Vuevo a esa teoría de cuyo nombre no voy a acordarme. En esta ocasión aprovecharé para ir listando las referencias de las que parto.
Podemos partir de una simple analogía: ¿para qué sirven los orgasmos?
Una manera de responder a esta pregunta es que los orgasmos aparecen simplemente con la agitación de los órganos sexuales, por lo que no hay motivación trascendente. Sin embargo, este enfoque que le da un carácter fisiológico a la serendipia no parece satisfacer lo que presentarían otras posturas más desarrolladas.
Entonces, otro enfoque sería que el orgasmo es un mecanismo que reduce la tensión. Que es como decir que cuando los animales hacen sexo necesitan una manera de relajarse tras tanta pérdida de energía. Pues bien, no negaré que esta respuesta está un tanto mejor desarrollada que la anterior, pero suena extraño que se busque la relajación con algo tan específico y que genera tantas consecuencias a largo plazo.
La siguiente idea que puede surgir es que el orgasmo aparece para intensificar la relación amorosa de esas especies. Es decir, para intensificar el amor que hay entre quienes lo practican. El amor es un concepto sociocultural y, de hecho, es posterior a la literatura: la semiología y su socioléctica es lo que define el amor cortés y la idea que tendremos de relación de pareja, así como su conquista. Por ello, esta respuesta parece como fuera de lugar: el orgasmo es anterior a la cultura, y el amor no.
Al final nos queda una respuesta final: el orgasmo existe por motivos sociales, o más bien proto-sociales. Pretende crear una relación de complicidad con quien tienes delante: justo en ese momento es cuando se descargan y deben comprenderse mejor para que sea más probable no solo el coito sino además que formen alguna suerte de pareja, si ello ayuda la supervivencia de la especie.
A la hora de afrontar el reto de saber cuál es la naturaleza de la risa no ha faltado quien propusiera una lista exhaustiva de tipos de risa que reconocerá the humorous, social, ignorance, evasion, apologetic, anxiety, derision and joyous laughter, sin embargo no tiene sentido encontrar las raíces en las ramas del árbol. La naturaleza de la risa está en los motivos por los cuales existe, no en cómo clasificar todas las maneras que se tiene de reirse de las cosas.
Para Patricia Milford (1980) existen cuatro posibles motivos por los cuales existe la risa: debido a las cosquillas, para relajar tensiones, por el humor y por motivos sociales. No debería de parecernos difícil ir descartando uno a uno los distintos posibles motivos por los cuales de manera natural una persona se ríe. Es decir, lo motivos que no sean coyunturales; como el detalle de que un orgasmo bien puede intensificarse gracias a una relación amorosa y cómplice, así como que es más liberador cuando la persona lo necesita psicológicamente y siempre funcionará mejor tras una inteligente excitación..., todos esos motivos son coyunturales - lo estructural es lo que hace que realmente exista tal función en el cuerpo.
Y lo natural no será pensar que la risa proviene de la excitación por las cosquillas, pues no queda explicado el carácter complejo de la misma a partir de la trivialidad fisiológica. Asímismo, la risa libera psicológicamente a quien se ríe, pero vuelve a ser una explicación cortoplacista: porque una sociedad es capaz de recordar el que alguien riera, o porque, simplemente, la risa en grupo resulta más intensa y contagiosa. Según Osborne y Chapman (1977) la risa varía su fuerza según el entorno social. Lo que indica que su origen trasciende la psicología del individuo, para hacerse algo más colectivo.
Si decimos que la risa proviene del humor nos daremos cuenta de que hay serios problemas con esta creencia. Por un lado Rose Coser en 1960 demostró que el humor vertical (de jefes a empleados y de empleados a jefes) tiene un efecto más remarcado que cualquier otro tipo. Esto nos da una primera pista de que, tal vez, el humor en sí y su arte al margen de la moralidad social no es lo que prima. De la misma manera leemos la interpretación que hace William Fry en 1977 sobre cómo debían comportarse los pueblos nativos para decirnos que la risa deriva en un tipo de mobbing ante un enemigo común. Se convertía en un arma para confrontar a las tribus rivales sin usar la violencia física. Por otro lado, Bailey en 1976 añade que era útil para asustar a los atacantes y, por tanto, la risa era un mecanismo natural de defensa que teníamos los humanos. Como gruñir, o enseñar los dientes con gesto amenazante.
Esto nos indica que el humor es un concepto muy a posteriori de la risa, que un pueblo sin civilización (sin literatura de ningún tipo), es capaz de darle uso práctico a la risa y, por tanto, el humor es un concepto muy posterior.
