viernes, 22 de febrero de 2019

Basado en hechos reales

Siempre que escribo un relato o microrrelato intento hacer incapié en que no está basado en la realidad, sin embargo esta vez voy a presentar un relato donde, como no puedo recordar los hechos con exactitud, me dedicaré a colorear las escenas un poco...




Éste será mi último año en la universidad. Aún estoy en la indecisión de saber si voy a seguir la carrera o si, por el contrario, los estudios de ingeniería superior informática son un lastre para mí. Han sido ya demasiados años observando cómo el profesorado se dedica a ignorar mis trabajos, mis exámenes..., es una historia larga; y se ha construido en mi mente una forma muy conspiranoica de ver las cosas - poco a poco me he estado convirtiendo en un piltrafa.

Allá vienen esos dos. Un colega de la facultad con el que me saludo siempre que nos vemos, y su novia, que recuerdo aquella vez que se me acercó, pues decía que yo le resultaba atractivo.

- Te agradezco que hayas pensado en mí, pero tenerme como novio sólo te va a traer desgracias.
- Pero entonces, ¿qué quieres que haga?
- Te voy a presentar a un amigo que es tan buena persona como yo, te atraerá su forma de ser y su carácter.

Pasaron los años y aún cada vez que los veía me saludaban los dos a la vez.

- Hola Dato, me preguntaba si podías ser mi compañero de Diseño de lenguajes.
- Lo siento, pero ya tengo un compañero. Me lo pidió el primer día ese grandioso informático que administra la facultad entera con su red de ordenadores. Es todo un crack, y una persona amada por todo el profesorado.

Efectivamente, con éste de compañero era imposible que ningún profesor pusiera alguna excusa para no corregir mi práctica.

- Ya, pero es que en esa asignatura no me entero. Y necesito tu ayuda.
- Si te puedo ayudar igualmente sin ser tu compañero, además: no puedo dejar al colega éste en la estacada.

Al final me insistió, volví a decirle que no tenía sentido..., me insistió de nuevo..., al final me apené y le pregunté a mi compañero si no le importaba que fuera otro mi compañero de prácticas...

A todo esto, había un grupo de compañeros a los que había ayudado a superar unas prácticas de sistemas cibernéticos, solían acercarse para preguntarme sobre mis teorías sobre las bromas y cómo ejecutarlas de manera sistemática. Puede que se compadecieran de mi soledad cuando tanto me insistían sobre tales teorías, pero era un hecho de que las bromas se plasmaban y daban resultados que recordaban a la precisión matemática.

Este grupo se va a convertir en la subtrama de esta historia, para que se le pueda dar un poco más de tralla.

El asunto es que, a medida que pasaban las semanas, yo intentaba contactar con este colega para hacer las prácticas, pero siempre me respondía que no podía atenderme. Mi insistencia era continua y, cuando le decía que tenía que enseñarle algo para avanzar en la práctica, me decía que no hacía falta hacerla porque ya la tenía hecha de otro colega - por lo que cualquier cosa que hiciera caería en saco roto. Al mismo tiempo hay que decir que la práctica no era nada nuevo, sino más bien un añadido a algo que ya sabíamos hacer. Es decir, en cierta manera podría interpretarse como una piedra en el camino que, si ya está resuelta, ¿para qué molestarse? Así me dedico a otras cosas.

Poco a poco me venían más exigencias sobre la teoría de la broma: que si a un colega le estaba ya dando mucho coraje el recibirlas - pues existen las antibromas: entonces le echamos un cable para que pudiera ligarse a la tía que en ese momento sea capaz de señalar con el dedo..., al menos llevársela interesada. Que porqué no eran capaces de gastárme a mí una santa broma: "para cada broma existe una broma complementaria que la anula", les decía - y les explicaba cómo pueden anularte las bromas...

Así pasaban las semanas, había que entregar el 50% del trabajo y superar una entrevista para que el profesor comprobara que nadie se duerme en los laureles. En realidad sólo había que entregar las especificaciones del lenguaje y explicar cómo se iba a desarrollar: algo que se pudo haber hecho en el mismo día que se planteó el ejercicio.

Por primera mi compañero contactó conmigo, "enhorabuena, ¿ya te has curado de tu enfermedad? A propósito, el número de teléfono que me diste me han dicho que no es el tuyo y que he estado llamando a una desconocida".

Me obligó a reunirme en una sala que siempre estaba cerrada, salvo cuando se da clase. Por alguna razón entonces estaba abierta. Y empezó a explicarme la práctica que tenía hecha (copiada), pero nunca me dio una copia de dicha práctica - por mucho que se la pidiera. Tampoco hacía falta, las especificaciones eran prácticamente una simplificación de Pascal, tampoco es que hubiera plagiado algo relevante o dificultoso...

