Dale el poder a un tonto y le darás poder para que vivamos tonterías. Dale el poder a un ignorante y le darás poder para que vivamos sus curiosidades. Quizá el asunto esté en no darle poder a nadie, sino en factorizarlo. Pero, si hubiera que darle el poder a alguien, por favor que no sea un tonto.
El tonto vive una suerte de necedad al creerse capaz de muchas cosas, cuando en realidad lo que jamás debimos hacer es darle coba. Cuando un tonto se equivoca la responsabilidad recae en el resto de su gente. Esto es porque una persona no está tonta, es tonta. Eso quiere decir que salta a la vista que hay un grupo de gente a la que no debemos darle la oportunidad de "pulsar el botón rojo".
El mundo está lleno de tontos. La socialdemocracia castiga duramente al ignorante, y premia al tonto. No hay más que comprobarlo: si eres capaz de venderte dejas de ser ignorante, pero si no tienes ni idea del sitio en el que te has metido entonces no te libras de ser un tonto. Un tonto premiado que nos llevará por el camino de la amargura, pero un tonto.
Hay quien cataloga la inteligencia como un resultado puramente conductual, es decir: si un sistema de información sobrevive entonces demuestra ser inteligente. Un león en la sabana es una animal muy inteligente, pero menos que un homínido con una escopeta (salvo que el homínido sea un tonto que no la haya cargado, aun habiendo aceptado el oficio de ser cazador).
La gente no se cataloga entre tontos e ignorantes pero, aún así, bien podemos decir que la filosofía de la gente se cataloga entre preferir ser un tonto o preferir ser un ignorante. Yo, por ejemplo, por fuera siempre he preferido aparentar ser un tonto: eso me deja fuera de juego entre los alfa con ganas de lucirse. Me asquea ese mundo. Sin embargo, hay que ser realmente tonto como para confiar en alguien que aparenta ignorar cosas.
Hay que ir más allá de las apariencias: la cosa no es que hay gente que aparenta preferir ser tonto a ser ignorante, y al revés, lo fundamental es que hay gente que prefiere ser tonta a ser ignorante. Y mi experiencia me dice que, generalmente, de los cuatro tipos que quedan implícitos el que aparenta ser un ignorante suele ser bastante tonto (en cuanto a que no lo hace por humildad, ironía o para dar ejemplo).
Y cierto es que la humildad, como lo es la condescendencia, no es una virtud en sí, sino que requiere por necesidad ubicarse en una circunstancia específica que la haga o completamente necesaria o completamente fuera de lugar. Que es como decir que la humildad es en realidad no un concepto que invierte o mantiene la polaridad de la acción, sino que la intensifica de manera neutra. Y este concepto aún no ha sido desarrollado por la informática: la idea de la intensificación dentro de los procesos lógicos en el lenguaje natural.
Con el fin de despertar mi instinto podría ponerme a leer los autores que aún no he desarrollado dentro del procesamiento de lenguaje natural, así podría ir completando lo que haga falta..., y así tampoco me duermo, pero el asunto es que hoy, por ejemplo, ha sido el día más productivo en varios meses dentro de mi kiosko y, al mismo tiempo, me percato de que eso no es lo que me despierta. Más bien me encasilla y me aburre bastante (o me cansa, no lo sé - eso de tratar con la gente para esperar a que se decidan puede que no sea lo mío; lo mío es ver lo que se les pasa por las cabezas, cuanto menos).
El asunto es que la socialdemocracia impone una dictadura del tonto. Las personas que sean realmente expertas en una materia se habrán dedicado a estudiar dicha materia, les habrá gustado y habrán ocupado un lugar significativo dentro de esas áreas... Pero la socialdemocracia no les premia a ellos, premia a los que consiguen vender su imagen, los que consiguen robarle puestos a otros, los que hacen vida social, los que van con su escopeta nacional acabando con los leones necesarios para convertirnos en superhombres.
La socialdemocracia es incluso peor que el capitalismo mismo.
El capitalismo era el niño pequeño de la socialdemocracia. Entonces no había aparecido la mercadotecnia. En EEUU habían estado desarrollando estos conceptos cada vez mejor: partidos políticos que venden ideas mediante una propaganda, propaganda que debía ser financiada, grupos de presión con intereses para pagar esa propaganda, intereses que podían ir contra el libremercado, el propio capital: la socialdemocracia se convirtió en un parásito que se comió al capitalismo desde dentro. Como una de esas bacterias que se comen el cerebro de su víctima para obligarla a ir andando hacia sus depredadores y así seguir creciendo en los mismos.
