jueves, 3 de octubre de 2019

Que no depende de mí

En estos últimos días he querido apurar series de Netflix, ya que la aplicación no me funciona con una calidad mínimamente aceptable, y no puedo echarle la culpa a mi equipo o a mi conexión - por el momento.



Nos cargamos la radio, y apareció un instrumento más complejo de sintonizar. Entonces aprendimos a sintonizarlo correctamente, y lo digitalizamos. Entonces descubrimos cómo hacerlo más inteligente, y lo quitamos de la ecuación. Ahora en Internet tenemos su sustituto perfecto, pero tenemos problemas en la sintonización.

Se siguen probando fórmulas, y no hablo exclusivamente de Netflix, inmediatamente antes teníamos a Youtube; que se reinventó para pagar a sus influencers, y luego volvió a reinventarse para recibir financiación de los tenedores de deuda más poderosos. Me recuerda al último capítulo que vi de South Park en Netflix: la temporada que culmina con intentar saber cuándo algo es un anuncio y cuándo es información.

El asunto es que cuanto menos escribo en este blog, ¿acaso no es mejor porque significa que vivo de una manera más estable? ¿No significa que he conseguido encontrar una manera de expulsar mis demonios? Al fin y al cabo: ¿de qué sirve dirigirme a un mundo que tiene mejores cosas que hacer...?

En estos momentos tengo dos líneas de investigación que, a diferencia de lo que había hecho hasta ahora, no tengo intención ni de publicar ni de desarrollar para sacar dinero con ellas. Son un absurdo pasatiempo. La razón es porque tampoco encuentro vías de expansión para mi negocio. Todo lo que veo es oscuro y ya hace tiempo que no depende de mí.

Es aceptar el hecho de que en esta cárcel hay encarcelados y carceleros. Si fuera mínimamente decente los carceleros tendrían una visión más amplia de la realidad, no serían unos necios (cuanto menos), pero el asunto es que los carceleros tienen miedo de abrir las rejas porque están encarcelados por sus propias paranoias y ambiciones burguesas. 

Una sociedad meritocrática sería capaz de acabar con las barreras donde no debería de haberlas, las pondría donde los perturbados pretendan crearnos nuevas cárceles. El carcelero debería de ser un maestro que te enseñe dónde escondes la llave de tu propia celda. Sin embargo, si esa fuera la realidad que vivimos, he estado buscando esa llave durante cuarenta años..., y me consta de que no la tengo: la mía propia por lo menos no.

No depende de mí.

Nuevo libro de autoayuda: "Que no depende de mí". Y como subtítulo: "Estoy de acuerdo". Si lo escribiera sería un éxito en ventas..., si la gente quisiera leerlo. O si alguna editorial estuviera dispuesta a publicarlo. Por ejemplo, podría ser todo un compendio de las cosas que están aquí escritas, sólo que no sé si depuradas para convertirlo en una  guía bien ordenada de conceptos y recortes de prensa del día a día a modo de ejemplo sobre como sobrellevar el absurdo de vivir una vida que no depende de uno mismo. En la trama marco de todas estas entradas sólo habría que introducir los distintos enfoques que afectarían a cada uno de los perfiles hacia donde dirigir la obra.

Pero el escribir algo así tampoco depende de mí.

Por eso el libro sería exclusivo: ¿cuándo un libro de autoayuda te dice que aun no dependiendo de ti sigue existiendo un debes y una Libertad que no pueden arrebatarte?

Esto me recuerda a una conversación antigua..., un amigo me decía en un foro que la libertad era algo que te podían arrebatar, entonces le dije que lo que no te podían arrebatar era la ¡Libertaaad! (en plan Braveheart). Debí pensar que otra respuesta era mucho más importante ante los acontecimientos que acabarían por sobrevenir: peor sería perder una amistad porque uno de los carceleros de la misma no se diera cuenta del valor de sus llaves.