Por supuesto, pedirme hacer una práctica absurdamente convencional no me decía nada, así que empecé a proponerle cosas diferentes - como que la gestión de memoría del montón incluyera un recolector de basura un mecanismo de gestión autónomo. De nuevo me repetía la misma cantinela:

- Es que ya está hecha la práctica, no vamos a cambiarla...

Estuve discutiendo un aspecto fundamental sobre las cosas que decía: algo que me parecía contradictorio por cómo decía que pensaba resolverlo. Se lo dije y me insistió en que esa era la manera en la que había que resolverlo... Yo le expuse que esa parte él la tenía muy chusca y que responder así era incorrecto..., pero no me hizo caso, y poco a poco mi querido amigo empezó a infundirme una especial desconfianza ¿Es posible que él me despreciara tanto como informático? ¿Es posible que en realidad lo que quería era devolverme un favor haciéndome aprobar la práctica sin pestañear?

Al llegar la hora de hacer la entrevista mi compañero no se encontraba ante la puerta. Pude comprobar cómo en realidad estaba hablando con un profesor. Estando a no más de diez metros de mí le chillé por su nombre desde la planta superior, y me ignoró: teníamos que entrar en nada. El profesor salió por la puerta para que entrara con mi compañero, le envié un toque a su móvil, lo cogió y lo ignoró mientras se reía con ese profesor..., parecía saber muy bien lo que hacía.

- ¿Necesitas a tu compañero para hacer la entrevista?
- ¿Para esta mierda de práctica? ¡Yo solo me basto! Pero él tiene las especificaciones. Y, lo peor, ya no sólo es que me ignore: el problema es con quién está hablando.

Y, efectivamente, el sujeto con quien hablaba bien era su jefe de departamento, ya que este amigo se encontraba en el tercer ciclo. Según parece aquel de quien dependía para entregar su tesis era un profesor que tenía una orden de alejamiento, que había acabado en prisión y que estaba empastillado por sus trastornos psicóticos..., tenía una obsesión hacia mi persona. Una persona altamente peligrosa con la que tenía que convivir profesionalmente debido a la beligerancia judicial y, vete tú a saber, gracias a según qué otra clase de motivos escabrosos y vinculados con los poderes públicos y lo fácilmente corrompibles que son en este país.

- Se confirma mi tesis: a partir del tercer ciclo se echan a perder - dije abiertamente ante los presentes.

Al final el profesor decidió hacerme pasar el turno con la esperanza de que, para cuando terminara con ese grupo, el alumno estuviera decidido a presentarse a hacer la entrevista. Y, efectivamente, apareció sin dar explicaciones, ni disculpas..., con un aire altivo y jocoso. Luego, al entrar a hacer la entrevista de la práctica, el profesor repitió exactamente la misma inconsistencia que le encontré como una hora antes..., la duda que me entró fue si este tío era lo suficientemente paleto como para haberse dado cuenta de algo tan básico.

Al salir de la entrevista el profesor me regaló una referencia bibliográfica, para poder desarrollar el trabajo - pues lo que yo exponía era mucho más interesante. Pero, como todos adivinaréis..., no serviría de nada.

Con el paso de los meses comprobé que la universidad estaba llena de traiciones, sabotages de trabajos y comportamientos obsesivos y absurdos, así que decidí que ese sería mi último año. Pero antes de eso, mis compañeros de bromas me interpelaron por una antigua promesa de la que no me acordaba en absoluto: la broma maestra.

La broma maestra, dentro de mis teorías, representaba el máximo sumum de las bromas y, en teoría, se podría ejecutar. Consistía en una broma que cumple todos sus objetivos de crear una situación de chanza, pero con una peculiaridad: los ganchos, no sólo saben que es una broma, sino que además son víctimas de la misma. Entonces surgía un asunto: les dije en qué fecha exacta les haría víctimas de la broma maestra y, para ello, ellos debían convertirse en mis ganchos - sabiendo que, al hacerlo, también serían mis víctimas y tendrían que tener cuidado por lo que les viniera encima. Fue la única broma que tuve que preparar con una semana de antelación, y fue un éxito rotundo.

Al llegar el día de presentar la práctica, mi compañero nunca llegó a dar muestras de vida - ni tampoco el propio trabajo. Es cierto que, en una ocasión, ese profesor me ofertó tener por compañero al empollón de la clase..., pero claro, ¿lo hacía para apartarme de mi actual compañero o para que le salpique a éste también? Yo ni le había pedido ayuda ni me fiaba ni un pelo de un señor que había tenido por varias veces la oportunidad de expulsar a unos profesores que me agredían constantemente y que no me corregían mis prácticas. No, ese hombre no era de fiar.

