Cuando miro atrás en el tiempo veo un cúmulo de proyectos cuya realización, ya sea resultado de mi acción individual o gracias a la inestimable ayuda de un maravilloso colectivo, ha motivado la creación de grandes resultados extraordinarios. Esto, para mí, es un hecho. Asímismo, cuando veo mi firma personal aplicada a según qué otros proyectos, éstos lo único que hacen es empañar mi imagen y, sí, no lo voy a negar: mi imagen acabó empañada muy probablemente porque no supe encajar bien los golpes y zancadillas que recibía, o los que yo mismo me daba.
La cosa es que no me veo legitimado de quejarme demasiado de algunos de esos proyectos, hay que asumir los errores y madurar: a eso se le llama encajar los golpes. Sin embargo, la motivación que debe tener uno no debe basarse en un discurso tan simplista: a partir de contextos sociales donde aparece un niñato quejándose de cosas banales, siempre debe haber un discurso que le arree un buen golpe y le recuerde que debe asumir los daños, tirar hacia adelante, que la vida no son los golpes que das sino los que encajas..., en plan Rocky. Es un discurso conocido.
Ahora bien, está claro que ese discurso no siempre funciona. La lucha no puede basarse en aceptar las reglas que te imponen, porque las reglas podrían no ser equitativas. Es posible que te estén discriminando. Es posible que estés en alguna clase de lista, y todo cuanto hagas sea constantemente derribado. También es posible que los que pongan tanto empeño en derribar a alguien que es demasiado grande lo único que están consiguiendo es abandonar los cimientos que sostienen su imperio.
Pero el mundo se desmorona porque se quieren crear enemigos, el mundo se deshace porque los que tienen el control financiero son bastante torpes. Demasiado centrados en aconglomerar más y más su poder, de asegurarse su lugar, poco a poco los principios económicos van como emanando nuevos rivales, nuevos contrincantes, cada vez más numerosos, más cultos..., no pueden tenerlo todo bajo control. Sería más fácil implantar un modelo comunista y planificar los recursos, antes que planificar la economía financiera. Las fórmulas son las mismas, pero aplicadas en lugares diferentes - una cuestión puramente ideológica, no de cálculo.
Ahora bien, lo que buscaba decir no era exactamente eso. El objeto de esta entrada de blog era desahogarme en cuanto a la necesidad de motivar mediante el acto solidario: cagándonos todos juntos de cómo están hechas las reglas. En ocasiones no es cuestión de encajar golpes, porque cuando las mujeres no podían votar poca vergüenza debíamos tener como para encima exigirles que encajen lo que les toque. Motivarlas sería luchar contra las injusticias: ser trasgresor con el mensaje motivacional. Es el discurso progresista en contra del reaccionario.
Podemos ser reaccionarios y motivar diciendo que debemos encajar los golpes y continuar hacia adelante. Podemos ser progresistas y motivar diciendo que debemos cambiar las reglas para que sean más justas.
Sin embargo existen sujetos que no quieren encajar los golpes y tampoco quieren que las reglas sean justas. Estos sujetos suelen tener ideas fascizoides, tienen esa peculiar tendencia. Por un lado:
- Son altamente reaccionarios porque tienen un discurso conservador, por otro lado
- defienden una teoría de la conspiración por el cual quieren cambiar las reglas controlando la propaganda y, en tercer lugar,
- no se hacen responsables de los resultados genocidas de sus políticas.
Si mi discurso empieza discriminando a un grupo a mí me gustaría que alguien me lo dijera. Si, además, me creyeran intentando manipular el medio para difundir mis mensajes de manera no democrática, me interesaria saber si realmente estoy o no sucumbiendo a esa clase de errores. De la misma manera, ¿puedo aseverar que tengo plena constancia de que mi manera de ver el mundo y mi forma de ignorar según qué cosas nunca afectaría a la vida de terceras personas?
Cuando alguien descubre uno de los tres factores, algo que me convierte en un ser posiblemente fascizoide, lo que tiene que hacer es ponerlo de manifiesto. Y, si por alguna razón que se me escapa, la persona a la que se le destina la crítica del asunto en cuestión no quiere reaccionar al contenido entonces quizá debería de asumir la etiqueta que se está ganando a pulso. El que abandona la mesa de debate sin querer discutir no puede luego quejarse de los juicios que genera.
Por ello, cuando veo a esas nuevas señoras que se las dan de ser feministas, esconden detrás de sus radicalismos una oleada de muertes sin sentido. De la misma manera que lo podemos ver en muchos señores que fingen defender el anarcoliberalismo; y lo defienden al mismo tiempo que envían a sus hijos a las mejores escuelas y les preparan la mejor de las herencias..., de sentido común, nadie podría defender realmente algo tan estúpido que no se ha aplicado en ningún país por muy absurdo que fuera el político en el poder.
Muchos se verán a sí mismos como defensores de causas, filósofos o pensadores..., pero yo veo fascistas, cuasifascistas y, todo lo más, alguna que otra persona que tiene intenciones de debatir o argumentar. Pero este tercer grupo es muy reducido y, como es lógico, me gustaría pensar que formo parte de él.
Y, tan pronto como alguien dice que a las feministas radicales no hay que llamarlas feminazis sé porqué cree que suena frívolo: el holocausto judío fue atroz y muy difícilmente reproducible o comparable con nuestra vida cotidiana. Ahora bien, ¿cómo se puede aseverar que hoy día no estamos tolerando genocidios con nuestra burguesa manera de motivarnos?
Por eso mismo considero que la posición difícil de defender, la que necesita argumentarse mejor es la contraria a la mía en este sentido: Cualquier radicalismo que sucumba a poseer los tres rasgos y no responda por ello debe ser considerado dentro de la rama del fascismo. Es una manera simple de entender las cosas y que nos ayudará a comprender el origen del vicio en las democracias.
O se llama al tonto tonto, al listo listo, al sabio sabio, al prudente prudente y al loco loco..., o para qué tenemos un lenguaje. Y, si una persona desprecia el diálogo, ¿acaso no merece el apelativo por el que tanto luchó para que se le quede pegado a su imagen cada vez que la vean? ¿Y si es así como pienso acaso no tiene derecho a saber que le atribuyo ese vicio y por qué me parece razonado?
En definitiva, sí: hay feminazis. Demasiadas. Así como hay fascistas que se visten de liberales. Demasiados. Me gustaría vivir en un mundo donde los foros no sean contaminados con gente que tiene intereses.
Me gustaría escuchar más argumentos y menos propaganda.
Más principios categóricos y menos chovinismos.
Más pensamiento lateral y menos ostracismos asesinos.
De vez en cuando se agradece ver por la calle un coño insumiso que nos invita a pensar lateralmente, a cuestionar propagandas y salirnos de las tradiciones que nos intentan someter. Sin embargo, al mismo tiempo que se hace una procesión limpia, se puede ver algún grito desaforado; algo que se sale de los esquemas del respeto o la consideración ¿Es trasgresor o es otra cosa? Es más fácil de responder de lo que parece, pero la norma no se puede hacer así por las bravas.
Suficiente hasta aquí
hasta la próxima sucedáneos
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