Un trabajo por entregar en la universidad, o el instituto, me duraba una tarde - como media. Era una cosa sencilla, aunque oficialmente te daban todo un semestre para terminarlo. Aún así, como observaba en los profesores la posibilidad de que no me lo iban a corregir - algo desgraciadamente muy explícitamente habitual, en la universidad acababa por incluso entregar menos trabajos de los que desistía de entregar en el instituto por el mismo motivo.
Es como si cuanto más poder tiene el profesor más carta blanca para destruir y extorsionar. Sin ir más lejos, era insinuar que la formación oficial funcionaría mejor con un sistema de inspección más presencial y saltaban los corruptos..., se escandalizaban. Ya tienen asumido que no hay autoridad en quien confiar, ya tienen asumido que todo lo que es ese mundillo no es más que una farsa.
Esos que te demandaban más trabajos, que te examinaban y corregían las preguntas de manera torticera, luego se escandalizaban si se hablaba de segundas opiniones, trasparencia, etc...
El sistema educativo que he conocido es una auténtica basura.
Ahora me toca entregar un trabajo académico, una vez más. Tengo los contenidos y la sensación de que no será ni mirado. Algo así podría haberme producido cuando publicaba mis artículos en medium. Como blogger llegaba a pasar que un día me documentaba, al día siguiente probaba el código y al día siguiente, o el mismo día, montaba y publicaba el artículo.
El hacer esas cosas sin pensar, estar ocupado, era divertido. Me ponía un poco al límite. En ocasiones me reconocían la calidad del artículo, y en ocasiones no. Me daba la impresión de que no eran bien valorados por el público. Pero eso no era lo que me importaba realmente. También es cierto que parecía que podía ganar unos céntimos gracias a mis aportaciones, pero eso tampoco me llamaba a hacer lo que hacía. Lo que me hacía escribir los artículos era que me daba la sensación de que se había abierto un puente entre yo y los destinatarios de esos artículos. Lógicamente, en cuanto medium me demostró que era capaz de sabotear ese puente dejé de escribir al ipso facto.
Soy consciente de que me voy a encontrar con bromistas que intentarán sabotear mis exposiciones; versionarán mis documentos para que parezca que he escrito una cosa diferente, y así poder atacarme. Obviamente esa clase de bromas nos las admito, de ninguna manera. Y con esa gente no hay que darles ni las gracias.
Y ahora estoy con este documento que se me ha atragantado. Aún no sé muy bien porqué. He vuelto a retocar el documento tal como lo tenía pensado, he considerado que mejor si demuestro porqué el formalismo lógico es laxo - es falto de rigor. Gracias a eso dejaré por unos paranoicos a los malos agoreros que se piensan que resolver cierta clase de problemas te habilita a destruir todos los protocolos de seguridad.
Así que he pensado que quizá deba dejar a esa gente por lo que son: unos farsantes. Es decir, ya que me pongo me pongo. No me limitaré a decir que la ingeniería funciona con ciertos niveles de exigencia que los formalismos matemáticos no alcanzan, ayer mismo decidí constituir una demostración mucho más rigurosa al respecto. Lo que debería de ser de sentido común a estas alturas creo que sigue siendo una duda absurda que mucha gente tiene: la enfermedad que adquirieron las matemáticas con Cantor podría tener cura.
Y es que las dos filosofías son válidas, pero la que se maneja con la laxitud, el conexionismo, no debe olvidar que no tiene el rigor de una ingeniería. Ni los rascacielos se construyen como los edificios, ni se puede hacer ciudades de rascacielos. Lo primero porque un rascacielos es como una pirámide, y lo segundo porque un barrio de casas no necesita un aire acondicionado comunal.
Por eso mismo, porque por cada día que pasa vuelvo a pensar: ¿y si le meto esto también? Es como si no parara de meterle más ideas.
Y, por otro lado, tampoco quiero darme prisa; porque estoy aprendiendo un nuevo idioma. Estoy pensando más en un plan de escape que en otra cosa. Y creo que esa es la principal razón por la que aún no he terminado el documento.
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