Hace un par de posts comenté que en este peculiar mundo que nos ha tocado vivir la civilización occidental había conseguido enfrentar a las mujeres burguesas con los varones proletarios para así no afrontar el reto de configurar la moralidad y la idolatría de nuestros referentes. Patriarcado wins. Ahora la sociedad se va a enfrentar a un nuevo reto mucho más macabro, si cabe: el coronavirus.
Esta noche me ha pasado como otras tantas sueltas, de tener que despertarme porque algo me pinchaba para, un rato después, reconducir mi mente a una sensación de poder absoluto de mis sensaciones que me permita reconfigurar el sueño hacia mis apetencias más profundas y cómodas. Lo ideal sería no tener que pasar por esa fase intermedia de tormento absurdo, la verdad. Pero algunos dicen que es así como realmente la "sociedad" aprende a comportarse como conjunto.
He tenido que parar de escribir para ponerle a la palabra sociedad las comillas. La verdad es que no sé ni lo que va a salir de estas reflexiones.
Hace años se me cruzó por la mente una conversación que tuve con unos colegas en la universidad, frente a la máquina de café donde todos tomábamos, así como los profesores, un descanso. Se trata de un recuerdo que no sé si lo comenté, porque la paradoja de la felicidad es algo que ya desarrollé varios meses atrás en este blog.
- Dato, ¿qué es la Felicidad? ¿Podrías decir que lo que haces te lleva por el buen camino?
Por supuesto, me es imposible recordar tal conversación; por eso estos hechos se pueden considerar verídicos en cuanto a las bases de lo que se decía, no en el orden, el uso de las palabras, etc...
- La idea de Felicidad no es más que una farsa. Más que nada porque la persona más feliz del mundo vive una paradoja y, por tanto, no es posible que se sienta completamente triunfal en el uso de sus decisiones.
Efectivamente, varias décadas después bien pude haber reflexionado sobre lo que les dije a mis compañeros de universidad. Bien pude haber claudicado de intentar poner a prueba a la comunidad científica, de intentar formar parte; de ser uno más. Podría haberme convertido en uno de esos que se desvían de la trayectoria, que viven a costa de algún rico mientras opta por una vida acomodada. Pero claro, esa comodidad te lleva a una responsabilidad: la mujer del César no sólo tiene que ser casta, también debe parecerlo. Vivir en casa de un burgués te obliga a comportarte como un burgués y, de ahí, siempre sospeché que perdería mi..., ¿carácter bohemio?
A estas alturas esas reflexiones no valen nada. Cuando ya es demasiado tarde, cuando no recibiré más ofertas, es ahora cuando ya no me importa dejarme llevar por la burguesía; quizá porque me he estabilizado lo suficientemente como para saber ser políticamente correcto sin perder mi carácter. Y porque, en el fondo, ya no creo en la Sociedad como colectivo. Que siga siendo comunista no implica que deba creer que la gente esté dispuesta a pensar con dos dedos de frente. Puedo ser comunista no practicante: como aquel que dice que las cosas deberían de ser de otra manera, cruzar los dedos para que se produzca el milagro, desearlo con todas las fuerzas..., pero quedarse mirando al mismo tiempo a un desierto que nadie quiere transitar.
- ¿Qué quieres decir conque la Felicidad es una farsa? ¿Acaso insinúas que los hombres más ricos no son felices? Ellos son los que parten, se parten y reparten. Pueden permitirse el lujo de ser felices o de no serlo, el resto somos los desgraciados que nos tenemos que conformar con lo que dejan. Se montan un estereotipo de lo que es el triunfo: que si una casa, una pareja, un trabajo..., pero a la hora de la verdad sólo una minoría puede aspirar a conseguir algo que se le parezca.
Seguro que esperaban a que les diera un discurso de mierda sobre que los ricos son unos infelices. No sé. Tampoco sé cuáles son los verdaderos objetivos de cada uno de los que se sentaban ahí para sacarme conversación. Puede, no sé, que sólo quisieran sacar conversación.
- La persona más feliz puede ser resultado de decisiones que adoptó sin pensar; pero que en cuanto a que pudieran verse como una manera de escapar evitaría. Escapar de la infelicidad no cuenta como cobardía, cuenta como a decidir la clase de vida que uno quiere tener.
- Mucho royo.
