Ha tenido que pasar una crisis absurda en la seguridad de los políticos para obligarles a enseñar la cola, para que su disfraz de cordero quede poco convincente.
Sin embargo, los que no tienen cultura política no están preparados para el debate: en momentos de verdadera crisis es cuando aflora la ausencia de liderazgo político. Es ahora, en su salsa, cuando se les verá por cómo son realmente - cuando los ensayos no les dice cómo crear su correspondiente mascarada. Ante las singularidades los políticos demuestran si realmente son o no merecedores de un puesto tan singular. Y es que el ejecutivo no es moco de pavo: es el poder dictatorial y, en España, de hecho es el poder del valido real - el que aconglomera la influencia de todos los poderes democráticos en la sombra, y en la ley.
Así que vemos el absurdo y la gente ha decidido comportarse como borregos capitales: que si los que se ponen a un lado, que si los que se ponen al otro... La fórmula era trivial: condenar el terrorismo. Nada más. Pero claro, hay personajes que creen que alicatando un pilar no se corre el riesgo de hacer caer el edificio; que por ello no pasa nada si no se es arquitecto. Esta clase de personajes no son más que una bala perdida.
Lo mismo pasa con el otro, el machito, lloriqueando cuando él mismo se reía de las víctimas del terrorismo; contabilizando las miserias de Otegi para hacerlas suyas propias. Ahora se da cuenta de cuántos votos estuvo tirando por la borda de una manera estúpida - cosa que quizá nunca le importó. El objetivo era idiotizar a la gente, volver extremistas a los que les sigan... En estas últimas semanas no fue necesario ningún escrache, ningún insulto, ninguna deshumanización..., él mismo estuvo fabricando de las figuras más gringe que ha podido estar en política.
Era cuestión de tiempo antes de que un perturbado, siendo éste completamente y únicamente responsable se lanzara a las amenazas de muerte; como ya pasó con otros políticos. Pero el Gobierno pactó con el partido que es presidido con otro sujeto que tampoco condena la violencia y el terrorismo.
Lo más triste es que no es necesario "gobernar". Todo no es más que una patraña que se finge para poder tener unos presupuestos con los que jugar, para atribuirse avioncitos, sueldazos, casoplones, máquinas de masaje... Todo con la excusa de que se está ahí para gobernar. Para eso se pacta con esos partidos presididos por una bala perdida; y eso convierte al presidente en la cuarta que quedaba.
...
Cuando me planteo los problemas que deberían ponerse a debate vuelvo sobre lo mismo: cuando los derechos humanos se constituyeron como un éxito social, redactado por algunos marxistas, el propio Marx lo vio incompleto. Entonces se intentaron varias internacionales - todas fracasaron. Desgraciadamente la dialéctica que debe tener el estado con el pueblo ha sido dictado por Stalin: la idea de cómo se puede levantar un imperio, concepto seguido por Mao - para crear una China comunista al margen del feudalismo.
El famoso libro de Stalin sobre la idea de cómo se mantiene una nación me parece una aberración, como lo fue su gobierno. Y ese es el punto de partida: ¿quieren un gobierno formalmente democrático y que además reconozca principios materiales en condiciones? Pues antes habrá que definir la idea de estado nacional y, de ahí, la idea de imperio.
El estado en un país se compone de tres elementos fundamentales: suficiente población, suficiente historia y suficiente interés geoestratégico. Si alguno de esos tres factores lo tiene infradimensionado entonces, independientemente de lo que sea oficialmente, su política de estado no merece relevancia como país. Pero si alguno de los tres lo tuviera sobredimensionado entonces estaríamos hablando de un imperio.
Con esta definición Japón estaría en la duda de ser un imperio, cuando China o EEUU está claro que lo son. Ahora bien, lo interesante de lo que entendemos por imperio es justamente que sus partes bien pueden ser estados nacionales y, de ahí, que los conflictos internos deban resolverse mediante alguna clase de cohesión interna.
Hasta ahora todos los imperios se han fundado en una moral basada en el miedo: el control del sometimiento que no es autoritas. Es decir, todos los imperios han emergido para sucumbir. En la medida de que un imperio no esté dispuesto a reinventarse más rápidamente de lo que sea capaz de inventarse un imperio rival podría perder la oportunidad de mantener su hegemonía, hasta el punto de deshacerse como país para dividirse.
Lo que cohesiona al imperio son los derechos humanos y la armonización fiscal: de una manera o de otra todos los estados tienen que pagar al imperio. Observamos cómo Europa no ha sido capaz de mantenerse unida, y la lengua - como suponía Stalin - no ha sido el problema. Tampoco ha sido necesario el imponer un pensamiento único. Ya digo que las ideas de Stalin son aberrantes.
Lo que ha roto a Europa es el hecho de que el sur se administra financieramente de manera diferente al norte; y hay una lectura de que unos países roban a otros. Y para eliminar esa idea sólo hay que usar las mismas partidas presupuestarias en todos los países. Es tan simple como que no se necesita ni una moneda única, ni el espacio común, ni directivas complejas..., nada de eso ha servido para cohesionar, más bien ha servido para separar.
