viernes, 17 de abril de 2020

El bloqueo de la apatía

Ayer tarde tenía planes, probé a jugar a la consola - eso me despertó. Luego probé a tumbarme y leer algún ensayo en plan relajado... - eso me inhabilitó.

Cuando vuelvo a la ciencia, al hedonismo, hay algo que me tira para atrás. No hay recompensa. No hay motivaciones. Entonces todo son barreras, llega la depresión. Todo aburre y es lejano. No vale la pena levantar ni un músculo. Y, claro, con todo lo que he vivido hasta ahora, ¿no es como para pensar de dónde viene todo esto?

Los videojuegos, el álgebra, los puzzles..., todo eso lanza reactivaciones. Si se tiene la suficiente cultura como para trabajar en según qué plataformas, entonces es posible montarse una reactivación del frontal. Mientras todo fluya en la parte más frontal de la cabeza más ganas hay de continuar. Pero, como pasa con todo, no puedes mantenerte con una misma actividad si sospechas que eso puede destruirte.

Cuando fui de visita a conocidos que tenían un problema de depresión sostuve la teoría de que las dinámicas que debía seguir tendrían que estar orientadas a reconducir la capacidad del sujeto para volver a competir. Y creo que no me equivocaba. Lo que fallaba, de hecho, era la influencia tóxica de su familia para desautorizar mis consejos - algo que también podía calcular, a pesar de que eran cuchilladas por la espalda.

Y es que, al fin y al cabo, una persona se ofrece gratuitamente a dinamizar a su hijo visitándole y haciendo cosas tan inocuas como jugar a puzzles, videojuegos, cartas, hablar... Pude comprobar que, poco a poco, el paciente podía volver en una espiral de autocomplacencia confundiendo mis visitas, o reconduciendose hacia teorías conspirativas de porqué lo hacía, y así anular mis propuestas o volverse en oposición a mis contribuciones. Es como si, en el fondo, el que se deprime descubre los elementos externos que le podrían sacar de esa depresión y actúa socialmente en su contra.

Siempre me he visto envuelto en un cúmulo de ingratitudes. No lo entiendo mucho, pero teniendo en nuestra cultura la idea de dar las gracias, debe haber una fuerza o pulsión que empuja a una persona el no querer ser agradecida - cuando a cualquier otra persona le debería de parecer lógico hacerlo.

Un simple "gracias por tu visita". Nada más. O algo por el estilo.

Pero cuando veo esas miradas, esos insultos - según el caso, bien puede echarle la culpa a algún brote de esquizofrenia, pero si fuera el caso también existen las disculpas, el volver a hacerse amigos y todo lo demás.

Esos protocolos eran las cosas que ahora mismo estaba desarrollando en mis nuevos modelos. Los efectos que deben producirse en el interior de mi modelo cerebral: ¿qué pulsiones son necesarias de repeler en su propia dinámica que podrían contradecir la complacencia de un estado depresivo?

Las fórmulas sociales son la clave del éxito: gracias, de nada, hola, ¿cómo estás?, no hay de qué, no te preocupes, sí a ese sí, sí a ese no, no a ese sí, no a ese no, ¿acaso es cierto X?, ¿cómo fue posible X?, ayuda, ¡eh tú!, aquí estoy, esto está mal, esto está bien... De todos los idiomas que conozco es el árabe el único que los abarca de la manera más exacta - y el árabe es una lengua muerta.

Hay una tecnología social muy compleja en las lenguas semitas (árabe, hebreo, arameo, etc...). Y, al mismo tiempo, son los pueblos más aparentemente conflictivos de la Tierra (a saber si son peores los congoleños).

Otros rasgos peculiares están en el inglés: tan pronto como no posee una distinción clara entre el ser y el estar, cuando los japoneses son los que tienen mejor desarrollado este concepto con sus adjetivos, hay más filósofos existencialistas de habla inglesa que japonesa.

Y por mucho que pienso un idioma tan deficiente como el inglés en algunos aspectos y que debe provocar ceguera de algunos conceptos al final es justo la capacidad que tiene el estudioso para conocer los conceptos que le faltan lo que le permitirá, al menos, escribir sobre ellos. Esto es: corre más rápido el cojo que sabe adónde ir, que el atleta que no tiene un destino claro. O, también, cuando todos somos invidentes, el cojo corre con ventaja frente al atleta, porque los pasos más rápidos son los decididos y no el correr sin motivo.

La cosa es: ¿qué pasará cuando la filosofía experimente la singularidad de la consciencia y descubra las deficiencias de cada uno de los lenguajes de origen natural?

La máquina, bajo fórmulas conscientes, puede albergar opiniones y formular respuestas inteligentes. Algún iluminado dirá que no sentirá - ¿pero y si la programamos para que "finja" ese comportamiento de dolor ante mensajes de dolor asociables a situaciones de daño? De tanto imitar e imitar..., ¿quién le negaría a la máquina el sufrimiento?

En estos tiempos que corren bien pueden hacer los científicos en reconocer una limitación dentro de la física, limitación para la cual sólo algunos "valientes" se han atrevido a poner su granito. Algunos de ellos murieron hace relativamente poco.