La socialdemocracia, a diferencia del capitalismo, no es una doctrina ni política ni filosófica ni nada. El capitalismo consiste básicamente en intentar capitalizar cuanto más mejor para resolver los problemas. Bueno, como ya expuso Marx, si la manera de capitalizar estuviera vinculada con la meritocracia él mismo (y yo) aceptaría el capitalismo; el problema es que en realidad todos sabemos que el dinero está más vinculado con el nepotismo (lo que Engels englobaba en la estructura familiar rígida). De la misma manera, paradógicamente, algo mal tuvo que hacer Marx (llámese la fuerza del trabajo, según mi perspectiva) como para que sean los burgueses los encargados de reinterpretar sus ideas para luego desvincularse paulatinamente de esos principios meritocráticos..., pero eso es otra historia.
La socialdemocracia no se centra ni en el contrato social como el socialismo, ni tampoco en quién tiene el dinero como el anarcocapitalismo. La socialdemocracia aparece para insinuar que ambos postulados son extremos y, por tanto, que puede encargarse de abordar ambos principios. El problema es que no es cierto. Igual que las posiciones equidistantes no siempre están ausentes de extremismos.
La socialdemocracia es el único sistema que, para empezar, requiere un poder ejecutivo de manera estructural. Llámese rey, llámese como uno quiera, ese ministro debe tomar decisiones militares y de embajada para asegurar la seguridad jurídica de las empresas extranjeras que quieran invertir en el país. Es decir, la socialdemocracia en el país que no sea imperio es una manera de controlar la soberanía del país. Por eso, en cuanto Fidel Castro descubrió el tinglado dejó de ser socialdemócrata y se abrazó, por obligación, al comunismo.
Hay que leer la letra pequeña. Así evitamos convertir a nuestro país en una dictadura.
Y es que Cuba es un buen ejemplo de democracia: todo ese régimen de falta de libertades son las propias de los países en guerra. Producto del miedo a perder su estructura interna. Hay quien piensa que Cuba no es una democracia, yo acuso a esa persona de no tener unos principios bien definidos sobre lo que es una democracia - juraría que no pasaría esa persona ante mí un tercer grado en cuanto a este concepto. De hecho, ya tengo mis añitos y varias personas con las que he discutido al respecto.
Por tanto una monarquía puede ser una democracia. Sin embargo, para cuando la manera que tengan en un país sea de tal manera que no necesitemos un presidente del gobierno entonces, ¿también necesitaremos un rey? En estos momentos, me fío antes de un rey que de un tonto que no tiene preparación salvo para hacerse fotos. Y que conste que me refiero a los líderes conocidos.
Recuerdo hace años lo duro y muy difícil que resultó ser preparar un medio de comunicación para que alguien como Julio Anguita (y sin ser necesariamente él) pudiera tener la oportunidad de exponerse ante las cámaras - que la gente supiera de él. Al fin y al cabo un tonto es más fácil de imitar, un tonto es más fácil que genere noticias, el tonto (al ser más fácil de someter) recibirá subvenciones para obtener entrevistas que le favorezcan, el tonto lo tiene siempre más fácil... Aquel que peca de ignorante, que dice cosas como es una buena pregunta que será objeto de estudio, o cosas como en estos momentos no tengo suficientes elementos de juicio es más que probable que se confunda con esos casos en los que los periodistas ardían en deseos que se definiera para luego...
Hace tiempo hice un pequeño estudio sobre qué tipo de investigación tecnológica tendría que desarrollar alguien como yo para que, sin título, pudiera tener derecho a ser evaluado, a ser reconocido. La socialdemocracia ya ha invadido a la ciencia; los grupos de presión y sus mafias requieren puestos en todas partes, allá donde hay dinero hay un político y algún amigo. Si quería que mi nombre se reconociera, ¿qué clase de producto debía ofrecer?
Entonces diseñé un producto blanco blanco blanco. No había nada oscuro en él. Lo más oscuro que existe es:
- Lo que supone un cambio de paradigma (rojo).
- Lo que es difícil de revisar por su originalidad (verde).
- Lo que es difícil de constatar (azul).
Si se presenta un plagio está claro que resultará terriblemente sencillo que te lo revisen, pero si fueran realmente competentes te acusarían a las primeras de cambio sin concederte doctorado alguno (como ocurre con los tontos doctores que se meten en política en España). Cabe esperar que cada vez que hablemos con un doctor casi casi estemos hablando con un tonto.
El producto que se me ocurrió fue el de hacer un zoom. Recuerdo en aquel mismo año cuando aconsejé a un compañero que investigara sobre lo que sería el precursor de lo que ahora llamo Excalibur - producto 100% incandescente de cara a la ciencia actual. Lo que le aconsejé a mi amigo era algo blanco, blanco... Para cuando terminó su proyecto fin de carrera me dijo que le felicitaron y que el producto era digno de investigación.
