martes, 8 de enero de 2019

Mayéutica. El arte reaccionario.

Vivimos tiempos extraños, donde la gente habla más, se mata menos y se entiende peor. Esto es debido a que, a mi juicio, los que tienen los conocimientos más cercanos a la verdad están más lejos de la capacidad dialéctica. Un ejemplo de esto podría ser a mi juicio la discusión entre Julia Otero y Carlos Alsina por el juez Tirado. La culpa la tiene Sócrates.


Hoy quería criticar a Sócrates y su discurso chavacano. No voy a negar que cuando era más joven los diálogos de Platón me sugerían un reto de interesante envergadura, sin embargo, como pasa con los reyes magos, en un momento dado la gente tiene que madurar las ideas. No sé cómo afrontar el reto de explicar algo tan profundo..., así que probaré a citar a un filósofo al que no respeto demasiado por su leve labor en dicho campo: Kierkegaard.

"Cuando una muchacha no despierta en nosotros, desde la primera mirada, una impresión tan viva que cree una imagen ideal de si misma, generalmente no es digna de que nosotros tomemos el trabajo de buscarla en la realidad. Pero si despierta en nosotros esa imagen, pese a nuestra experiencia, nos sentimos dominados y vencidos por una desconocida fuerza."
Muy mal, maestro..., muy mal. Este Kierkegaard, no.

 
"Debo encontrar una verdad que sea verdad para mí."
Vamos atinando..., me calibro un poco mejor con este Kierkegaard.



"La angustia es el vértigo de la libertad."
¡Éste! Éste me va más...

Bien, creo que ya tengo todas las herramientas para empezar el discurso ¿qué problema tengo con Sócrates? Creo que, antes de nada, sería pertinente explicar con mis palabras y colar mis opiniones dentro de la discusión del mes pasado entre Alsina y Otero.

Resulta que España es maravillosa para cometer crímenes atroces: los jueces suelen tener la costumbre de ser muy benévolos o, simplemente, no hacen mantenimiento de sus sentencias. Yo mismo lo he sufrido en mis propias carnes, hasta el punto de verme obligado a abandonar la universidad para siempre. Y remarco el para siempre porque hay quien cree que con 1.500 euros de multa, o un mes de excedencia, se resuelven las cosas...

El asunto es que un juez dicta una sentencia, un señor no acaba en prisión..., no estoy muy documentado, aviso..., ese señor que debió haber estado en prisión acaba matando a una niña y, muchísimo tiempo después, pero que muchísimo tiempo después, se descubre algo que el juez ya sabía. Suerte para todos nosotros que no prescriban todos los tipos de mezquindades, porque en España hay muchas formas de indultarse, que te absuelvan, etc..., siempre y cuando tengas algún amigo en el poder, claro...

El asunto es que si el juez Tirado hubiera hecho lo convencional entonces una niña no habría muerto. Simple. El objeto del debate que se formó fue que la Sra. Otero veía indignante la manera que tenían los jueces de simplicar el error; mientras que el Sr. Alsina veía que el consejo superior había aplicado la fórmula que se había considerado pertinente - de donde el juicio de valor sobre lo apropiada que era se debía desplazar a instancias superiores.

Se interpretó que una multa de 1.500€ era lo pertinente. Y entonces yo me planteo: ¿acaso no echaron al juez Garzón por promover unas escuchas sobre el diálogo entre la defensa y un criminal que parecía estar involucrado dentro de una estructura de crimen organizado de manera que los policías debían sopesar cómo no vulnerar el secreto profesional? Fue expulsado no por verdaderos motivos sangrantes, pero sí por algo que acabó siendo, en parte, justificable: el partido que gobernaba España se demostró que actuaba de manera criminal y era común hacer tales escuchas con miembros de partidos asociados con el crimen organizado (como HB, por sus vínculos con ETA).

