He podido rememorar la película "El nombre de la rosa", del libro de Umberto Eco "La abadía del crimen". Mientras veía la película recordaba cómo un título más apropiado podría haber sido puesto: "El placer del pecado". Al fin y al cabo, ni la abadía ni la chica eran protagonistas de nada.
En mi haber tengo un tratado sobre la risa, recogida desde el estudio serio y filosófico. Todo un pecado capital, según algunos personajes de la novela. Pero claro, no tanto una novela..., pues de ficción tendría la historia, los personajes..., pero no del todo las ideas, las referencias... He querido recoger la idea de la novela en un videojuego que, sin ir más lejos, será el peor de los sacrilegios si realmente lo termino.
Será un videojuego que girará en torno a una abadía, con conversaciones relativas a los pecados y los placeres que producen, sobre investigaciones que deberán saldarse aplicando la quinta forma normal de una base de datos: el peor de los sacrilegios, algo perseguido por todos como prohibido. Y en ese contexto podría poner al jugador a investigar quiénes cometieron pecado, qué pistas se dispone para ello. Se supone que nadie tiene esa tecnología, se supone que no hay código para hacer algo así. Todo un sacrilegio implementar algo que se supone que no existe.
Bendita ignorancia.
Y ya de paso he pensado incorporar en los diálogos el cálculo de Lambek para el reconocimiento de lenguajes valiéndome del CYK; lo siento por Chomsky, pero hay formas mejores de hacer las cosas debido a que incorporan una mayor riqueza a la hora de emitir juicios morales. Tales juicios morales no pueden ser impuestos por la manera de interpretar una gramática que debería ser volátil... Y ahí es donde metemos el estudio del contexto.
Sería gracioso que metiera huevos de pascua por todas partes como he estado preparando. De manera que el que juegue a ese juego no sólo resolviera un caso, sino que además percibiera que éste se conforma por sí mismo y se repite según estructuras previsibles. Sería una manera de reirme de mis captores.
Veremos qué nos depara este año.
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