Para cuando me presenté en el examen me encontré a mi compañero.

- ¿Has presentado la práctica?
- No.
- ¿Por qué?
- Es que no me parecía bien entregar algo sin entender cómo funciona.
- ¡Pero si yo mismo te lo podía explicar! Además, si no se presenta la práctica suspendemos la asignatura aunque aprobemos el examen...

Como hablarle a una pared. O incluso peor: las paredes me caen simpáticas. Te protegen. Son mejores que las personas.

La broma maestra ya estaba preparada, incluso le metí un poquito de inquina..., algo oscuro e impropio en mí. Ése sería mi último día de clase. Pero antes de nada, me encuentro con el que antes era mi amigo y, con su novia al lado, le pregunto que a qué había venido todo eso, que porqué no me consultó antes de tomar esa clase de decisiones.

- No sé porqué te preocupas tanto, si de todas formas tampoco entregaste el examen. Es decir, que mucha idea no tendrías.
- No entregué el examen para que no me corriera convocatoria: las preguntas se habían puesto para que aprobara un tonto. Verás cómo en Septiembre cambian los enunciados.

Efectivamente esto correspondía con el hecho de que cada vez que me presentaba a una convocatoria los ejercicios eran paranoias que, aun bien respondidas, servían para que el profesor fingiera que absolutamente nadie era capaz de aprobar la asignatura.

Así siguió la conversación hasta que, en un momento dado, ante mí, su novia le dijo:

- Te dejo.

Al día siguiente un amigo común se me acercó y me preguntó que porqué había provocado que le dejara la novia.

- No, mira, es cierto que mi fama me precede, pero en esta ocasión se debió a esto otro... - y le expliqué toda la historia en contraste con las veces en las que hago bromas.

A modo de compensación él me contó una peculiar historia: un cuarto amigo al que ayudé una vez a superar una práctica (antes de que confesara arrepentido que la práctica la hice yo debido a que ese profesor había concluido que jamás me corregiría práctica alguna y, al mismo tiempo, me usaba como ejemplo de práctica perfectamente hecha una que hice en nombre de un amigo) se dejó copiar un examen (con el que estaba hablando en ese momento).

- Pero los exámenes no salen exactamente igual cuando se copian.
- No, no. Los puntos y las comas. Un examen de ingeniería del software, porque no tenía ni idea de nada.
- Entonces, ¿por qué haces el tercer ciclo en esa rama?
- Eso no importa. El asunto es que saqué un notable en esa asignatura con ese profesor. Mientras que aquel de quien me copié sacó un muy deficiente. Y era exactamente el mismo examen.

Le agradecí la historia..., creo que tenía mensaje.

Cuando llegó el día de la superbroma todas las víctimas, ganchos incluidos, no paraban de hablar ¿Que alguien ha puesto una bomba en la máquina de café? Los doscientos alumnos de sistemas diciendo "booom" y, en la sala contigua, los doscientos de gestión diciendo "baaa". Entonces, para una hora en concreto salían todos juntos donde la máquina de café. Para entonces estaba yo en la parada: un sujeto estaba obligado a tener que convitarles a todos por hacer la performance.

Mientras, el bulo continuaba..., "¿no se presentaron unos técnicos?", "¡No sigáis echándole azucar!" "¿Cómo se va a activar ninguna bomba al terminar el azucar?"

Llegaban los autobuses para volver a casa. Ya había abandonado la universidad y mis estudios. Subí al autobús cruzando los dedos..., como pensando, ¿ocurrirá? Y, efectivamente, debido a que hubo un leve atasco el autobús se paró en una encrucijada, a la altura de la facultad de informática, y se oyó un enorme zumbido: "ZZUUUUUUUUUMMM". Entonces cientos de personas se abarrotaron contra la puerta, saltaron las escaleras, cayeron unos encima de otros... ¡Cuánto intelecto abandonado en esos cúmulos de carne!

Le di instrucciones al conductor de autobuses de que no abriera el autobús, porque nos linchan. Y, efectivamente, no abrió el autobús y, mientras me despedía tan ricamente ellos me hacían el gesto del puño cerrado amenazante...

Lo más curioso es que incluso se lo dije: ya nos veremos o en la parada o en el autobús. Y acerté. Como siempre. Hay que saber encajar las bromas y distinguirlas de la corrupción.





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