martes, 5 de mayo de 2020

¿En qué sueñan las ovejitas eléctricas?

He estado perfeccionando en casa el algoritmo primario para esa consciencia artificial construida mediante filosofía conectivista, y he localizado, al menos en teoría, un lugar donde ubicar lo que podría generar sensación de sueños en el sistema de información.

Al menos, necesariamente con el algoritmo primario - ya no digo si desarrollara el secundario, duplo y vectorial, se me antoja que el aliasing que es imprescindible a la hora de testear mecanismos de codificación para mejorar la compresión de la información tiene que tener una función parecida a la de las alucinaciones, o montajes con bastante sentido - justo antes de ver cómo se optimizan los recursos.

Me encajaría bastante. Ese disparador que se acoplaría a cada nodo distribuido tendría una peculiar interpretación borrosa, enmarañada... Así hasta dar con una codificación que deje obsoleta a la anterior. Eso, claro está, al menos en teoría.

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Esta mañana me tocó hacer cola en el banco. Perdí una media hora que, la verdad, no creo que mis clientes se percataran demasiado por cómo está el mercado, el estado de bloqueo, etc... Entonces uno de esos que tienen carta blanca en los estados de alarma (habla como quiere, se acerca donde le da la gana, se le nota requemado y sin cultura) se puso a chillar a unos agentes de policía, a un furgón. Pero, eso sí, desde el anonimato - en mitad de la calle, a lo lejos.

Que si cabrones, que si la lechera, que sí..., ni me acuerdo de los términos. Esas personas que están ahí haciendo su cometido, y bien necesario que es, es bien seguro que ya le habrá reclamado a los intocables lo típico: que si identificación, que si explicaciones, etc..., y probablemente les haya dado algún papelito rosa, o advertencias, o vete tú a saber. Así que ese hombre se quedó solo chillando, mientras los que esperábamos en el banco nos mirábamos los unos a los otros..., ciertamente ese hombre se creía guay, pero vivía en otro mundo.

Cuando vemos a la gente en los balcones aplaudiendo no lo hacen como ovejas, lo hacen porque quieren. Lo mismo pasa cuando se aplaude en los hospitales a los médicos. Esos aplausos son reales. La policía y los médicos tienen el apoyo real de la ciudadanía. Y también el rencor aparatoso de algunos casos aislados que hacen mucho ruido. Como si esas minorías más que tener una opinión política tuvieran algún rencor no reconocido, algún asunto personal. Vamos, como si no fueran gente seria. Y es así como se siente.

Pero no seamos como corderitos. Las ovejitas que se mueven por Internet suelen ser muy condescendientes para conseguir visitas. Las redes sociales suelen fomentar mucho el odio, debido a que los mamíferos no tenemos los instintos desarrollados para grandes grupos de personas. O para grupos que se mueven a grandes distancias, sin la cercanía de conocer a la gente en sí. Razón por la cual hay mucho que evolucionar, y para eso están las pandemias - ¿No queremos evolucionar? Pues no hay otra. Igual que cada 10 años a partir de cierta edad hay que hacer revisión médica, o eso tengo entendido, un planeta cada 100 años hace revisión pandémica. Es ley vírica... Así funciona la biología. Los detalles los desconozco, por supuesto. No me dedico a esas cosas.

Pero estando en la calle lo observé: me vi congelado. Era un intocable: ¿le digo que hace mal chillando eso a los policías? Mi instinto y mi moralidad me empujaron a pensar que se cansaría de hacer el ganso, que esos comportamientos incivilizados no eran compartidos por la gente. Que era antisocial. Pero claro, le digo eso y lo mismo se me acerca..., y no soy de los que temen a un tiparraco de dos metros, como si pesa el doble que yo, o lo que sea, el problema es que los intocables lo son porque no tienen cultura de mantener distancias, de respetar a la gente..., problemas de asco, en definitiva.

Y tan pronto como en redes sociales critico a la policía, porque parto del supuesto de que tienen que ser lo suficientemente profesionales como para asumir mis críticas, igual de cierto sería que en una dictadura callaría como un perro, o que no voy dibujando a Mahoma..., tonto no soy. Pero tan pronto como critico al fuerte más que al débil, luego me veo como una oveja más, dejándome llevar por las masas como si fuera una máquina al no decirle una palabra a este señor. Al no saber qué decirle.

Los policías hacen su trabajo. Claro que sí. Pero el estrés innecesario genera situaciones de desentendimiento, y descalibra la capacidad del agente para saber si se encuentra ante una persona que se salta el confinamiento o que desconoce el último edicto municipal lanzado por la alcaldesa. Aquí cualquiera puede equivocarse y sólo la buena fe mueve montañas.

Al final vamos a la cama y los aspectos que más han hecho mella son los que marcarán el paso para el día siguiente. Y malo es que interioricen los gritos de los intocables por encima de los aplausos, porque un trofeo inmerecido genera las mismas pesadillas que un grito de ayuda que ha sido desatendido. Y los gritos a la policía deberían de ser de ayuda, las críticas por su poca rotación de cargos y los aplausos porque se lo merezcan.

Como pasa con los médicos, exactamente lo mismo.




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