martes, 21 de abril de 2020

Vd no usa la lógica, se monta historias

Cuando era pequeño me montaron una barrera que separaba las ciencias de las letras. Y sí es cierto que existe una gran diferencia entre los que piensan como científicos y los que piensan como artistas. No es lo mismo pensar en torno al espectáculo que pensar en torno a los contenidos.

Pero entonces aparece el filósofo: ¿de ciencias o de letras? Estaba claro que pocas álgebras se leen entre sus documentos. Y, al mismo tiempo, cuando tiramos de la lógica a partir de Fregue, se empiezan a dislumbrar mecanismos mucho más complejos. Sin ir más lejos, la lógica circunstancial ya introduce principios axiomáticos de una complejidad matemática más que interesante.

Y es que el filósofo sostiene que debe haber un mecanismo racional para llegar a una afirmación o a otra. Un mecanismo basado en la lógica. Así lo establecía Aristóteles, todo en torno a los preceptos de la escuela pitagórica. Es como si con una cuerda, una tiza y una regla se pudiera razonar cualquier cosa.

¿Qué fue del díscolo que afirmaba que la raíz cuadrada de dos no tenía representación como fracción de dos enteros? Le fue mucho peor que al díscolo de Gödel, suerte que Russell sí estuvo dispuesto a claudicar y replantearse sus creencias. Ahora bien, incluso hoy día gente muy leída, con sus títulos y todo, desconocen la repercusión del teorema de Gödel.

Da la impresión de que debemos retomar a cómo planteó Hegel la filosofía, pero sin que suene a chiste. Es decir, la gente no es cierto que haga uso de álgebras o técnicas lógicas para pensar. El proceso de llevar a cabo razonamientos no está ligado con la idea que se tiene de lo que es una demostración matemática, o la resolución de algunos de los problemas.

Cuando un ingeniero, o técnico, tiene que hacer una memoria para instalar un mecanismo, los cálculos justificativos no son los pasos previos para deducir necesariamente la configuración final del producto. Es perfectamente factible pensar que los cálculos justificativos sean en parte un proceso de validación para demostrar que tal instalación no se romperá, no explotará, no será peligrosa, etc...

Es por ello que, al existir un proceso de validación independiente del proceso de construcción, se debe uno parar a pensar cómo se generan las ideas - de dónde viene la creatividad. Y, poco a poco, como si estuviera jugando al Cluedo, he ido descartando los elementos de juicio que no parecían convencer.

Ya en su momento Propp lo supo defender bastante bien: el estudio de la filología corresponde con el estudio de lo convincente. De ahí la fusión entre cuento y mito, y cómo podemos comprender la antropología desde un punto de vista más ambicioso: en torno a los orígenes del hombre.

La filología ha sido usada por otro autor para explicar el origen de las especies y de la consciencia en el ser humano. No es, por tanto, de extrañar que igual que en la ciencia se usa la palabra "literatura" para explicar cómo se forman los ensayos científicos eso es porque en el fondo la creatividad de los mismos podría explicarse mediante estudios filológicos, no filosóficos.

Cuando de adolescente yo mismo me habría subido sobre la silla, pegado un puñetazo en la mesa y argumentar, dentro de mis conocimientos, que era completamente absurdo arrebatarle a la filosofía el arte de la creación dentro de la ciencia, ahora me vuelvo a sentar, observo las lecturas de tantos filólogos y analizo lo poco que entienda de neurología. Es como si para ser convincentes simple y llanamente hiciera falta un cuento, una historia. El exponer los hechos no es suficiente, el dejar las herramientas y citar las fuentes no vale. Incluso presentar las maquinarias y resultados de manera ordenada, por tablas o gráficas, no tiene fuerza alguna si no hay una historia que se acople a la vivencia del que lee el artículo.

Si el que lee el artículo no está viviendo un thriller en la historia que le presentes, entonces no podrá pensar como un médico o un físico que quiera descubrir al "asesino" que justifica tus exposiciones científicas.

De la misma manera, cabe esperar que un documento innovador y rompedor pueda dejar al alcance del lector las herramientas necesarias para que pueda vivir unas sensaciones de heroicidad - fundamental para que pueda atribuírselas al autor de la obra. Si no, no querrá reconocerle la innovación.

Algo así lo podemos observar en la obra "Principe y Mendigo". Ayer quise rememorarla a través de la película de Disney: ¿qué pasa cuando tienes a dos niños, uno vestido de príncipe y otro de plebeyo y los dos te aseguran de que el príncipe es el que va vestido como un plebeyo? La lógica nos dice que no hay objeto de discusión: el príncipe es el que va vestido de plebeyo, y la carga de la prueba la tendrá quien crea que es al contrario. Sin embargo, como bien se expone en la historia, fue necesario una larga escena para convencer a los ahí presentes.

La larga escena que pueda usarse para convencer consistiría en explicar la historia desde el principio. O bien la tontería de saber en dónde se encuentra el sello real. En cualquier caso, tiene que ser una escena elaborada para ayudar a quien escucha a pasar por las distintas fases antes de llegar a la aceptación.

Algo parecido pasa con la renta básica. Cualquier persona con dos dedos de frente, en cuanto se le ponga todos los datos OBJETIVOS delante no podría poner en duda, porque así lo dice la ciencia del comportamiento humano, que la gente trabajaría con una renta áustera, que esa renta se tendría que dar sin condiciones y sin burocracias. Sin más. Pero se demuestra que es necesario que el experto le endulce la píldora a la gente: porque hablamos de una auténtica revolución social que rompería con los cimientos de lo que se entiende por trabajar.

