lunes, 2 de marzo de 2020

Hablar sin motivaciones es hablar solo

Todo buen monólogo alberga buenas motivaciones de porqué se lleva a cabo. Creo recordar un momento estelar en mi carrera como actor, cuando me dirigí al gran público siendo mi personaje un perro y, éste, no pudiendo articular palabra alguna salvo el ladrido, emitió un elocuente monólogo que, muy probablemente, tras treinta años de esa peculiar función dudo que nadie recuerde.

Dirán que un soliloquio es como hablar solo, y claro: por un lado no les faltará razón, pero también están ausentes de ella. Es como escribir en este blog, ¿qué empuja a ponerse a escribir de manera seguida y sin una parada clara? Mi aversión a revisar lo que escribo, lo que hago, como aversión tiene el que pretende evaluar mi trabajo - no quiero ser el único que le dedica su atención a lo que hace. En eso consiste el hablar solo: no es más que un acto de locura.

Y, dicho esto, me voy al cuarto de baño, que me estoy cagando.

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Música de la banda sonora de "Little big adventure"..., ¡y acción!

¡Qué a gustito me he quedao! Pues eso..., que recuerdo cuando me dijeron mis compañeros del colegio que necesitaban a alguien que hiciera de perro; y me presté. Toda mi actuación se reducía a fingir que gruñía, moverme a cuatro patas..., y el aullido aterrador que no me salió bien justo al principio.

Pero fue el caso que, en mitad de la actuación, se atoraron, no podían recordar el papel, y me pidieron que hiciera un monólogo - para improvisar y tal. Así que, yo en mi papel, me dirigí al gran público y, a cuatro patas, gruñí, ladré y argumenté. Y, según parece, conseguí transmitir el mensaje. Y el mensaje no era que no era capaz de hacerme entender. El mensaje era coherente con la manera que había tenido de expresarme durante toda la obra: quería dar a entender que había un extraño, que yo tenía a una protegida que no me hacía caso, etc... Y tenía que hacer el monólogo sin articular palabras.

Fue divertido. Pero claro: que nadie pudiera estar plenamente seguro de que me entendieran no significaba que estuviera hablando solo. Existe un mensaje en lo que no se dice; en la estructura de lo que se transmite. En el todo siempre debe haber un mensaje. Si no hay un todo entonces, ¿para qué?

Sin motivaciones no hay mensaje. Pero con unas claras motivaciones en ocasiones las palabras son meros bastones sin mayor relevancia. El el que se usen esos símbolos acaba siendo lo de menos - y eso mis colegas informáticos y filólogos es lo que no comprenden. Ésa es mi ventaja. Y estoy plenamente seguro de ello, la tengo y a varias cabezas.

Cuando mis colegas están diseñando una neurona, yo, en la misma unidad celular, tengo diseñado una red. Cuando mis colegas están diseñando problemas con una cierta lógica, yo, con sus mismos enunciados, estoy rediseñando las estructuras a enunciados que les son desconocidos. Cuando mis colegas se mueven por frecuencias relativas, yo, en sus mismos cálculos, encuentro las deltas de Dirac que estudian las probabilidades... Y, sí, he llegado a imaginarme algoritmos a los que no llego; objetivamente, lo he percibido, pero, al mismo tiempo, supongo que existen..., ¿cómo han dado con ellos? ¿Maquinas potentes? ¿Grandes estructuras de diseño? Si al menos se publicara lo más interesante...

Pero tengo ante mí algo por lo que hace una década me había puesto a remover cielo y tierra. Ese libro/manual lo tengo ante mí, con sus 800 páginas, y puede que aprenda cosas nuevas, o puede que renueve algunos vicios que tengo como investigador. Quién sabe, pero sin una buena razón esos documentos no sirven para nada.

Lo mismo me pasaba cuando hace varias y varias décadas me planteé que el código genético no era más que basura, que no podía albergar ningún tipo de interés. Varios lustros después acabé encontrando el puñetero ensayo al que todos referenciaban siempre lo suficientemente mal como para que fuera imposible de encontrar y, efectivamente, acabé encontrando el lenguaje..., pude observar que había algo interesante. Pude jugar con esas estructuras por un tiempo.

Hasta que no tienes acceso al puñetero artículo, artículo que el catedrático de turno esconde, no tienes una visión real de los contenidos tecnológicos.

Y si alguien se piensa que el modelo académico es normal que sea así entonces esa persona lo que defiende es cualquier cosa menos la vocación académica.

Tenía yo más motivaciones cuando me dirigía a mi publico ladrando en un escenario que usando el perfecto inglés o castellano hacia mis colegas los tecnólogos. Es como si me dirigiera a animales de granja.

Recuerdo cuando tenía entre tres y cuatro años que sólo era capaz de entenderme con una niña que, al igual que yo, era otra genio. Le comentaba que no comprendía cómo cuando intentaba decirles algo éstos parecían tener problemas articulatorios. Ella tuvo la suerte de que su familia le quiso lo suficiente como para explicarle lo que significa ser un genio; y me ofertó el buscar entre los demás niños si había otro más como nosotros dos.

Recuerdo esos días porque, efectivamente, algo propio de mi forma de ser, acabé presentándole una chica que me caía especialmente bien. Cuando la otra genio habló conmigo se dirigió hacia mí muy decepcionada: "es normal, no es capaz de articular palabras". A lo cual le corregí: "ésta, al menos, es callada".

¡Qué grandes serían los pares de nuestro tiempo si no abrieran la boca!

¿Has descubierto un documento que te deja sin palabras? ¿Cuál es la motivación que te lleva a querer estropear ese momento? Es molesto que te hagan un vacío por la ausencia de palabras y miradas, pero más molesto es que te hagan un vacío de que no puedas relacionarte con quienes quieren compartir vida contigo debido a los acosos continuos de quienes gustan sádicamente de perturbar a algunos de los que tienen las claves de nuestro tiempo.

Ahora, durante un mes, me gustaría aprecibirme de todo ruido innecesario - aislarme. Quiero tantear el silencio mientras leo este nuevo manual sobre lenguajes y procesamiento. Veo que estoy estornudando con fuerza de manera aislada, es un virus. Trabajar en un hospital tiene eso. Se ha acabado la música. Ya veremos si tengo necesidad de seguir en este blog, o si cambio algunos esquemas.





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