El cielo sólo se conquista mediante asalto: los partidos políticos no son la solución, y hace falta buscar fórmulas para que la gente sea consciente de que están siendo arrastrados hacia su propia infelicidad.
Puedes ser un experto en creación de partidos que acabarán gobernando en una socialdemocracia, ser un experto en memes, en cultura, conocer a los más grandes, haber bebido de pequeño de todos ellos... Puedes conseguir una hucha infinita de dinero incluso, que el problema no está ahí: cuando el líder del partido se corrompe no podrá echarle la culpa a su familia, de Principios recios, no podrá echarle la culpa sus maestros... Toda esa gente fue más coherente que él mismo.
Tampoco podrá echarle la culpa a su idea de amistad, pues los hay que entran en política para acabar con sus propios amigos, y la ley natural le dice que no hizo bien. Se corrompen por la envidia, y no podrán echarle la culpa al experto que les señaló el camino del éxito. Porque vimos incluso cómo su serie favorita era una advertencia a la idea de sucumbir a la tiranía, y no fue capaz de pillar el concepto.
Una y otra vez, se puede acusar a un mal maestro o mentor de haber construido un tirano, alguien que destruyó la democracia, pero cuando observamos tanta tiranía en sujetos cultos y con una economía estable, así como con relaciones estables..., sólo podemos hacer una cosa y tomarla como conclusión definitiva: FUE EL SISTEMA.
El sistema socialdemócrata no es capaz de conjugar el socialismo, el pacto social. No se puede crear un sistema representativo porque los partidos políticos necesitan capitalizar los principios a través de los grupos de presión y, aun cuando científicamente se observe que no son representativos de los problemas de la sociedad, aún se seguirán manteniendo esos grupos de presión sólo porque consiguen dar votos.
Entonces es cuando observamos que para que haya democracia desde una socialdemocracia se debe pasar por una fase de revolución: empujar a la sociedad más allá de su idea moral de lo que es legítimo. Cuando una ley es injusta lo legítimo es no aplicarla, o así decía Mandela.
Dicho esto, dirá el periodista: ¿y quien vigila entonces al vigilante? Las leyes y la constitución de una orgánica democrática es lo que debe perseguirse, cuando observamos una desvinculación con la soberanía popular es cuando debemos adoptar decisiones que no se pueden entender desde la parte teórica.
Recuerdo un politólogo que decía: ¿cuál es el proceso constituyente que genera el proceso constituyente? Tal como veo las cosas este politólogo no entiende qué es una revolución: si es cierto que los esquemas actuales pueden representar filedignamente la legitimidad democrática entonces una mera asociación sería suficiente para crear las fórmulas pertinentes. Y que sea la democracia de esa sociedad la que decida las fórmulas del proceso constituyente.
Sin embargo la realidad de las socialdemocracias es que las asociaciones que puedan ponerlas en peligro son convenientemente perseguidas. Es por ello que hay una idea en mente: para cada circunstancia siempre es posible tener que asumir el empujar a la sociedad en una dirección que no será formal, pero que será justificada por el momento.
En ocasiones hay que saltar hacia el invariante que buscamos: George Washintong fue un general que se ganó su posición con las armas. En una monarquía poca importancia podría dársele a sus pretensiones de ser elegido por los suyos; lo primero era crear el estado de libertad para habilitar las votaciones. Es decir, primero hay que empujar a la sociedad, y después se ponen las urnas.
De la misma manera, igual que los procesos revolucionarios son empíricos, también ocurre que tienen ligados pares de conceptos como tenebrismo/terrorismo, donde el matiz está en el daño que se está dispuesto a asumir. No es lo mismo empujar que agredir, no es lo mismo olvidar que manipular... Y el matiz está en la manera que se tiene de definir el extremismo.
Cuando un maestro te enseña unos preceptos morales que superan los preceptos de tus padres, de tu patria, tus chovinismos..., es entonces cuando como alumno tienes dos caminos: o asumes las ideas para sustituir a tu maestro con sabiduría maquiavélica, o te vuelves un tirano. Y es que todo acto de maniobra que intente doblegar la moral para Maquiavelo tenía siempre por objeto la nobleza de hacer posible el gobierno de una república - y la república para Maquiavelo no era el gobierno de unos pocos, sino la habilitación de que las familias pudieran gobernarse de manera autóctona con respecto a sus gobernantes: soberanía, democracia...
Ser comunista es hoy día un acto de por sí revolucionario, no por tener tales pensamientos que, por cómo habla la gente, son compartidos por ciertas mayorías, sino por hacer el acto reivindicativo de saber hacer una recopilación histórica. El acto revolucionario de mostrar las manipulaciones y engaños que la moralidad se ha preocupado de crear con su Santa Desvergüenza, sin que la gente sea consciente de que Dios no está en más partes que el Hierofante de turno. Es otra mentira que nadie asume que repite.
¿Pero cómo se corta la parte ponzoñosa de una mordedura? No se trata de matar a la serpiente que ya te ha mordido. La ponzoña se extrae localizando la mordedura y chupando hasta que el sistema esté limpio. Por lo que hay que reconocer las tres características:
1) Reconocer dónde extraer.
2) Empujar asumiendo la pérdida de plasma.
3) Reconocer cuándo se ha ido la ponzoña.
En una ocasión fui al 15M y los de la cúpula quisieron hacerme un test para comprobar si yo era de confianza para llevar a cabo planes ejecutivos. Según parece no superé el test, y cuando me preguntaron por la idoniedad del test les dije que me parecía adecuado: la necesidad de una cúpula exige unos mecanismos de purga eficientes e impolutos. No hay serpiente venenosa que pueda extraer el veneno de otra serpiente venenosa.
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