- Bien. Yo mismo: hace varios años un abogado se me acercó y me dio un consejo para tener que abordar el problema de los profesores que empezaban a agredirme, sin que el decano hiciera nada. Me dijo que lo que tenía que hacer era matarlos. Simplemente. Me dio unas pautas y me dijo que en dos años saldría por buena conducta..., me dijo muchas cosas extrañas, y rehusé. Hoy día, a toro pasado, sé que el consejo paradógicamente fue bueno. Pero, en el fondo, el no tener un título, el no poder conseguir que los profesores me corrijan los exámenes o las prácticas, no es una traba que te impide ser feliz. De haberlos matado se habría convertido en una manera de negar la posibilidad.
- ...
- Sobre el papel no tenía evidencias de que luchando, reclamando, denunciando no podría conseguir el título. En teoría el juez me daría la razón, siempre tendría algún recurso y, por encima de todo, estaba mi talento innato, mi capacidad de arrojo, mi creatividad..., todo lo tenía a favor. Sería impensable optar por el camino fácil, por el cálculo morboso. Aún siendo deplorables mis agresores, aún con los años se cansarían de agredir..., pero me equivoqué con esa predicción y no con respecto a que debía asumir lo que pudiera pasar. De tener un título ahora en otra universidad, con o sin antecedentes penales, consiguiendo un futuro laboral estable, etc..., esa sería la falsa promesa de felicidad que no querría para mí: ¿no podía conseguirlo por otros medios? Sólo se puede saber cuando lo experimentas.
- Pero entonces, ¿por qué te has matriculado de esas asignaturas?
- Son troncales, las voy a tener que aprobar de todas maneras.
- ¿Ahora te pones moralista? Ya te hemos visto otras veces defender que la vida o la muerte de la gente es irrelevante cuando éstos son un peligro para la sociedad - dijo un profesor - si realmente crees que alguien forma parte de las cloacas del sistema, ¿qué te impide acabar con su vida? ¿No sería más propio admitir que NUNCA hay que acabar con la vida de la gente? ¿Que eso no es competencia de nadie?
- Por la defensa de los derechos más fundamentales, está claro que se podría dar que la vida de una persona podría estar en tus manos y, con ella, la capacidad para decidir quien vive: si el violador psicópata o su víctima.
- Tus palabras son peligrosas.
- Imaginad que ahora mismo me estuviera escuchando un policía borracho, a lo Torrente. Y éste concluyera que hay que dar segundas oportunidades. En un bar, un amigo suyo le confiesa que va a salir por esa puerta y que va a violar y matar a una tía. Y se lo dice al policía borracho. Si bien al principio lo detiene, lo para en seco, luego se ríen los dos, y como si nada. Pero nuestro policía borracho sigue a su amigo y observa la escena: efectivamente está violando a una chica y, de un momento a otro podría acabar con ella o no. La cosa es simple: si el policía borracho le llama la atención perderá su factor sorpresa y eso facilitará al violador a que pueda matar a la chica; si por el contrario adopta una decisión, deberá en ese momento aprovechar para reducir a su amigo, con el riesgo de tener que matarlo dadas las circunstancias. O es la víctima o es su amigo. Y hay veces en las que no se puede tomar decisiones intermedias, porque supondrá darle ventaja al psicópata.
- ...
- Pero podrías irte de la universidad.
- Me parecería más propio haber seguido el consejo del abogado: no es mi estilo dejar las cosas a medias, o hacer que terceras personas se coman un marrón sin limpiar.
- No, a mí me interesa saber por qué no te dejas esas asignaturas para el final, para acabar en otra universidad o esperar a que los agresores se vayan.
- Para entenderlo debemos ir varios años atrás. Cuando yo era preadolescente y, de viaje de estudios, acabamos en un albergue - para estos flashbacks escuchar Mono es de putísima madre - entonces nos sirvieron un asado y, algo muy típico que dicen los profesores en esa situación es "quiero ver los platos limpios". Yo, por mi parte, observé en el plato un hígado. No recordaba por qué nunca comía hígado. Supuestamente no me gustaba. Así que probé una cosa: me comí todo el plato hasta llegar al hígado. Cuando llegué hasta ese punto, con un buen vaso de agua lleno preparado, y algo de pan, probé a zampármelo de golpe - a ver qué pasaba. Resulta que era alérgico al hígado y no lo sabía. Pero por suerte para mí no era una alergia importante..., sólo me llevé un calentón visible por parte de mis compañeros. Y ellos fueron los que lo alertaron, yo por mi parte ya había cumplido y sólo necesitaba terminar de digerir el último bocado desde el estómago..., pasarlo por el hígado, literalmente.
- ¿Qué intentas decir con eso? No guarda mucha relación con lo que dices.
