jueves, 26 de marzo de 2020

Por qué me afectó tanto

Lo he estado pensando y creo que la razón por la cual me afectó tanto no es porque la gestión del hospital me hicieron un quiebro que me descolocó incluso desde el punto de vista del derecho que me asista para recibir ayudas, o porque lo que hicieran fuera inmoral e ilegal, sino porque por haber cerrado las puertas de emergencia estoy obligado a dar muchas vueltas y a tener muchas incertidumbres a la hora de ir al cuarto de baño - y eso me desconcentra.

El subidón que supone tener una idea y concentrarse en torno a ella es una de las mayores satisfacciones que puede llegar a tener un ser humano. Puedes experimentar relaciones sexuales multiorgásmicas, mezcladas con la sensación de hacerlo con la persona que más te fascina, que no es comparable a tener un momento de fluidos pensamientos concordantes con una teoría que te estaba rondando durante días, o incluso meses.

Recuerdo una de mis últimas demostraciones de la conjetura de Beal, que sucumbía en la locura misma de no terminar de convencer del todo, en cuanto la leí mi cerebro quiso engañarme de tal manera que todo mi cuerpo vibró como si estuviera percibiendo una auténtica obra maestra. Lloré de felicidad. Pero un razonamiento incompleto no puede ser un razonamiento hermoso. Eso es cosa de locos.

Mis demostraciones matemáticas no son sino explicaciones que abren la puerta a maneras de entender la realidad de manera complementaria a sus enunciados. Una manera de expresar las cosas y una manera de entenderlas mejor. Si el lenguaje de la manera de entender las cosas es más expresivo que la manera de expresarlas entonces es evidente que la teoría está mal enfocada; las definiciones y la notación deberían de ser otras. Los teoremas más importantes deben tener explicación sencilla.

De la misma manera, la forma que tenemos de entender nuestro día a día debe contemplar todos los aspectos que suplan nuestras necesidades más fundamentales (debe ser sound con respecto a todos esos aspectos), pero también debe ser coherente con nuestra manera de ver las cosas: con lo que decimos que hacemos. Una buena filosofía es sound y coherente.

Por eso cuando me cerraron las puertas de emergencia me amargaron mi realidad. Cuando me impusieron por imperativo legal no trabajar festivos me desencasillaron por completo. La verdad es que estoy llevando mal el confinamiento porque me obligan a relacionarme más con la gente, a estar menos aislado. Y eso me descoloca. Además de que no le estoy sacando provecho.

Sé cómo me lo voy a plantear: voy a irme al otro extremo, la filología. Voy a estudiar el género único en películas taquilleras, o conocidas. Para justificar porqué funcionan las películas, con fórmula. Y lo voy a combinar con las técnicas que se usan para reconocer los distintos estados por los que se pasa en una conversación..., y así volver a la ingeniería con una buena base en pragmática y filología.

Creo que puedo extraer esas fórmulas. Lo mejor que puedo hacer es olvidarme del coronamierdas ese, ahí sólo puedo obsesionarme innecesariamente. En el futuro puede que plantee, con los datos y a toro pasado, teorías que constituyan una buena base teórica..., pero que en el fondo creo que ahora no tocan. Ahora lo que toca es que la gente se cure, que los otros se aislen, que haya buenos profilácticos y que los mandos intermedios dejen de joder tanto. Que los políticos se den cuenta que sin renta básica universal volverá a recaer la propagación mundial del virus, y que para una superpoblación hace falta una supereconomía.

Pero como a mí no me van a escuchar me dedicaré a ver cine.







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