Todos los países europeos han estado haciendo trampas al solitario y, justo cuando tocaba unirse, resulta que en el año 2000 no se atrevían a cumplir sus cuentas. Todos los países generaban una apariencia de solvencia. Sin unas reglas sólidas sobre fiscalidad no hay nada que hacer, sin unas leyes presupuestarias no hay nada que hacer... Mientras exista un poder ejecutivo no hay nada que hacer.
--
Observamos además cómo todas esas balas perdidas siguen fingiendo que son útiles para crear el imperio europeo, cuando en realidad valernos de una fórmula que comunique el legislativo con el judicial sería más que suficiente para crear el engranaje más difícil de conseguir - el que permite la cohesión de cualquier conjuntos de estados nacionales.
Y es cuando analizamos los tres factores: ¿qué hace que un país sea más difícil de gobernar? Que tenga más gente, que tenga más historia y que tenga más intereses geoestratégicos. La historia genera fronteras que se solapan en los países, y provoca un factor multiplicativo en las personas: hace que dos personas piensen como si tuvieran hasta cuatro opiniones diferentes.
Es como comparar a los físicos teóricos de los físicos de laboratorio: cuando un físico de laboratorio dice una cosa todos los demás físicos le apoyan y se adhieren a sus resultados, pero cuando un físico teórico interpreta un resultado sólo es necesario otro físico teórico para descubrir tres teorías diferentes. Por eso, es cuestión de imaginar qué significa vivir en un país sobredimensionado en conflictos pero donde cada conflicto no contribuirá en la renta como un sujeto más: son más personas pero declaran los mismos, o incluso menos.
También la corrupción sobredimensiona el tamaño de la población y, como contrapartida, se puede observar que lo que reduce el problema es la educación. Por eso cuando en la URSS prohibieron la historia en realidad lo que estaban consiguiendo fue el mismo efecto que aferrar un petardo con una mano apretando con fuerza: te quedas sin mano, por pequeño que sea.
De ahí aparece un problema de envergadura: ¿qué pasa con la desigualdad? ¿Es realmente injusta? En realidad la desigualdad sólo es injusta en sistemas individualistas, porque no le da las mismas oportunidades a todos los individuos. En el mismo instante en el que se garanticen los derechos sobre los individuos y se evite hacer recaer los deberes sobre los mismos entonces la ausencia de igualdad no será un problema del estado nacional debido a que no estará asociado a injusticias.
Esto es, la fórmula que propongo es que el estado garantice los derechos individuales y que reclame las responsabilidades sobre los colectivos.
Si una mujer es 1'5 veces más débil que un hombre entonces, ¿acaso no supone una injusticia que tenga que pugnar en igualdad de condiciones con un hombre cuando éste nisiquiera se embaraza ni tiene los mismos asuntos ginecológicos (mucho más vulnerables que los urológicos)? Visto así, si se deja a la mujer en la indefensión liberal debería de cobrar menos para que estuviera a la par con un varón ¿Y esto no es injusto? O quizá debería de cobrar lo mismo cuando un varón es mucho más productivo ¿Y esto no es injusto? No se paren a pensar: es una paradoja que el liberalismo no pretende aceptar que existe.
La solución está en conformar colectivos laborales, que la carga de trabajo no sea determinado por el empleador, sino por la propia comunidad laboral: un grupo decide emplearse en un contrato colectivo, pero el empleador sólo trata el contrato como si hubiera empleado a sólo un trabajador - quién trabaje o cómo se turne no es competencia de quien contrata. Esa es la fórmula que he estado proponiendo en este blog: el contrato colectivo. En ocasiones lo llamaba el contrato de Mimba, pues es el modelo que se usa en el campo de facto con los inmigrantes, y que funciona muy bien.
Que contraten una partida, los miembros de la misma no es cosa del empleador sino del colectivo laboral.
Visto así, las desigualdades se quedan en el interior de los grupos laborales; no son competencia del estado. Quien no quiera formar parte de un grupo de trabajo que elija otro donde se sienta más cómodo.
Y claro, visto así, ¿acaso no es lógico también reducir los problemas de búsqueda de trabajo ofreciendo una renta básica? Así se apaga la necesidad de aferrarse a una oferta de trabajo; y es entonces cuando aparece la negociación entre iguales, sin necesidad de imponer un sueldo mínimo - pues la renta básica se encarga de asegurar lo mínimo. Esto es, trabajar sin necesidad de que te apunten con un arma.
--
Todo lo dicho anteriormente se resuelve legislando inteligentemente. Como un buen cirujano, se necesita un buen instrumental con el que trabajar, y cultura para hacer las cosas bien. Pero, al mismo tiempo, cuando las personas comprenden la simpleza de todo el proyecto lo extraño es que no se adhieran por voluntad propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario