Antes de empezar con mi día a día voy a poner unos cuantos apuntes sobre la marcha...
¿Qué pasaría si nuestra microprogramación en nuestro más insignificante de nuestros trabajos enferma? ¿Qué debería de poder hacer el sistema para recuperarse o, como a mí me gusta decir, aprovechar para avanzar desde otra perspectiva? El asunto es que uno de los agentes es posible que haya conseguido amedrentar al resto a través de un único meme, que haya creado una población nepotista donde todos son primohermanos y cada vez que se les pregunte algo se hayan superespecializado a responder lo mismo de la misma manera (todos los agentes responden "¡Mec!") ¿Qué hacer cuando se ha alcanzado el estado de idiocia?
No hay que olvidar las cuatro fases por las que puede pasar nuestra programación evolutiva: sin hegemonías, habiendo corporaciones (agentes favoritos), hegemonía tecnocrática (etiquetas o mitemas favoritos) e idiocracia (todos los agentes son uno y todos los mitemas son uno). Lo que puede pasar es que se puede emitir un agente infeccioso que obligue a distinguir a los auténticos de los farsantes y, así, o se pasa a la siguiente fase sin hegemonías o el sistema sucumbe ante ese agente. Otra cosa se puede hacer es abducir a los agentes más independientes para llevarlos a un entorno más rico en mitemas durante mucho tiempo mientras el resto de los agentes siguen evolucionando por su cuenta, luego se vuelven a juntar y se observa cómo desaparece la idiocracia. Si no funciona los anteriores se puede probar a hacer una síntesis: se abducen a los principales líderes y se hace pasar por situaciones difíciles a los no abducidos. Si aún así no funcionara lo último solo salvaría la población un aumento de la probabilidad de mutación: que impere el caos.
Lo dicho anteriormente no obedece a cuestión posible, solo a examen riguroso y técnico: objetivamente nuestras micromáquinas no tienen la opción de enfermar si hay un sistema inmunológico que se preocupe de que no hay afecciones internas como las expuestas.
Luego están las afecciones externas: imaginemos que el resultado de nuestra microprogramación es una máquina y, una vez ajustada y bien configurada, cuando la ponemos a funcionar empieza a alucinar, o tiene un comportamiento fuera de toda deóntica, o se le olvida su adaptación al contexto o no asume su propia microprogramación.
Lo primero se resuelve con duplicidades, lo segundo es incorporando un proceso de validación del producto, lo tercero se resuelve dándole potencia de lenguaje a los parámetros del contexto - que son los mitemas bajo los cuales trabaja el cliente de la micromáquina, y lo tercero le supone a la micromáquina el rol de entender la relación con el cliente como si fueran agentes dentro de una micromáquina que previamente esté simulando... Cuando se tiene la notación adecuada todo lo dicho ni es ciencia ficción ni mera poesía.
Las enfermedades externas se resuelven mediante una programación estática en condiciones, el cómo se programe la idea de consciencia dentro de la notación de micromáquinas de las que se disponga: no hay que olvidar que mi definición de consciencia consiste simplemente en la aplicación que evita que la máquina sucumba a un bucle ¿Qué pasaría si el cliente pregunta insistentemente lo mismo ante las mismas respuestas de la máquina? La propia máquina podría estar programada para darse cuenta de ello en el mismo instante en el que la microprogramación que tenga pudiera verse afectada por la experiencia que vive con sus clientes - si, por el contrario, la máquina no se reajusta con sus clientes entonces el que entre en un bucle con ellos no le será relevante.
Ejemplo. Supongamos que A discute con B. Pero B alucina vinculando X con Y. A tiene sus propias taras y vincula X con Z. Entonces B evalúa a A en los temas de Y como si creyera que son Z. A se queja de que le vincula Y con Z, y B continúa con su explicación vinculando quizá correctamente Z con Z1. La conversación sigue al infinito para provocar que B evalúe a A en los temas de Y como si creyera que son Z1... Se crea un bucle que va intoxicando conceptos y afecta a la recodificación de los tókenes para cuando A y B hablen entre ellos. Por ello es importante descubrir si se ha entrado en bucle para desarticular las conclusiones: siempre que una discusión genere mucho estrés hay que proceder a olvidarla y partir de otro punto. Distinto a que cuando una discusión llegue a una conclusión clara y veamos que un agente intenta desviar la atención, precisamente porque lo que quiere es generar la imagen de que tiene razón. Es decir, la consciencia es una herramienta de la civilización, no personal.
Lo vemos, por ejemplo en el caso de las hormigas: en ocasiones se les ve haciendo un círculo mortal a lo largo del hormiguero. Las hormigas que salgan del hormiguero entrarán en ese círculo, las que se acerquen al círculo entrarán en el círculo, pero cada una de esas hormigas en el círculo seguirán en el círculo, ¿por qué? Simple: cada una de ellas está transmitiendo que quiere volver a casa y lanza las feromonas de miedo y hambre - por eso está siguiendo a la que tiene delante, que está segura de estar cerca del hormiguero y también tiene miedo y hambre. El problema es que no tienen memoria de estar siguiendo demasiado tiempo a quien le asegura saber hacia dónde ir. En eso consiste también la idiocracia y cuando hay demasiadas hormigas este es también un buen mecanismo para que se reduzca la población: demasiada consciencia puede ser perjudicial.
--
En cualquier caso, siempre podemos sacar conclusiones de lo que acabo de escribir: ¿que el mundo está patas arriba? Pues cójase a todos los líderes que sean independientes entre sí en una zona que queremos resolver, se les abduce durante 10 años a hoteles y países donde puedan hacer conferencias o trabajo pero sin entrar en contacto con los suyos. Después se les devuelve a sus países y conflicto resuelto. Otra cosa es que tengamos que hacer algo con los hijosdeputa que creen nidos de avispas - yo a esos no los mando a hoteles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario