martes, 22 de diciembre de 2020

La rueda de la fortuna

 - ¿Pero me ha pagado?

- Sí, le he dado 20 euros.

Ése es mi problema, mis técnicas no me permiten estar seguro de nada. Mi memoria es horrible y es como tratar con un ciego del recuerdo. Entonces la gente que en principio se sentía muy segura contigo luego ve al discapacitado, al loco, al incapaz...

Aun cuando las cosas me vayan bien tendré una leve sensación de que podrían estar aprovechándose de mí, o de que no estoy vigilando las circunstancias como debiera. Pero eso es ley de vida, lo apropiado es encontrar un grupo de gente con los que cambiar mis ciclos de actividad - en quienes poder confiar.

Ayer una señora muy necesitada me presenta un móvil que la estaba volviendo loca, porque se había activado un servicio para ciegos - tras resolvérselo me sobrepagó el servicio. Hoy me viene un hombre con un pago importante en una recarga, como el mensaje tardó más de lo debido pasó de hablarme con una enorme cordialidad a percibir mis servicios con cierta desconfianza. Y toda mi preocupación por demostrarle que mi actividad no fue fraudulenta ayudó a que reseteara mi memoria temporal y que perdiera la noción del protocolo de pago.

Hay que estar siempre atentos, tan pronto como te aparece una persona muy contenta con lo que haces luego te encuentras con una persona que se siente especialmente defraudado. Es la rueda de la fortuna, que fue el objeto de mi tesis central en mi adolescencia: toda obra literaria la reducía a las técnicas de la rueda de la fortuna - porque creía que era así como se creaban las historias con conflicto, las que serían recordadas o dignas de ser contadas. Era la fórmula del éxito.

Sin embargo me equivocaba: la rueda de la fortuna era un arquetipo de 21, o así descubrí hace cinco años. Y esos arquetipos forman un sistema en comparación con los 12 que clasifican los objetos o con las distintas fases de una historia que, en un género único, conforman como una baraja de cartas, como cuatro géneros.

Eso es lo que defiendo ahora, y me parece realmente extraño: ¿por qué los arcanos de la baraja del tarot de Marsella encaja tan bien y cumple tantas espectativas - más allá de que ese tarot no sea necesariamente perfecto? Y la rueda de la fortuna establece que tal vez los más grandes no sean reconocidos, y que la mala suerte y los estamentos sociales acaben por hacer anónimos a verdaderos portentos. De ahí que sus estudios filológicos se volvieran arcanos: algo que hacía crear buenas historias se gremializa y sólo se comparte en círculos cerrados, que luego se volverán místicos.

Si bien la cartomancia podía haberse usado en la antigüedad para que los escritores se crearan esquemas sencillos, subtramas dentro de las tramas, mientras escribían - al más puro estilo de cómo recuerda las cartas uno de los campeones mundiales: dándole un significado en forma de historia. Es decir, lo que empezaría siendo una herramienta, otros lo convertirían en un juego, después evolucionaría a una frivolidad de acertijos, para convertirse en un mecanismo de adivinación.

Entonces su creador desaparecería de los registros de la historia. Bien podría haber sido uno de los grandes: Cervantes, Lope de Vega, Shakespeare..., o algún anónimo o innombrable. Podría haber sido un monje vetado a crear novelas, obligado a duplicar cientos y cientos a lo largo de su vida. Podría haber sido cualquier cosa: desde el alquimista original de escritos mal copiados al intentar imitar la transcripción de las letras españolas - como el de Voinich (lo que me recuerda que tenía un proyecto de traducir automáticamente ese documento, usando una selección de teorías publicadas).

Sea como fuere, puedo hacer más o menos, puedo subir o bajar un poco..., que siempre me quedaré igual. Da igual que haga algo increiblemente brillante, como si la pifio de manera desastrosa. No me moveré del sitio, y no habrá manera de que nada cambie más allá de los parámetros a los que esté acostumbrado.

Proletariado..., luego veré a otro sujeto echándome la culpa de ser un esclavo del sistema ¡Los esclavos del sistema no son culpables de ser esclavos del sistema! Los que piensan así son los verdaderos esclavos del sistema: porque les va bien en la vida y, al mismo tiempo, pueden ser manejados por gente como yo, que somos quienes tenemos la llave aun siendo ellos el carcelero.

Envidiosos que ni viven ni dejan vivir y te echan la culpa por ello. Lo veo en esos artistas de mierda que, de vez en cuando, critican los éxitos musicales de otros porque han sido un éxito - y ellos, que se ven a sí mismos con más talento, no aceptan que el público tenga un criterio propio, una fórmula de éxito. Esa fórmula puede ser la historia que cuenta, cómo lo cuentan, cómo se presenta... Esos artistas desprecian a su público y esperan triunfar sólo con su obra. Se convierten en carceleros, pero no han sabido cerrar la puerta y el templo no es lo suficientemente laberíntico como para acorralar tantas almas. Así que se atreverán a probar otras cosas, a experimentar, a huir... Y no lo entienden.

¡Ay si pudiera escapar de esta mentira! ¡Ay si pudiera eliminar tantas barreras!

Entonces sabría la gente lo que es un verdadero apocalipsis y no las mariconadas de la Biblia.



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