Nada..., vuelvo a mis teorías y enfoques. Creo que por aquí podré reinventar algún álgebra si empiezo a darle caña. Más en concreto algo que recuerde a la química orgánica, con su cálculo del Ph, pero aplicado sobre frases y análisis de sentimientos. Pero bueno, tampoco sé si sería innovador con respecto a limitarse a contar el número de palabras de cada tipo..., como lo que se hace convencionalmente.
Pero es inevitable que con las cosas nuevas que he creado hace poco y la nueva visión que tengo del "ensamblador mental", aprovechando una antigua librería que me ayudaba a describir con coherencia escenas visuales - y que ahora serviría incluso para aprender por sí mismo a jugar al ajedrez o a contar historias, tendré que redescubrir a Greimas. Por muchas veces que leas a un filólogo siempre hay nuevas sorpresas entre sus frases, como si fueran rockeros que meten mucha caña entre líneas. Aunque también hay que seleccionar al experto en semiótica, semiología o pragmática.
En todo compuesto orgánico el agua es una mezcla molecular cuyo pH es cero. Poco importa si realmente la química deba organizarse según ese centro de atención, porque al menos en los juegos orgánicos el vapor de agua es lo que se escapa con el aire... De la misma manera podríamos encontrar frases genéricas en cualquier idioma que pudieran escapar sus intenciones más allá de las palabras escogidas.
Diré que esta idea se me ha cruzado por un momento, y creo que tiene bastante base. Para empezar se fundamenta en la idea de que el ser consciente debe tener percepción de libertad para sí mismo, y en su autoconcepción de libertad debe tener una manera de evaluar cuándo sus decisiones han llegado a buen puerto - como si se les coloreara con algo de ética. Básicamente una frase catalizadora, o neutra, de sentimientos debería de no aportar ninguno y, al mismo tiempo, servir para que fluya el intercambio de un sentimiento interno con una situación externa y así entremezclarse con nuevo sentimiento y una exortación exterior. Al menos la teoría es fácil de entender si se utiliza el símil de las transformaciones químicas. Donde las obras que afloran sentimientos podrían actuar como los aminoácidos en nuestro cuerpo, los nutrientes que entran en la célula sería la realidad exterior del que lee la obra y su estado anímico las emociones que mueven al lector.
Así, visto de lejos al menos, parece tener buena pinta.
Por lo que en este preámbulo de teoría, ¿cuál sería la frase neutra? ¿Y bajo qué ámbito se va a trabajar, ya sea sentimientos o emociones?
Pues bien, la frase es: "Tenemos lo que nos merecemos", y vamos a hacer que reaccione a las emociones internas más básicas según la teoría del sistema linfático: miedo, alegría, ira, asco y pena.
Pena + frase: Visión pesimista de la realidad. Considera que los proyectos implican frustración.
Alegría + frase: Visión triunfal. Vincula el trabajo con los logros de una manera optimista.
Ira + frase: Arenga. Está siendo conservador y no permitirá que le quiten lo que es suyo.
Asco + frase: Culpa. Se siente responsable por lo que vive, que es como un castigo.
Miedo + frase: Desconcierto. Está reclamando a una autoridad si es esa su visión del mundo.
Dicho esto, la misma frase sin mostrar en el exterior sentimiento alguno no permitirá adivinar cuál es la intención del autor - salvo que se conozca bien el contexto inequívoco en el que se mueve él y los suyos. Por ello, cuando se utilizan palabras específicas y se vincula con emociones puede ayudar a entender cómo polarizar tales emociones, quiénes forman parte del nosotros (nuestros aliados) y quiénes representan alguna clase de villano o secuaz.
"Impediremos que lo consigáis" + tlqm => contrarios que mediante su ira desean nuestra pena
"Nos esforzamos y valió la pena" + tlqm => aliados que mediante su alegría desean nuestra alegría
"Como nos lo quites te arranco la piel" + tlqm => contrarios que mediante su ira desean nuestro asco
"Nos amaremos hasta la demencia" + tlqm => aliados que mediante su asco desean muestra alegría
"¿Por qué tiene que pasar?" + tlqm => aliados que mediante su miedo desean nuestro miedo
Las mismas frases en entornos culturales diferentes podrían adquirir otra clase de polarizaciones; es cosa de niños pequeños el ir etiquetándolas para poder generar un modelo predictivo basado en patrones (como haría un ajedrecista). Ahora bien, tú quítale a un ajedrecista un tablero de ajedrez y matas al jugador. De una manera o de otra, estos cálculos son como ecuaciones que intentan mediante las palabras adivinar las emociones internas, y precedir las reacciones que giren en torno a su socioléctica.
La socioléctica, en definitiva, será el conjunto de patrones del lenguaje que habrán sido enmarcadas con emociones internas, intenciones... El uso de unas palabras u otras sería como el uso de unas piezas u otras en juego del ajedrez. De la misma manera, la socioléctica serían las reglas del juego.
Sin embargo estos procesos aún deben considerarse relativos a cada cultura, porque las expresiones que se combinen con cada frase dependerá de cómo se materialice realmente. De ahí que cada cultura tenga su manera de emocionarse ante una misma frase. En el sentido de que no es creíble pensar que una misma frase pueda arengar con la misma fuerza en cualquier cultura o época.
La aparición de líderes que quieran hacer pedagogía de la manera más ordenada de organizarse frente a los suyos provoca que su idioléctica se confronte contra la socioléctica. De esa manera, entendemos que los aliados del líder se convierten idealmente en sus donantes y, ante el líder, solo saben actuar con miedo para reclamar su acción.
Bueno, al menos en teoría, esto parece tener forma. Una vez combinado con mi teoría de los 56 tonos, siempre se puede encontrar una manera de operar vectorialmente.
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