Recuerdo cuando hablaba conmigo un taxista, de esos que hablaban como cuñados. Me decía que el que diga que le gusta trabajar miente, que si él trabajaba era por obligación, que nadie trabajaba gratis..., y esas cosas. También me decía que entendía a los corruptos en el poder: al fin y al cabo, me decía, ¿acaso de estar en el poder no pondríamos a nuestros familiares y amigos? Y una vez me habló de un negocio que se montó, una carpintería, como muestra quizá de lo que era el capitalismo: había trabajado de taxista durante mucho tiempo, y si quería invertir en un negocio, un sueño, que tenía derecho a hacerlo aunque sus familiares le llamen loco.

Loco..., eso pensaba yo porque ese hombre era completamente ilógico e irracional. Tres afirmaciones que me daba, las tres contradictorias: yo le decía que si yo llegaba al poder, mi familia era el Pueblo, y que la corrupción haría que todas las familias lo pasen peor - incluida la mía más personal. La corrupción lo que hace es romper familias: cuando se descubre que tus actos no son dignos de orgullo entonces a tus seres más queridos les cuesta mucho más usarte de ejemplo, no pueden mirarte a la cara. Es como los vagos: ¿un ejemplo a seguir? Él mismo decía que quería ser carpintero, quería trabajar de carpintero. Por tanto, le gustaba trabajar. Lo que pasa es que el capitalismo, como decía Marx hace siglos, obliga a la gente a dedicarse a una sola cosa. Que pudiera invertir en un negocio diferente no era una contradicción al marxismo, sino una reafirmación a esa crítica: sólo los que tienen dinero pueden permitirse el lujo de cambiar de actividad. Y se lo gastarán porque les gustaría probar, pasado un tiempo, a hacer otra cosa.

En un modelo basado en la renta básica invertir no supone un verdadero coste, salvo de tiempo. Y el que trabaja lo hará porque quiere, o porque le compensa - que es otra manera de decir que lo hace porque quiere. Y, por si fuera poco, sabemos que la mayoría, en su fuero interno, considera que ellos sí trabajarían - aunque especulen erróneamente que la mayoría no respondería igual en el mismo test.

La gente se monta historias, y la economía sólo puede ser impulsada por las multitudes en cuanto vivamos en una sociedad formada por multitudes. La superpoblación no puede ser sostenida desde la socialdemocracia, ni por las microeconomías. Hace falta una revolución que perjudique en apariencia resultados tanto microeconómicos como macroeconómicos para empezar a funcionar bajo una economía basada a 10 años vista o a nivel de economía imperial.

¿Por qué los imperios deben estar vinculados con la exclusión de grandes cantidades de personas? No hay historias que justifiquen leyes que reconozcan a los grandes grupos. Sólo el comunismo incorpora esos "relatos". Así que el socialdemócrata buscará la manera de crear otra clase de relato, y lo someterá a la propaganda de partido, para que adquiera mayor fortaleza de oportunidad - pero tener un relato más oportuno no significa que sea más racional. Para que los relatos oportunos sean racionales antes debe haber meritocracia, debe haber una justificación dentro de la teoría de juegos. Una justificación, por así decirlo, egoísta. De esa manera, usando una cierta lógica circunstancial sobre qué es necesario y qué contingente, se puede establecer cuándo un relato oportuno es además racional.

Y mi conclusión es que hoy día no vivimos una verdadera meritocracia. Los autores de distopías así lo confirman con sus obras que representan una crítica a la sociedad, una crítica en el sentido de que aseveran de que en un futuro (desde su punto de vista) el mundo podría convertirse en eso.

Yo mismo me incluyo. Parto de una guerra nuclear para hablar de una sociedad donde los ancianos perecen y sólo sobreviven los niños y jóvenes. Menciono bichos mutantes que aparecen y un estado extraño de zombificación de individuos, razón por la cual todos los pueblos se aislan en búnkeres y se vuelven temerosos ante un enemigo común.

No puedo alardear de que se parezca mucho a lo que estamos viviendo..., pero vosotros darme tiempo. Ya veréis..., que aún se puede poner peor; considerando que la crisis del petroleo está empezando ahora. Es decir, el petrodólar empieza a toser una tos seca bastante sospechosa. Razón por la cual Trump está contando historias de cómo otros países están con una mala economía..., y claro, la economía no entiende de historias, ni cuentos..., la economía es la economía.

Puedes intentar convencer a un tonto para que actúe de la manera correcta. Pero no bastará conque se lo demuestres. Convencer exige más, como cuñada es la gente y vaga de cojones a la hora de pararse a pensar por sí mismos. Se contradicen con sus propios trilemas, y ni se dan cuenta. La socialdemocracia se sabe que genera un paro estructural debido a la existencia del trilema sobre cómo proteger la economía manteniendo un cierto régimen de liberalismo, pero a la gente no le importa: no quiere aceptar ese hecho científicamente incontestable. Y ese paro estructural, la crisis del petróleo, una pandemia..., poco a poco se va generando la tormenta perfecta. La explosión nuclear propia de un estado de guerra.

Y sí: la solución también se leyó en mi libro. Dos formas de renta básica: a elegir. Una basada en el rol que desempeñas dentro de la sociedad, por la cual te corresponde un número de estrellas mensuales. Y otra basada simplemente en que todos ganan lo mismo y que cada cual se pague sus asuntos.

Yo también me monto historias. Pero al menos las justifico; intento ser consecuente.



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