Por eso, para algunos casos la justicia echa a un juez; para otros da igual. Si a mí me dicen que hay un señor que se pone a conducir su coche mientras cierra los ojos, lo que yo hago no es ponerle una multa: le quito el carné de conducir hasta que un psicólogo o equivalente me diga que el tío ya está en sus cabales. Ésto, para mí es el sentido común. Sin embargo, el diálogo entre Alsina y Otero fue cualquier cosa menos un diálogo-con-sentido. Razón por la cual, Alsina dejará de ser colaborador del programa de Otero.  

Y yo me pregunto, ¿qué es lo que pasa para que una persona esté más cerca de la verdad y, al mismo tiempo, esté más alejada de poder hacer pedagogía? A mi juicio Alsina no es que defendiera mejor sus argumentos (no expuso realmente ninguno), lo que ocurrió es que Otero estaba tan indignada y su contaminación progre era tan alta que empezó a emitir emociones dictatoriales para las que Alsina sí tenía capacidad argumentativa para defenderse. Y eso no es una conversación de ningún tema.

Pero yo quería hablar de Sócrates y su falsa mayéutica. Cuando leemos los diálogos de Platón (esto es algo que me suena que una vez se lo comenté a más de uno) hay algo que llama mucho la atención: si Platón acabó en la cárcel debido a sus ideas revolucionarias, o incluso Sócrates acabó condenado, ¿dónde están esas ideas revolucionarias en los textos?

Sé lo que muchos me pueden decir, y existen diversos tipos de respuestas: que si la revolución está donde los burros como yo no pueden leerla o que, muy probablemente, nos falten actos y comportamientos éticos de los que no hay diálogos ya sea porque no se escribieron o porque o se censuraron o, simplemente, se perdieron.

Pero yo lo que voy a hacer no es hablar del verdadero Platón o del verdadero Sócrates, sino de lo que nos queda de la mayéutica a partir de las obras actuales. Por un momento, una vez más, sacrificaremos la filología antigua para estudiar mejor la filosofía generada a partir de un estudio de los términos en su estado más moderno.

Cuando estudiamos los textos de Sócrates, como este sujeto sólo era un individuo mortal - como cualquier otro, cometía los errores propios de su época. Más en concreto: el objeto de la dialéctica socrática consiste en recoger la capacidad para el discurso del que tiene que hacer reminiscencia y hacer que emane de él lo persistente, lo que aguante sus ironías. Es importante estos aspectos porque voy a acudir a la idea de angustia de Kierkegaard.

"¡Qué irónico es que precisamente por medio del lenguaje un hombre 
pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!"
¡Muy bien! Sigue así, no está mal para ser un mero poeta.


Quizá pudiera parecer que soy un hombre culto criticando a los filósofos y poniéndome como por encima, creo que, por cómo escribo, dejo margen para la humildad en el sentido de que aún es posible encontrar un texto que me contradiga o un término que no haya conseguido terminar de comprender. Sin embargo, estas extrañas teorías las sigo manteniendo con los años. Y, claro, que no haya encontrado el contraejemplo sólo me confirma que muy probablemente no exista el contraejemplo de lo que pienso.

Sócrates/Platón era un filósofo que anteponía la fuerza de las ideas por encima de lo visible. Y, para dar con ellas, se valía de los iconos prestados por la cultura de la Grecia antigua: que si hablar de mitos, que si hablar de la vida detrás de la muerte, que si le parece bien las ejecuciones sumarias, que si ni menciona el estado deplorable de una libertad con exclavos, la situación de la mujer..., en fin: un filósofo no puede ser consciente de todos los errores de su cultura madre, bien; ¿pero de qué fue consciente Sócrates? ¿Qué fue lo que denunció?

Si resulta que la mayoría de los jueces de instancias superiores españoles son muy mezquinos porque se dedican a repetir constantemente las mismas doctrinas que permite que los asesino vuelvan a matar y no les importa para, una vez más, volver a repetir las mismas doctrinas..., la primera vez tiene pase, pero el problema es que esto es algo que se mantiene.

