miércoles, 16 de enero de 2019

El desprecio al debate profundo

No me he hartado de criticar a pensadores que no son capaces de ir más allá de la pedagogía. Sin embargo, en ocasiones me veo forzado a usar sus herramientas pedagógicas (como la mayéutica, tirar de dogmas o hacer a alguien pasar vergüenza) y eso sólo es bueno cuando tienes a un discapacitado cultural, pero no son herramientas para ayudar a ir a más.




Es innegable que en ocasiones yo mismo puedo acabar errando. Es por ello que debo tragarme mi orgullo y dejar que el que tengo delante me haga preguntas con ironía para obligarme a mostrar mis argumentos con reminiscencia. Sin embargo, en ocasiones esa ironía no va a ninguna parte, y no es de sabios preguntar algo cuya respuesta desconoces - por ello suelo gustar de seguir la dialéctica para aplicar en quien tengo delante los mismos argumentos irónicos pero aplicados a su línea de pensamiento.

Cuando esa gente descubre que se encuentran en un callejón sin salida se vuelven unos dictadores, imponen que no se puede seguir por ahí, y entonces es cuando pierden absolutamente toda su autoridad: no tiene sentido dirigir un debate para luego concluir que era uno mismo quien se contradecía.

Pues bien, cosas como esa nos ayuda a comprender que lo que puede ser usado para fingir un debate, para aparentar ser un maestro, para hacer creer que se es tolerante..., cuando al final uno no plasma el resultado con hechos ante una persona atenta sólo podemos decir que ha perdido el juicio.

Esas herramientas que buscan la reminiscencia no ayudan a analizar realmente los contenidos: si el maestro tuviera una mejor capacidad de análisis sólo tendría que exponer su teoría mediante un conjunto de postulados y, tras recordar los teoremas en los que se fundamenta, demostrar la simplicidad de su lenguaje. Cuando tenemos una persona atenta escuchando reconocerá su teoría y podrá ponerla en contraste con afirmaciones que no se hayan podido abarcar. Entonces nacería una discusión sobre la relevancia de unas teorías frente a otras, así como de la completitud de cada teoría o, simplemente, de su incoherencia.

Pero nadie habla así. Lo sé. Soy informático. Me gusta hablar así. No conozco a nadie que guste de hablar así. He conocido a cientos y cientos de personas. Nadie habla así, salvo yo. Habré leído a B. Russell, pero no lo he conocido. Habré leído sobre señores que opinan sobre lógica, pero no he tenido el placer. Por ejemplo, hace poco resdescubría  Jesús Mosterín - muerto de cáncer. Ya no queda nadie ¿Es posible mantener un diálogo sólo con uno mismo?

Lo que vemos realmente en la sociedad actual se basa más en el corporativismo que otra cosa: si alguien no es de una institución académica entonces directamente ni se toma en cuenta sus documentos. De hecho, sólo tomarán en cuenta los documentos según una operación XOR:

Hacer oficial el peer-review = Documento bueno XOR Autor sin prestigio.

Bajo esa fórmula podemos observar cosas extrañas como documentos que no están ni en inglés ni en ningún otro idioma, pero que fueron aceptados, es posible que demostraciones simples no sean ni miradas, así como que una demostración de fácil refutación acabe en un tortuoso proceso de risas y tomaduras de pelo por parte de gente que debería ocupar su tiempo en hacer cosas más fructíferas - como dar ejemplo.

El sistema de ensayos, actualmente, ha renunciado al discurso profundo de las teorías para centrarse en quién la tiene más larga en materia de referencias bibliográficas - quién es mejor divulgador. Y reducir todas las ciencias a la ciencia de la información es tan absurdo como imaginarse cómo sería un mundo sin ningún experto, sabio, científico, abogado, matemático...., y todos periodistas.

Cuando veo a una persona que se obceca con su propio ego no voy a negar que la mayéutica es muy útil. Pero eso no es filosofía. Cuando veo una persona que se encuentra con su propia contradicción no voy a negar que hacerle sentir vergüenza puede ser muy útil. Pero eso no es filosofía. Cuando veo una persona que relativiza con la ética hasta el punto de cuestionar la ética no voy a negar que el dogma de la moralidad, la consciencia y darle importancia a esos temas puede ser muy útil. Pero eso no es filosofía - porque nada de eso es auténtico. Todo eso no son teorías válidas de la inferencia nueva de conocimiento, sino más bien sustancias que ayuden al paciente a vomitar formas venenosas de conocimiento.

Para cuando el paciente termine de vomitar gracias a enseñanzas superficiales puede que empiece el campo del estudio profundo de los términos que se usen, de su relevancia, de su coherencia..., pero si va a seguir manteniendo su pensamiento necio, sin documentar, negando las evidencias simples en su contra..., pues poca discusión puede haber ahí.

Tuve la oportunidad de hablar con algún erudito para decirle una cosa: gracias a que iba directamente al grano cuando hablaba con la gente, que no me preocupaba de decir las cosas con cuidado - con pedagogía, se ha estado creando en mí una capacidad objetiva de leer con velocidad muy rápida y de pensar de manera muy coherente.

