sábado, 6 de junio de 2020

Y volvieron las putas..., más limpias que nunca.

Un nuevo rebrote ha aparecido, no tengo ni pajolera idea - ni me importa - si será el del COVID pero si antes las calles estaban llenas de sujetos sociopáticos, sucios y mediolocos..., ahora se han llenado de sofisticación y elitismo..., o por lo menos por un tiempo.

La madam que se había marchado por un tiempo ha vuelto, con la desescalada. La veo de nuevo en esa esquina, como hace años, hablando con los señores solitarios y con nuevas veinteañeras venidas de rincones del frío este. Cruzo los dedos conque hayan pagado durante un año la seguridad social para que puedan aspirar a esa mierda de renta "mínima".

Pero no. Sabemos que un gobierno NO es socialista por la calidad de sus putas. Igual podríamos decir que un gobierno NO es liberal por cómo se visten las fronteras. Cuando un gobierno ni es socialista ni liberal su única salvación es que, por lo menos, sea feudal porque el término que nos queda es DICTADURA. Y sí, ¡qué voy a contar de las formas dictatoriales que no haya contado ya! Porque si hay algo que no me gusta hacer en este blog, y que no pretendo empezar a hacer ahora, es repetirme. Porque se supone que esto lo escribo para desahogarme, y no me gustaría descubrir que mis desahogos no sirven para olvidar, para liberarme la cabeza de la mierda social que me rodea.

Y debo sentirme agradecido, y lo hago, por los que no son poderosos y me rodean. Mis más allegados me protegen y coopero con ellos. Eso no puede cambiar. Es bueno sentirse agradecido, y recordar que esto no es Mad Max..., para mí. Para mí es una completa dictadura - los burgueses lo tienen más fácil en su estado corrupto de ser. El proletariado salimos como sea: manteniéndonos a flote mientras seguimos indagando sobre cuál debe ser la brazada final, por dónde debemos reservar nuestras fuerzas y para cuándo.

Dada la nueva realidad se trata de buscar la manera de encontrar mi país. Pero antes de nada habrá que buscar mi nicho de mercado: el capitalismo es el que te obliga a morir trabajando de alguna manera, y de una única cosa (como decía Marx y que, según parece, se mantiene con las fórmulas neoliberales) así que ése debería de ser mi siguiente paso.

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Ayer volví a ver esas estadísticas que no me cuadran del todo: ¿siguen leyendo mis artículos después de un año? En cierta manera es normal, porque lo que es citado es algo que nadie sabe - es tecnología punta. Pero, por otro lado, ¿por qué les interesa mi artículo que habla de la diferencia entre los robots y las personas? ¿Realmente se han percatado de que mis referencias a los errores cometidos por el grupo más puntero en robótica deben ser apuntalados por el género único?

A este paso veremos a una máquina siendo capaz de interpretar, en su género, emociones que transmite una historia. Tal como calcula mi teoría. Y, claro, lo que tengo expuesto en ese artículo es casi una mierda pinchada en un palo si lo comparamos con lo que he publicado en este blog sobre el género único. Y lo que he publicado en este blog es otra mierda pinchada en un palo con respecto a lo que tengo desarrollado realmente.

Por eso empiezo a pensar que quizás sí podría hacer algo en Fiverr. Me creo un usuario, no sé; pruebo a ir por el camino convencional..., y, para cuando me caliente, empiezo a ofrecer servicios en exclusividad... Si hay ganas, claro. Si inspira hacerlo...

Yo, por mi parte, me seguiré comiendo la cabeza por dentro por esas personas que siguen en la calle, o en lugares donde mi vista no es capaz de ver en su intimidad más triste.

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El caso es que ayer pude ver a una moza bien formada y limpita en mi ida al trabajo. Se había puesto un conjunto de tal manera que, ¡oh! se le ha caído el bolso..., se agacha poniendo el culo en pompa... ¡Qué estilazo! Aunque no funciono con pena, la verdad. Explotada por el sistema se busca la vida, no tiene otro nombre.

Justo antes de la llegada de la desescalada pude ver a una puta habitual llorando desconsolada porque, a pocas calles donde siempre se situaba, nadie le daba nada para pasar la noche..., o eso fingía. Estoy que me fío de las mujeres..., con la de rentas y ayudas que tienen incluso para ir a cagar. Mi negocio, por lo pronto, no lo tengo a mi nombre - a mí no me habrían dado ayudas, está al nombre de mi hermana (como en los tiempos de Franco). Y estoy plenamente seguro de que muchas feminazis estarían aplaudiendo con los labios de su coño de haber leído estas líneas.

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Iba a escribir una barbaridad en la que no creo: "o locas o putas"..., pero es que..., en ocasiones. Lo que menos me gustan de las locas es que se hacen llamar putas, y las putas se hacen llamar locas. Me gustaría creer por un momento que estoy viviendo uno de esos sueños movidos que tengo, con zombies (como el de anoche), donde todo es real y exagerado, muy divertido acabando con los malos y luego volviendo a la normalidad reconociendo nuestras diferencias y viviendo en un entorno donde el hogal no es el hostil.

Pero no. Ayer terminé la primera temporada de una serie bastante genial: Daybreak. De ahí que tuviera un buen sueño de zombies. Y tuve la oportunidad de consolidar mi opinión sobre vivir con mujeres, hombres, o lo que sea... La vida en pareja me he dado cuenta de que realmente no representa nada para mí. No hay canción que no pueda pervertir para convertirla en una historia de amor. No hay historia que al final no se descubra en ella otra llamada de atención a un mensaje de amor encubierto o no. Puede que esté obsesionado con esa palabra, pero al final lo que me importa realmente es la amistad.

Yo soy más el wanabe. Quiero fingir ser un wanabe, cuando sólo quiero una amistad. Me siento más a gusto de esa manera. Más libre.

Lo peor que podría sucederme es vivir encerrado en un hogar donde los peligros provengan desde dentro. Donde para estar mejor debas huir del hogar. Eso no es un hogar. Ya he vivido la toxicidad de gente que viste de amor sus actos de tortura continua, y que se vuelven inestables sin escuchar a quien tiene delante.

En ocasiones es posible encontrar parejas que están llamando la atención a su cónyuge torturándolo sólo para que sea él el que rompa. Viviendo la mentira de querer estar juntos, cuando en realidad no hay sinceridad entre los dos.

Me veo a mí mismo: soy un zombie. No estoy a la altura. Ya no digo cómo están mis juanetes. Es como si ya estuviera podrido.

En cuanto reconocí a través de esa serie que lo que realmente me emocionaba era la pérdida de la amistad comprendí que, en el fondo, siempre he sido coherente con esa teoría - que había estado haciendo desde el minuto uno lo correcto: me había estado purgando de malas decepciones ¿Qué habría pasado si la pandemia me hubiera pillado en casa de otra y, en plena convivencia, nos hubiéramos peleado debido al cambio de personalidad que provoca el confinamiento?

Mejor así.

En otros tiempos decirle a una mujer que no estaba loca era un signo de algo positivo. Ahora ya no me atrevo ni a insinuarles el más leve de los piropos. Hace meses creo que una vez se lo hice a una y..., ¡me descalabró con su mirada asesina!

No aceptan piropos..., no están locas. Pero están abiertas a una moralidad que pervierte su mente y les quiebra la inocencia. Perdonad si no me gusta. Ni para ellas ni para mí, ni para nadie.

Son las putas las más limpias. Y eso me entristece.


Que venga otra oleada de COVID..., ésta no ha servido para aprender nada.



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