Las llaves en esta nueva metodología que he consolidado después de escribir "Luces y espectros", lo llamaría eón: porque los eones son los memes que han conseguido sobrevivir más allá del paso del tiempo y de las culturas; son herramientas sin forma ni sentido, salvo simetrías que cumplen las álgebras que pretendan repetir patrones ante nuestros sentidos. Son mencionados por Propp en su morfología del cuento, pero no estudiados como lo hicieron en su tiempo griegos y cristianos (la versión más antigua y mesiánica). Me hace gracia pensar que ahora yo, siendo ateo, vaya a rescatar tales arcanos y, ante la ausencia de una comunidad científica, pretenda hacer propaganda de los mismos... Me convertiría en un mago, pero por definición.

Cada vez que en un cuento se observan esos objetos que transforman a los personajes  para hacerles cambiar su función (lo que llamo arconte) dentro de la historia podemos reinterpretarlos como los objetos que son necesarios en las aventuras gráficas de los videojuegos para conseguir avanzar la historia, pasar de fase... Históricamente se pueden clasificar de 12 en 12, como los signos del zodíaco, o las pruebas de Hércules..., pero creo que esto ya lo comenté.

El asunto es que las llaves pueden ser cientos en una historia, aunque a nuestros ojos se repitan. El videojuego último Zelda Awakening creo que es el videojuego más perfecto en el uso de las llaves; he estudiado cuentos, videojuegos, etc..., le eché el ojo a Simon the Sorcerer, pero la saga de los Zelda están mejor diseñada a tales efectos. Aunque la antigua empresa Sierra fue capaz de desarrollar buenos títulos, creo que Nintendo le pilló el truco en un momento dado..., y no es de extrañar porque, ¿no suena Nintendo a nombre sospechosamente trascendente, como expliqué en mi blog de Luces y Espectros?

Siempre he dicho que la mejor aventura gráfica a la que habré jugado sería "Indiana Jones y la última cruzada", en el sentido de que incorpora todos los elementos de una buena historia por jugar. Sin embargo, no se trata de descubrir cuál es la mejor aventura gráfica, aquí mencionaba la historia con los objetos más expuestos posibles de manera que de su trascendente aprendizaje observemos una manera de ver la vida diferente. Sonará absurdo, pero eso es algo que no sólo lo pienso sino que además lo veo constatable.

Pero que la gente entienda esto no depende de mí.

Todos los Zelda están constituidos de la misma manera, aunque la historia que más encajaría con este blog es la de Ocarina of time. Por motivos que me saben triviales de explicar.

En cualquier caso, se me ha vuelto a escapar las razones por las que me había puesto a escribir aquí. Sé que me he dejado muchas cosas que quería decir y, por tener tan mala memoria temporal, volverán a atacarme para sintetizar un texto que, para que sobreviva, deberá incorporar algún nexo que lo hagan mantenerse. Ese nexo es, efectivamente, otra de esas llaves

Mientras siga escribiendo el cerebro no se me pudrirá y, al mismo tiempo, no habré encontrado otra manera de mantenerlo joven.

En cualquier caso no depende de mí.

Creo que se pueden escribir libros de autoayuda en negativo: hablar de amor enseñando  a odiar, defender la paz mediante disciplinas de artes marciales, abrir fronteras aprendiendo a crear barreras en el interior, aprender música no escuchando tonterías..., además de que es aplicable en la vida real: ya he defendido eliminar las vallas de Melilla incorporando una limitación de derechos a quienes no estén debidamente visados. Es nuestra cultura como civilización, nuestra capacidad para ofrecer grandes derechos sociales y garantizarlos, lo que incitaría al inmigrante el querer hacer cola para regularse por sí mismo (aunque el problema es demasiado complejo como para abordarlo en este final de párrafo).

En cualquier caso, la política de inmigración no la voy a desarrollar, porque no depende de mí.


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