho que esos modelos matemáticos funcionan y trabaja con una probabilidad lo suficientemente alta como para aseverar con contundencia qué se puede construir y qué no se puede construir. Cuando el ingeniero dice que algo no se puede hacer, como hace el juez, necesita demostrarlo - en su caso, valiéndose de teoremas matemáticos y postulados validados por los estándares aceptados por la comunidad científica.

Es por ello que si no existiera el tercer mundo sería como cuestionar la labor de la comunidad científica y su capacidad para estandarizar su aportación dentro de la realidad; de la misma manera, el segundo mundo se constituye gracias a la existencia de legisladores y la jurisprudencia que emana de la interpretación más justa de estas leyes en su correcta aplicación. Negar la existencia del segundo mundo sería como negar el poder legislativo. 

Nótese que cuando decimos tres cosas diferentes usando las mismas cuatro palabras y el mismo tono de voz eso quiere decir que nuestra sociedad (civilización) ha habilitado la creación de algo que trasciende a la realidad misma. Porque los ríos mojarán y la nieve estará fría, pero eso no tiene nada que ver conque se redacten leyes y éstas, a su misma vez, no tienen nada que ver con el diseño de efificios, las composiciones musicales o la ropa.

Sin embargo, hoy quería plantear el problema que subyace del monismo y el dualismo: la idea de que todo se reduzca a la física, como defendería Marta la monista, o de que haya una alma que lo gobierna todo como defendería Darío el monista.

Marta a Darío: Tu problema es que todo lo tienes en tu mente, todo eso es inventado, no existen esas ideas.

Darío: Yo no me invento nada, de hecho reconozco que existe la ingeniería y el arte, y no tiene nada que ver con el mundo que describo.

Darío a Marta: Tu problema es que no reconoces los sentimientos y la complejidad del cuerpo, eres una conductista y para ti todo son estímulos y respuestas.

Marta: Yo no soy una conductista, reconozco el mundo del dolor, la moralidad. Aunque no haya libre albedrío siguen existiendo las leyes.

Lo que observamos en esta discusión es que es un diálogo de besugos porque los dos tienen razón en las respuestas que dan, pero no en las acusaciones que hacen. Y esto nos lleva a una paradoja, si negamos ambas posturas para sintetizar lo que defienden en común descubrimos los tres mundos de Popper. Al mismo tiempo que no reconocen que defienden dos mundos dentro de su mundo en oposición resulta que en suma defienden los mismos tres mundos siempre y cuando renuncien en parte a la hegemonía de su planteamiento inicial.

Es decir: Marta debería de renunciar al poder inquebrantable del reduccionismo de la fisica y Darío debería de renunciar al poder místico del alma y a los infinitos terceros hombres.

El tema del tercer hombre ya fue rebatido ante Platón, pero para rebatir a Marta - cosa que es propio de finales del siglo pasado, lo mejor es llevarla a mi terreno:

1. Es posible que todo venga de la física, ¿pero cómo se demuestra que la psicología tiene una correspondencia con un subconjunto de los elementos de la física? ¿Cómo encontrar un isomorfismo de un subconjunto de los principios de la física con la psicología? Si la física es una teoría incompleta y siempre lo va a ser si partimos de los corolarios de Gödel, ¿cómo se va a confirmar en su incompletitud que ya se alberga a la psicología?

2. Resuelto el 1, ¿cómo aseverar que esa correspondencia es decidible? ¿Cómo se asegura que existe un lenguaje que explica con un número limitado de pasos cada afirmación? ¿Cómo se puede confirmar que la física puede demostrar un teorema de la psicología?

3. Resuelto el 2, ¿cómo aseverar que esa demostración sea tratable? ¿Cómo se pretende decir que cuando tengamos una cuestión de psicología se pueda encontrar una explicación que no sucumba a una explosión combinatoria de términos muy complejos y que nos obligaría a computarlos por millones de años cuando desde la propia psicología se podría resolver en un chasquido? ¿Cómo aseverar que realmente la física puede aportar algo útil o innovador a la ciencia de la psicología?

4. Resuelto el 3, ¿cómo aseverar que las innovaciones de la física no son mejorables desde un punto de vista de la propia psicología? Es posible que por aceptar un lenguaje que explique de manera más sencilla a través de la física lo que es de naturaleza psicológica estemos limitando nuestra capacidad de demostración a un campo que nos impida darnos cuenta la incompletitud de nuestras teorías ¿Cómo puede aseverar el reduccionista que no ha sucumbido a esa situación?

Pues bien, considero que esas cuatro cuestiones son fundamentales a la hora de entender qué entiende el monista por lo que entiende. Al fin y al cabo es aceptable constituir modelos físicos y de conducta desde el punto de vista monista, siempre y cuando no se le otorgue cierta clase de hegemonía que ninguna ciencia es capaz de soportar.


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