Si hacemos un discurso irónico-mayéutico, observaremos cómo una vez más los aspectos propios del discurso nos llevarán a la misma fórmula, ¿por qué? Porque angustiosamente no salimos de esa cultura. Se vuelven a repetir las mismas tornas y nadie se para a pensar que el sistema judicial está en llamas, porque son esos progres los que nos lo están gritando. Mientras tanto, otra niña muerta que, a mi juicio, es corresponsable el juez Tirado. Y, por ende, los 14 jueces de la sala superior que consideraron que sólo es necesaria una multa serán responsables de otro acto de desidia por parte del siguiente juez que le dé por cerrar un caso tan grave antes de tiempo.

Porque imaginemos que el pueblo vuelve a quemar otra fachada de los juzgados municipales. Entonces alguien se lo comunica a un juez: "Oye, que han quemado la fachada de los juzgados". Y el juez pensará, "¡Bah! Debe ser alguien que no cree en la Justicia". En este discurso, de condena contra la violencia, o de que los Juzgados representan la Justicia, al final podemos tener un proceso continuo de aceptación por lo que nos diga el jurado popular aunque no nos guste la sentencia. Entonces, ¿qué pasa? ¿Que porque nos la tomemos a disgusto sólo por eso no tenemos derecho a patalear y a renegar de la cicuta? Ese comportamiento no es nada ético: es muy conservadurista.

Estoy en un instituto público y soy un estudiante. Entonces, saliendo de una puerta, veo un payaso que sale corriendo mientras grita: "¡Fuego! ¡Fuego!". Y se va corriendo hacia la salida mientras coherentemente va transmitiendo ese mensaje a todo el que ve. Ahora ocurre lo siguiente: miro a la izquierda, miro a la derecha. No hay humo, ni fuego..., incluso tengo un poco de frío. El discurso mayéutico te dice: ¿te vas a fiar de un payaso amante de Kierkegaard? ¿Piensas ser víctima de una broma? Sin embargo la única verdad está en la naturaleza de la información que no viene de mí, sino de la que viene del payaso.

Lo correcto, y dudo que me equivoque, es o me importa una mierda el anuncio o debo ir al lugar de donde venía el payaso o perseguir al payaso. Bien podría haber una criatura indefensa en ese instituto sobre la cual yo quisiera sentirme responsable pero, considerando que no soy quien debe hacerse cargo porque podría avivar el caos, las opciones se reducen básicamente a lo dicho al principio.

Si en una discusión no estamos dispuestos a poner a prueba los límites de nuestra cultura, la falta de trasgresión en el discurso está destinado a hacer perecer cualquier razón por la cual haber iniciado tal conversación - pues estaremos quedándonos con lo peor de la cultura: su retroalimentación, sus iconos..., lo que llamo los arcontes en mi otro blog.

Cuando leo a Platón la idea que me viene a la mente en su manera de hacer discursos es como cuando el agricultor prepara el terreno cogiendo la tierra y tirándola sobre una maya metálica. Entonces el terreno cultural sobre el que va a trabajar pasa por un filtro fundamental que le obliga a distinguir las piedras de la arena. La arena irá cayendo sobre la zona a cultivar, y las piedras se irán separando para que el arado sea más sencillo. Yo entiendo que Sócrates se queda con los arquetipos que más persisten de una tierra que aún no tiene cultivo: en vez de cultivar la tierra, se centra en las piedras. Por eso no veo trasgresión en sus discursos. No es más que una exageración de las normas de la Grecia que le tocó vivir. Unos malos consejos a la juventud, una forma de extremismo que, además, provocó que en la vida real el propio Sócrates no resistiera un juicio real.

Cuando una persona caricaturiza su sociedad es normal que la gente de la calle se horrorice; es la diferencia entre un artista que muestra lo falso de la sociedad para que la gente se gire hacia la verdad, con respecto al radical que endurece las normas a partir de sus falsedades.

Así que, claro..., ¿puede el progresismo actual (con lo radical que es) dar lecciones al conservadurismo? No es de extrañar que estemos viviendo en España etapas censuradoras que, años atrás, habrían sido impensables. Por eso es tan complicado explicarle a la gente las bondades del multiculturalismo, el feminismo, etc..., están siendo publicitadas por payasos que anuncian incendios.





Suficiente hasta aquí
hasta luego sucedáneos




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