viernes, 28 de julio de 2023

Somos el culmen de la civilización

Así empezaron los franceses, y no sé cómo van los incendios - porque la prensa solo mira hacia Cuba..., cuando cuatro gatos se quejan en la calle. La multiculturalidad es algo en lo que no creen los que se ubican en un espectro de la política - y habrá quien finja que sí lo hacen, pero al final su falta de coherencia es nuestra perdición.

Se trata de colonizadores escondidos, son invitados a conferencias y no pasan un tercer grado. Son exclavos de su tiempo mientras gritan a los cuatro vientos que la gente despierte. Esos mismos son los que critican a la cultura woke, cuando son ellos los "despertados". 

Tan pronto como usan palabras que nos recuerda que Europa no está en el centro de todo luego evocan a valores que son exclusivos de tradiciones que solo pueden sostener la microeconomía, y explicar la macroeconomía a partir de la microeconomía exige mucho valor... Centrar la atención de la agenda 2030 en conspiranoias sin fundamento, en toxicidades que no aportan nada..., ¿y qué ganan? Lo que ganan es llamar la atención, que puedan decir un "ya os lo dije", es el cuñao de manual. La profecía autocumplida. No los necesitamos.

Pueden ser expertos en su área. Pero a la hora de expandirse en las demás tienen exceso de confianza y no entran en discusión sus consideraciones, no las ponen en valoración para contradecirlas. Se creen que tienen la verdad absoluta y mantienen la inercia de su conocimiento: donde cabía una información colarán una opinión, y esa opinión vendrá en substitución de informaciones de otros campos. Se trata de un adanismo que nos hace perder el norte: nadie tiene la obligación de saber de todo, y nadie sabe tanto. Es un error garrafal.

Criticar por criticar es no ir a ninguna parte. Y como en el fondo son gente poco honesta, saben que el truco consiste en rodearse de aquellos que piensen como ellos para así tener libertad para decir cualquier barbaridad. Y lo que hay que hacer con ellos no es censurarlos, sino que, como a cualquier terraplanista, lo que debería de hacerse es exponerlos. Lo malo es que no puede exponerlos cualquiera, aunque tenga más razón que un santo: hay que elegir bien los factores a su favor - como se habría descrito en el arte de la guerra.

Ahora bien, ojo al terrorismo: atacar con mentiras es como bombardear al Pueblo. No puedes darles el poder después de infundirles el temor. Ser golpista implica saber escoger tus objetivos militares, y en este símil ni la censura ni la mentira caben en un acto de golpe de estado contra los que controlan la opinión pública.

Las granjas de información deberían conformarse como guerrilleros difundiendo la verdad y anulando los rumores, así como la mentira más propagada. Desde el subterfugio de la jungla el anonimato es un buen mecanismo para asegurarse de que la difusión de la verdad no afecte a la vida material del revolucionario. Y es que no hay que olvidar que estamos jugando en un juego perverso ausente de democracia o meritocracia.

Aún así, hasta el más absurdo de los retrógrados debe ser reinsertado, como habría hecho Sun Tzu. No se trata de colonizar plazas para arrasarlas. Atrás quedaron los hijosdeputa de Franco y Carrillo. Los crímenes de guerra son una muestra de absurdez del ser humano, de idiotez que no les da ventaja alguna. Solo pueden permitirse hacer tonterías porque el adversario es igual que ellos.

Y es que vencer a estos chovinistas recalcitrantes solo tiene por objeto el convertirlos en hombres modernos: libres de sus alienaciones y ataduras, en cuanto a que libremente alcanzaron esa meta por sí mismos. Y claro, si se nos hace evidente la gran cantidad de dogmatismos que existen y perduran lo que tampoco hay que hacer es gastar munición hacia un objetivo invulnerable en su completa necedad. Porque esa clase de gente abunda y solo consigue hacernos gastar munición innecesariamente.

Va siendo hora de que la gente se dé cuenta de dónde están los discursos vacíos, y eso es algo que solo se puede conseguir desde la trasparencia, la honestidad, los datos, las referencias científicas y, por supuesto, el falsacionismo - a ser posible el metodológico de Imre Lákatos: que quien tenga una manera de pensar, que la manifieste en formato de teoría o reglas para hacerla universal y objetiva, o que calle por cansino.

Mientras, me seguirán pareciendo unos tontos los que creen que tienen el modelo más civilizado, como si existieran jerarquías de mentalidades. Algunos de ellos fingirán que opinan de manera moderna y no alienada, pero en realidad están esperando a quedarse a solas con el resto de los cuñaos.

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