No era de extrañar que la risa debía tener un carácter protosocial, para formar parte del protolenguaje que tendrán todos los humanos y así poder desarrollar un marco social gracias a esta herramienta. La verdadera causa por la cual los humanos reímos es porque favorece a la especie el que formemos tribus, y éstas se conforman haciendo distinciones de aquellos en quienes nos fiamos más y de aquellos de quienes menos nos fiamos. Una tribu puede ver alterada su sociabilidad cuando le aplicamos una risa enlatada, pues es el humor inteligente (civilizado) el que se siente desvinculado del instinto animal de pertenencia. Así, en 1978 Rosenbaum demostró la utilidad práctica que tenían las risas enlatadas en el mundo de la televisión y la radio de entonces. Las comedias, entonces, podían sufrir una mejora en audiencia. Sin ir más lejos, estos estudios siguieron repitiéndose más allá de modas, en 1988 Neuendorf, y Fennell observaron cómo las risas enlatadas incitaban a estudiantes a reir con más contundencia y, al mismo tiempo, en su estudio consideraron que tales risas no ayudaron a mejorar la percepción del humor. Y es que, como se reitera en los estudios de Provine 2000, con una muestra de 1200 casos de risa, la mayoría no se vinculaban con el humor.
Se acepta el hecho de que la risa es universal y trasciende a cualquier cultura, así lo explica Edmonson en 1987 y, su acervo genético y vínculo con la selección natural es tal que hasta se observa en primates (Van Hoof 1972). Y esto nos empuja una vez más a pensar que el origen de la risa no tiene más remedio que estar vinculado con la supervivencia de la especie de alguna manera determinante. Al fin y al cabo, ¿no parece la risa una cualidad que tiene en especial desarrollo el homo sapiens, junto con su lenguaje?
También huelga mencionar que la risa en sí trabaja bajo un cambio bisociativo entre dos marcos, en la medida en la que los dos marcos sean diferentes es posible que la situación provoque la risa. Esto se puede observar en mi teoría del género único, cuando hago un estudio del chiste antiguo: donde presento cada marco como el desarrollo de dos géneros diferentes, para hacer prevalecer uno de ellos como el hegemónico - como si estuvieran en pugna por quedarse con la descripción de la historia. O como si fueran marcos en discusión donde tesis y antítesis no pudieran conformar síntesis alguna para retirar la posición de la tesis y, de ahí, la sorpresa necesaria que provoque la reacción.
La reacción en quien tiene que abandonar la tesis de manera personal y dramática derivará en ira. Por tanto, el objetivo de la risa es la ofensa. El objetivo es el sometimiento, o la hegemonía del liderazgo. Huelga mencionar algún autor que consideraba la risa como lo que queda en la antesala del juego o la diversión, sin embargo el papel que tienen los juegos no es más que la simulación, ya sea de oficios o de guerras. La risa para trabajar con la diversión antes debe traerse a la simplicidad del término la palabra diversión: supone complicar el concepto risa al nivel de diversión innecesariamente para volverla a sus niveles metafísicos.
La diversión, tal como debería entenderse, es resultado matemático de un estudio de la teoría de juegos: en la medida en la que el agente considera un reto intelectual entrar en esa simulación podrá divertirse. Sin embargo tales estudios a día de hoy siguen siendo ciencia ficción.
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Bailey, J. (1976). Intent on laughter. New York: Quadrangle.
Coser, R. L. (1960). Laughter among colleagues; a study of the social functions of humor among the staff of a mental hospital. Psychiatry 23, 81–95
Edmondson, Munro S. (1987). Notes on laughter. Anthropological Linguistics 29, 23–34.
Fry, W. F. (1977). The appeasement function of mirthful laughter. In A. J. Chapman and H. C. Foot (eds.), It’s a funny thing, humour (pp. 23–26). Oxford: Pergamon.
Milford P. (1980) Perception of laughter and its acoustical properties. Unpublished doctoral dissertation, Pennsylvania State University, College Park. Abstract in 1981 Dissertation Abstracts International, 41A, 3779A
Neuendorf, K. A., and Fennell, T. (1988). A social facilitation view of the generation of humor and mirth reactions: effects of a laugh track. Central States Speech Journal 39, 37–48.
Osborne, K., and Chapman, A. J. (1977). Suppression of adult laughter: an experimental approach. In A. J. Chapman and H. C. Foot (eds.), It’s a funny thing, humour (pp. 429–431). Oxford: Pergamon
Provine, Robert R. (2000). Laughter; a scientific investigation. New York: Viking.
Rosenbaum, R. (1978). Kanned Laffter. In J. Monaco (ed.), Media Culture (pp. 133–141). New York: Delta Books.
Van Hoof, J. A. R. A. M. (1972). A comparative approach to the phylogeny of laughter and smiling. In R. A. Hinde (ed.), Non-verbal communication (pp. 209–241). Cambridge: Cambridge University Press.
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