domingo, 6 de septiembre de 2020

Días turbulentos. Sensación de vacío

En estos últimos días he estado volviendo a revisar lo que dice la historia de la filosofía sobre la consciencia. Lo he estado combinando con el posible origen del concepto a través del problema de los universales y, según creo tener controlado, he dado con el posible trilema. El trilema universal.

Pero de poco sirve tener respuestas cuando su pecado es eliminar las preguntas. El trilema universal me ayuda a comprender que hay un conjunto de preguntas que sucumben siempre en la trinidad imposible: M + F + A menor o igual que 2.

Si pretendes dar una definición de la que te sientas orgulloso de lo que es la consciencia y que resuelva con sinceridad todas las cuestiones vertidas entonces no podrás reclamar la autoría de la definición. La paradoja del tercer hombre: un concepto no puede ser comportamiento, sustancia y palabra a la vez.

Hace dos semanas terminé mis estudios sobre cómo creo que deben confrontarse las palabras para adivinar dónde se sitúan los sustantivos, para luego asociarles relaciones horizontales, mejorar así el diccionario de palabras, etc... Después mejoré mi perspectiva sobre la pragmática para observar el papel que desempeñan los agentes dentro de una frase, para así polarizar los sentimientos dentro de una operación que es un anillo.

Estoy varios pasos por delante, pero no quiero implementar nada en este equipo - donde cualquier snifer podría atribuirse mi tecnología y usarla a saber para qué fines.

En estos últimos días he vivido una sensación de vacío absoluto. Como de ausencia de perspectiva en lo más profundo. Cuando ya tienes las fórmulas ya sólo te queda darte cuenta lo inocuo que es todo. Esos postulados que no admitirán salvo que sean resultado de su propia indagación personal sólo me inspiran una enorme pena..., y me genera malas vibraciones.

Ahora estaré perfeccionando algunos conocimientos. He pensado que cuanto más sé de estadística más amordazado me siento. Mi experiencia en ese campo sólo se va a convertir en una auténtica fatalidad por cómo se comporta la gente. He estado previendo cada cosa que iba sucediendo. Tarde o temprano los periódicos acabarán por publicar punto por punto, coma por coma todo lo que he intentado divulgar desde mis propias redes. 

Me siento completamente impotente: ¡son matemáticas!

Al menos que admitan que no lo entienden y que me pregunten. Que estén dispuestos a indagar o poner en duda los teoremas que yo cite... Pero no: magister dixit, me dicen. Abusar de esa acusación también es magister dixit - no me importa si con otro nombre, pero es la misma clase de sesgo.

Si aún se sigue funcionando bajo el sistema económico que mantiene su negación a la imposible trinidad, ¿qué debo esperar sobre las conclusiones de la consciencia? Si la sociedad no revoluciona a la planificación económica entonces no hay nada que hacer con el tema de la revolución de la consciencia.

Y veremos a otro tonto volver a la caverna, a defender el liberalismo, a decir que el comunismo tal o Pascual... El comunismo es el programa político del capítulo cuarto del Contrato Social de Rousseau. Hay aspectos viejunos en muchas fórmulas conocidas, pero el capítulo que estoy citando es imperecedero. Y la gente no se da cuenta..., creen que es ideología. Ni los Derechos Humanos ni el Pacto Social son ideología: son la filosofía que define lo que es ente; su desarrollo sucumbe a la explicación de los problemas ontológicos del ser ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? La revaloración de las preguntas más importantes para darle en esencia la explicación más fundamental.

Pero toda esta propaganda que lanzo me sabe hueca porque creo que nunca llegará a nadie.

Y aunque alguien quiera escucharlo, aun por curiosidad, no tengo el lenguaje cotidiano para esa persona. Esto es un peón avanzado y solitario que no puedo defender. Ante la creencia de que podría estar engañando siempre esa teoría ganará solidez si se me ocurre apreciar nada.

En estos días otro virus me ha atacado el equipo y me he vuelto a sentir vulnerable..., luego otro virus me ha atacado desde Hacienda para que pague una multa inmerecida... Si no tengo perspectiva de futuro, ¿acaso no seré más libre en prisión? ¿Acaso no encontraré una visión real en la vida influenciando a la gente matando a un puto fascista en Hacienda?

Aunque la prensa luego me castigue con el silencio: aquellos que me conozcan y sepan la verdad podrán contrastar entre el silencio de la prensa y la realidad de mi pena penitenciaria permanente.

No hay nada salvo otro ataque contra el proletariado. Otra devastación más. Y, mientras tanto, los niños jugando a ser expertos con aparatos muy caros.

Entonces recuerdo la farsa de selectividad, el que no me corrigieran los exámenes ni las prácticas en la universidad, el que el juez sacara a mis agresores sin ninguna razón sólida... Observo todo y pienso, si todo es una mentira, ¿acaso no estaré mejor entre rejas? No hay ningún país que me quiera acoger..., ¿o sí? 

Leo la amenaza de Hacienda de que me despropiarán algo..., cuando no tengo patrimonio. No gané ni 7000 euros ese año y la exención era de 14000 euros. Multa por contar excusas: encima de hacen daño moralmente, me acusan de decir excusas. Pero la multa supone la quinta parte de mis ingresos mensuales. No he vivido ni un día de vacaciones y voy a tener que pagar una semana de multa a Hacienda. Yo que pago a Hacienda hasta invierno, contando la seguridad social, y no saco beneficio para mí hasta en los últimos meses.

Y luego pienso, ¿y si me lanzo a un alquiler y voy perdiendo todos mis ahorros hasta que llegue al final tirando de subvenciones?

Si voy a acabar abandonado, ¿quién dice que vaya a aceptar las condiciones impuestas por esta dictadura?


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