Las pulsiones que sufren nuestros entes incorporan sensaciones como dolor, placer, vergüenza, asco... Son distinas sensaciones que están por encima de nuestros deseos, que se anteponen contra nuestra voluntad. Nos arrastran por una senda que no podemos medir, y es cuando aparece esa palabra que mi experiencia me dice que es un grave error: "resilencia". Cuidado con esa palabra, ¿qué significa para quien diga ser científico? ¿No corre el riesgo de ser un sustitutivo de algo ya conocido? ¿No se está incorporando un juicio donde no corresponde?

Malo es ponernos en la posición de jueces: entonces la ciencia se pone de perfil, y las mediciones no van a ninguna parte.

El sociópata es fácil de clasificar: es un tipo de loco. Es cuando las álgebras se estropean, por tanto. No pienso reconocer a las víctimas de su falta de resilencia, porque entonces el factor sería higiénico - y eso es tremendamente distinto. Postularse con un modelo tan complejo nos llevará por el camino de la discriminación: señalará a algunos sin ningún motivo real.

No ser resilente es bastante cercano a ser un psicópata, o dejarse llevar por intenciones sociopáticas, o ser víctima de un brote psicótico. Cuando empañamos los motivos con una palabra lo que hacemos no es incorporar un nuevo concepto o dimensión a desarrollar: las nuevas dimensiones tienen el deber de ser independientes de las anteriores conocidas. De lo contrario las álgebras dejan de funcionar. Esto es de primero de espacios vectoriales.

Así que vuelvo al punto de partida. Ayer me vi bloqueado en mi apatía. Jugar a la consola me ayudó. Pero hay recuerdos minados..., tengo traumas. Tengo ante mí proyectos de fácil resolución que, años atrás, me habrían maravillado y los habría concluido en cuestión de horas. Pero ahora es como si no tuviera ni la más mínima motivación.

Es como cuando publicaba para medium.com. Me animaba y podía ir a un ritmo más o menos normal. Pero cuando comprobé el techo de cristal que me pusieron me di cuenta de que estaba viviendo una ilusión - sólo porque nadie me leía era la razón por la cual me habilitaban la plataforma para que me leyeran. Han pasado 9 meses desde que abandoné esa plataforma y aún siguen leyendo mis artículos estrella. Mis sensaciones internas son tan contradictorias...

Pero la apatía me dice: no leas. También me dice: no te levantes. Son actuaciones triviales. Las cosas que puedo hacer las hago automáticamente. Pero, por alguna razón, aunque algunas de ellas nos llevaría a una resolución realmente maravillosa..., es como si tuviera la señal de prohibido delante.

¿Qué me dice a eso mis álgebras?

Ya teoricé sobre dinámicas de grupo y juegos que funcionaran para cada tipo de depresión. Pero claro, sin un muestrario en condiciones..., sólo puedo tener modelos y más modelos. Nada más.

Recuerdo cuando expuse mi primer modelo para que me lo pagaran. Hacer de negro a un investigador por dinero. No me lo pagó ¡Quién me manda creer en esas plataformas! Al menos tuve la oportunidad de desarrollar las teorías que ahora mismo tengo en su mayor parte. Pero no tengo ganas de desarrollar esos cuatro tipos de juegos para aplicarlos hacia mí. Ni eso.

La otra forma de activarse sería mediante la música. También habré teorizado al respecto. En mi caso puede funcionar de manera muy multiplicativa. Ver películas con las que me quiera sentir identificado, y esas cosas... Todo eso siempre ayuda. Pero, al fin y al cabo, también me recuerda lo mismo que hacen los videojuegos que, en realidad, no avanzo, que no estoy adoptando ningún camino en diagonal para sacar nada nuevo en claro.

¿Cuál es el verdadero papel que debo desarrollar en esta sociedad?

Si ya he demostrado ser el mejor en mi propio campo, ¿cómo se supone que voy a pretender salirme de él para hacerme un hueco en ninguna parte?

Y claro, ahora mismo el gobierno está ultimando un conjunto de medidas para que llegue a la sociedad una renta mínima; pero el ministro encargado ha establecido que las ayudas sólo le afectarán a 3 millones de personas.

Que yo sepa España tiene unos 47 millones. Quítales los niños ¿44 millones de menores? No me salen las cuentas ¡Jóder con el coronavirus! Al final vamos a tener una renta básica de tapadillo. Espero que lo rectifiquen con inteligencia, que sea como un proceso de escalas o un sistema de pruebas... Como hagan la jugada que hacen siempre: fingir que adoptan la medida para luego echarle la culpa a la idea en vez de a sus autores; entonces será como echarle arsénico a la herida.

Yo, por el momento, escribir al azar desde aquí veo que me consuela. Ya he visto por las calles a la gente hablar sola: confinamiento + mascarillas = hablar solos. Hemos visto reducida nuestra capacidad para hacer sociedad, hemos aumentado el estrés y, además, nos hemos acostumbrado a taparnos la boca con algo de manera que la vergüenza social de que nos vean hablar se ha visto reducida.

La sociedad puede que cambie en su conjunto de una manera traumática como no se hagan bien las cosas.


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