- Bueno, lo que pasa es que no puedo acudir al truco del policía borracho siempre; debo intercalar entre ejercicios mentales y anécdotas. Y no siempre se tiene un buen anecdotario como para tener el ejemplo perfecto. Sin embargo, está claro que si hubiera empezado por el hígado muy probablemente me hubiera quedado sin comer...
- Me das la razón.
- Bien, lo que intento decir es que cuando se hace un asado la carne y las patatas no pueden mirar con malos ojos al hígado por generar alergias. En lo que se refiere a la comida pasa como con muchos profesores: creen que lo suyo es independiente y que o lo tragas o a la mierda. La comida funciona al revés. Yo no puedo trabajar codo con codo y dar todo de mí en una sociedad donde se tolera la discriminación.
Discriminación, violencia... Hace gracia pensar lo que está pasando ahora con el coronavirus. Es como si...
Me imagino a los niños pobres, cuyo principal enemigo es la gripe común, ya veo todas las medidas que se habían adoptado hasta ahora para evitar que esos niños acabaran contagiados. Ahora resulta que aparece un bicho que se contagia a una velocidad de vértido y que, como buen parásito, en vez de matar a su víctima habita en ella..., quizá en un futuro amoldemos nuestros genes a ella para crear una proteina más adaptada a la contaminación que generamos. En cualquier caso, para evolucionar debemos pasar por un genocidio natural. Y lo normal es resistirse, porque los primeros en morir serán los que menos capacidad tengan para adaptarse: ¿los ricos? También, yo diría los viejos.
La ironía de esta clase de acontecimientos es que es la ciencia la que, por inadaptada, fue incapaz de prever que esto iba a ocurrir y, al mismo tiempo, los especialistas han sido los primeros en darse cuenta de que ya ocurría. Obviamente, no será por nuestros modelos de evolución natural - hace falta un resultado empírico.
¿Y cuál será el resultado? Quizá se reduzca la esperanza de vida de todo el planeta varios años. En especial en aquellos que tienen una vida más artificiosa (la clase burguesa). Quizá el planeta haya vivido de manera natural y pueda aprovechar los cambios proteínicos para desarrollar una nueva clase de inmunidad a ese tipo de ARN. En cualquier caso, se trata de una de las singularidades por las que tenía que pasar nuestra Humanidad.
Mientras tanto, en los laboratorios...
- Aquí tenemos el coronavirus, en el microscopio.
- Pse.
- Señor, ¿lo empezamos a decodificar? ¿Lo secuenciamos?
- Pse.
- ¿Qué tal si vamos poco a poco hasta que nos digas qué hacer?
- Pse.
- ¿Podríamos ver si es más o menos eficiente invadiendo la proteína víctima del SARS?
- Pse.
Señores, ésa es la versión oficial ¡Bravíssimo!
- Hola agente, ¿por qué lleva mascarilla de protección externa, está aislado y lleva un arma de repetición?
- Por si me contagias el coronavirus, pero no te preocupes: eso es menos que cualquier gripe.
- Pero...
- ¡¡Manténgase alejado!! ¡NI UN PASO MÁS! ¡Dése la vuelta y no se preocupe! ¡Hala! Circulando...
¿Y dicen que su tasa de mortandad es menor que el SARS? Claro, a mayor capacidad de propagación mayor idoneidad a nuestro cuerpo. Por lo que es posible que se vincule con enfermedades autoinmunes..., ¿y dónde está la preocupación sobre los viejos pobres con enfermedades autoinmunes?
Aquí tenemos un heteropatriarcado 2. Versión genocidio.
Pero nada: quien nada debe nada teme. Aquí estaré todo feliz por las decisiones que me han llevado a alcanzar la vejez siendo pobre. Que es como las decisiones que me llevaron a ser del proletariado siendo varón.
Con razón luego el magistrado se inventó en los hechos probados que yo era alguna clase de masoca que disfrutaba cuando le hacían daño. Lo cual me recuerda la puñalada trapera que le están haciendo a Irene Montero filtrando sus mierdas en su gabinete superguachi que se ha montado; obviamente es una venganza por todas las filtraciones que hacía Podemos a los ministros socialistas en la primera investidura de Sánchez... Es una pena que acaben autoinmunizándose los unos de los otros para, al final, acabar compartiendo sus cloacas.
Sólo espero que no terminen de haber filtraciones, en cuanto dejen de haberlas la política se estancará en sus cloacas.
¡Qué post más turbio! Uffff.....
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
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