Recuerdo la vez que me metí en un foro de Internet. Leí algo con lo que no estaba de acuerdo. Me opuse. Como el eminente doctor no estaba de acuerdo hizo uso de un consejo clásico que he vivido muchas veces, como que hasta entonces esto ya me habría pasado: me recomendó la lectura de un libro, y así se escapaba mediante un ad autoritas. Como nunca busco tener razón, agradecí el consejo y dediqué mis dos horas siguientes (o menos) en buscar el libro, leerlo entero (más de 200 páginas de tostón insufrible) y, con un simple escaneo, encontrar la contradicción que me favorecía la discusión. Así, volver al debate con la referencia del libro para que el doctor la desarrollara.

Y recuerdo esa experiencia con un especial dolor, razón por la cual me he visto obligado a escribirlo aquí, porque en otras ocasiones no había especial respuesta y se perdía la experiencia, o desaparecían las entradas. Pero en esta ocasión no sólo se mantenían las entradas, sino que además se tergiversaban para envenenar el debate; y el blog donde se debatía era de filosofía. Estaba claro que la amistad pesaba más que los argumentos.

Gracias a que he sabido evitar esos sitios ponzoñosos, que podía mirar con desprecio el corporativismo y los sesgos cognitivos, podía -siempre con educación- ir definiéndome allá donde podía. Y sí, después de años y años en la universidad desarrollando la teoría de números con la basura a la que tenía acceso (ya me habría gustado a mí tener una bibliografía seria, y no la que te publicitan en la universidad) me acabé obsesionando y empozoñando..., me pregunto hasta qué punto esa peligrosa obsesión me habrá invalidado al completo de hacer según qué demostraciones.

Sin embargo, otras demostraciones; otros logros - resultados evidentes de la lógica, máquinas que funcionan..., en cuanto a que funcionan, por eso no se dan a conocer.

No falta el sujeto bien colocado entre los divulgadores, que no tiene preocupación ya por nada - quizá porque ha tocado fondo, y que sostiene la teoría de que sí existe la meritocracia porque, de existir tales máquinas maravillosas, ya las grandes inteligencias de los países lo sabrían.

¿Dónde está ahí la falacia? Pues justo en pensar que si las grandes inteligencias lo saben van a hacer uso de esa información. Pongamos por caso:

Yo asevero que con "las máquinas que presento" la ciencia podría dar saltos agigantados en la lucha contra el cáncer.

Contratesis: Todos los países tienen a los más brillantes controlando su seguridad mediante las inteligencias. Por ejemplo, como cuando evitaron la caída de las Torres Gemelas o que Puigdemont se fuera a Bruselas. Otro ejemplo de la brillantez lo tenemos en los magnicidas de presidentes democráticos ya sea de sus países como de países aliados. Vamos, gente muy brillante.

La cosa es que esta gente debe tener familias, gente que enferma por culpa del cáncer. Además se consideran a sí mismos la creme de la creme en inteligencia. Se creen a sí mismos los más capaces, quienes tienen una capacidad de razonamiento en la cúspide. Así que si ellos mismos no ven la conexión entre "las máquinas que presento" y una mejora en la cura del cáncer, entonces menos aún lo podrán ver los propios científicos, los cuales son aún menos inteligentes que ellos.

En este juego de ver quién es el más mezquino, los que suelen llevar corbata se llevan la palma. Los académicos se autoconsideran los más lógicos, pero no denuncian los textos académicos que son una vergüenza - razón por la cual las inteligencias se autoconsideran los más lógicos, pero ni ellos mismos se autodiagnostican. Y en este juego de tiras y aflojas los que más ganas tienen de dar lecciones a los demás son, a su misma vez, personas que no son capaces de crear estructuras lógicas que funcionen de manera automática. Es, cuanto menos, curioso.

La otra explicación que podría ayudar a sostener la fórmula XOR citada anteriormente se basa en un principio básico: los journals son muy caros de sostener y tener que asumir la dificultad que supone introducir una innovación puede que no compense frente a continuar con los procesos de divulgación. Es decir, es posible que esos journals tengan un factor de verdaderos expertos / intrusistas fuertemente dogmáticos cercano a cero en sus clientes - los que financian el journal. Y eso es lo que mata la ciencia.


En cualquier caso, he aprovechado esta entrada en mi propio blog para denunciar la deriva de esta sociedad en obviar los debates profundos. Hoy día ya no se debate en profundidad - posiblemente porque se tenga miedo de afrontar las propias ignorancias, los olvidos, las demencias personales..., etc. Lo que hay hoy día es lo que me he encontrado esta misma mañana mientras escribía ésto:

Llega un señor, hay una silla delante con pasatiempos y el que atiende está sobre el ordenador escribiendo.

- ¿Hay pasatiempos?

- En la silla - y vuelvo al ordenador.

Coge el pasatiempo y tiene un bolígrafo pegado. Pregunta su precio, se lo digo...

- ¿Va con el boli?

- Sí - y sigo con el ordenador.

- ¿Pero es un boli?

- Pues sí, es bolígrafo, sello, pompero... - dicho con cierto desdén, mientras hacía propaganda del puto boli.

- Mira, pues ya no voy a comprar el pasatiempo.

Está claro que la gente, dentro de su educación, es realmente imbécil.


Hasta la próxima, sucedáneos







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