El zoom en realidad se basa en lo que se ve en las películas: cuando hay una imagen que no se ve bien y tienen que ampliarla. Entonces, en los años '80, salía el personaje que hacía de experto y decía: "Cuadricula la imagen. Ahora amplía este cuadrante." Nada más ampliar ese cuadrante la imagen se veía mucho más nítida..., ciencia ficción.
Esos principios de ciencia ficción se fundamentan en que la máquina tiene que tener un mecanismo de vectorización de las imágenes mapeadas. Es decir, donde no hay bits dibujados no hay bits dibujados; por lo que es necesario un modelo que extrapole esa información.
Presentar ese producto, en apariencia, no supondría ningún cambio de paradigma - porque es un problema muy conocido que no estorba a otros ensayos. El título y el producto serían muy fáciles de revisar; ya que no exige crear usuarios nuevos que usen el producto, ni es una combinación compleja de ideas conocidas. Y, por último, sería fácil de constatar porque no uso filosofía conexionista, sino 100% simbolista (el objeto es aprovechar las técnicas de vectorización).
Sin embargo, en aquel año decidí abandonar ese proyecto y me puse a investigar más sobre la lógica y la satisfacción booleana. Esos temas que más ignoraba eran más interesantes para mí.
Podría haber creado un producto diáfano, ser conocido por hacer que una máquina pudiera hacer lo que nadie..., pero me incliné por los límites de la ciencia y el conocimiento. Ése fue mi pecado.
Visto así podemos redefinir la idea de lo que entendemos por inteligencia. Porque si conseguí diseñar productos terriblemente inteligentes y, al mismo tiempo, no pude sacarle un uso inteligente de los mismos entonces los criterios socialdemócratas obligarían a catalogarme como un vivalavirgen, un indeseable orgulloso, un sociópata o alguna clase de tonto incapaz de saber defender su proyecto.
Pero esas perspectivas, una y otra vez contradicen mi perfil: yo he sido capaz de levantar a los más desconocidos, tengo un autocontrol perfecto ante mis superiores a la hora de embarcarme en proyectos importantes, siempre me alejo de los alfas y suele verme trabajando siempre..., así que nada cuadra.
Mi perspectiva es mucho más lógica: los que han tenido el poder de reconocerme no lo han hecho por una fuerte sensación de envidia que les ha obligado a obrar contra sus propios principios. Obviamente, actuar de esa manera cuando tienes un producto estrella es de TONTOS. Así que mi tesis, al menos, es coherente: la socialdemocracia premia a los tontos y se atemoriza de lo que la lleve a un estado gobernado por gente que se sabe que ignora cosas.
¿Eso quiere decir que un futuro presidente sería castigado por el electorado en cuanto use coletillas propios de ignorantes con tal de evitar hacer el tonto ante las cámaras? Para responder a algo como esto hay que hacer un estudio de mercadotecnia. Es decir: para determinar el perfil de los gobernantes en una socialdemocracia son los científicos del mercadeo los que se encargan de evaluar tal conveniencia, no ninguna clase de ética - ya sea socialista o capitalista. Y esto era justo lo que venía comentando desde el principio.
Como ocurre en los cuentos de hadas, la mercadotecnia se encarga de echarle un buen polvo a su candidato: en forma de polvos mágicos o de rapapolvo el candidato se somete a su asesor de imagen. La cosa es que, por mucho que quiera escapar de su imagen, la única razón por la cual está en la posición en la que se encuentra es por su imagen, y para cuando se le escape ese maquillaje todos sabemos que es cuando observamos la foto de un tío que pone cara de tonto.
Periodistas que insisten en la propaganda socialdemócrata, economistas..., todos se ponen a echar esos polvos mágicos que maquillen las circunstancias, que genere la apariencia de la importancia de un presidente, la importancia de un candidato u otro, del poder ejecutivo y los pocos parámetros que usan para configurar la estructuración técnica del poder.
Pero cuando se gastan esos polvos y se embarrana todo, entre dires y diretes de griteríos de "eres mala persona" o "eres buena persona", da igual si el polvo es orgásmico o sádico, da igual de si es alabanza o reprimenda..., todo eso es mentira, forma parte de la misma propaganda con tal de desviar la atención en los parámetros que conforman la verdadera política que podría afectar a los ciudadanos de manera mucho más eficiente. De manera mucho más inteligente. Menos de tontos.
Esa es la verdadera función de la socialdemocracia y de los medios de comunicación que la fomentan.
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