jueves, 8 de diciembre de 2022

La Concepción del Odio

¡Vaya incordio de vecinos! Voy a ver si hoy pongo una entrada que concilie la programación de máquinas, política democrática y noticias de actualidad visto desde lo más personal.

Anoche fueron las vísperas de las fiestas de mi barrio, las que celebra a la Virgen de la Concepción. Me hace mucha gracia el nombrecito, porque tiene mucho que ver con las últimas entradas, lo que hace que una máquina sea creativa. Y, efectivamente, hay que fijarse en un detalle especial: el día anterior España fue eliminada por Marruecos del mundial. Así que debía haber un cierto resentimiento contra Marruecos. Ahora bien, ¿cómo iban a hacérselo pagar?

De vez en cuando he visto cómo en Cartagena se pasa una especie de carromato que genera un ruido insoportable de música folklórica española cuando aún el sol acaba de salir. Y ese carromato atraviesa barrios típicamente llenas de musulmanes..., aunque también hay mucho cristiano por ahí, ancianos y niños. Me ha llamado mucho la atención ese tipo de comportamiento que dudo que sea legal, porque parece una manifestación de odio. Bueno, pienso, para empezar si yo fuera fiscal lo investigaría. Pero, por lo menos, no desemboca en más violencia.

El asunto es que al volver a casa, en estas vísperas de las fiestas de la Concepción, vi un escenario en mitad de la calle Mayor del Barrio de la Concepción - cortando la carretera. Era la primera vez que veía algo así. Y había unos altavoces muy potentes que resonaban en todo el barrio con música que, en principio era nostálgica o que fue moderna para los españoles, luego pasó a ser folklórica..., y después el zumba-zumba de las discotecas. Así hasta las dos de la madrugada, resonando por primera vez en todos los edificios del barrio. Inaudito para mí. Más allá de los tapones en los oídos, me vi obligado a tener que poner pañuelos en las puertas porque los altavoces hacían resonancia con los resortes, para provocar tambores resonantes por todo el vecindario. Eso no me pareció muy legal tampoco.

Sin embargo aún podemos describir la absurda escena. El Barrio de la Concepción de Cartagena probablemente tenga unos cuantos miles de habitantes. Es más grande que el propio Vaticano. Y además es un barrio lleno de gente anciana, y con muchos niños. Al día siguiente se podría no ir a trabajar, ok..., pero aún así poner una música que no es que estuviera fuerte, el problema era que resonaba en el interior de los edificios y hacía vibrar las estructuras... ¿Para qué?

El Barrio de la Concepción es uno de esos barrios llenos de inmigrantes, la mayoría de Marruecos. Y bien se sabe que la gran diferencia entre los musulmanes y los cristianos está en cómo se ve a la figura del Cristo y su inmaculada Concepción.

Por eso ahí algo me dice que en esas reacciones ha habido un carácter de represalia infantil. De hecho, cuando eran las tantas de la madrugada se me ocurrió salir por la terraza y contar cuántas personas habían bailando sevillanas... A penas eran una veintena. Podían poner la música más baja, y aún así sonaría bastante fuerte. Pero necesitaban generar escándalo. Hay que pensar que se valen de la música para no dormirse, y querer convencerse de que se divierten... Y, ¿lo hacen? ¿Tiene sentido que un par de decenas de personas torturen a miles en una democracia solo por diversión?

Me habría propuesto desarrollar el siguiente post hablando de los Qualia. Los defensores de esos conceptos suelen declararse en contra de que los ordenadores puedan alcanzar la singularidad de la consciencia. Digamos que yo me ubico en una posición como intermedia: en síntesis, se puede implementar las qualias. De hecho, mi recomendación es ir a mi teoría sobre las cualidades meméticas para constituir los recursos literarios que necesitaremos para desarrollar una socioléctica civilizada. Porque, en definitiva, es posible que en ocasiones nos comportemos como salvajes.

Ahora bien, ¿en qué consiste desarrollar una socioléctica no civilizada? Podemos fijarnos en los comportamientos que se centran en torno al odio, las represalias... Cuando escuchaba a lo lejos las fiestas de Cartagineses y Romanos, es cierto que los feriantes hacían un ruido absurdo, pero en las casetas la música podía sonar razonablemente a un nivel de ruido aceptable. Y ahí había una llamada, la llamada de la selva: a formar parte de todo eso. Eso era porque había algo de civilización, era inclusiva.

Cuando resuenan con un nivel de volumen inabordable y absurdo parece que hay intenciones perversas. John Dewey enfocaba sus teorías en torno a la capacidad que se tiene de enseñarle a los probandos a entender los valores de la democracia. Efectivamente, a la hora de diseñar las cualidades meméticas tiene que hacerse para que la socioléctica generada tenga carácter democrático. Nótese que mis estudios son coherentes con las intenciones de Dewey, a pesar de que lo desarrollo desde el punto de vista de las álgebras, y no de la educación infantil.

Por eso, como dije en mi última entrada, puede ser interesante que el probando descubra una manera diferente de codificar un suceso sin que afecte a su ética personal. Se trata de entender que no es posible creer que nuestra moralidad ya está bien diseñada con las cualidades meméticas oportunas. Esto es porque mi idea de democracia no tiene por qué ser una teoría completa: mi panfleto no puede usarse como si fuera un documento sagrado. Sería como volver a enfrentarnos moros contra cristianos, olvidándonos de que no se trata de un enfrentamiento religioso - pues el dogma es la excusa, se trata de un acto de racismo (negros contra blancos). Si Italia hubiera eliminado a España del mundial, como ya ha llegado a ocurrir, las represalias no habrían venido desde la oficilidad de unas fiestas. Si hubiera ganado Argentina a España, entonces los barrios más latinos no habrían sufrido represalias oficiales. Yo ahí veo racismo, una moda que sigue vigente en torno al tono de piel.

Durante décadas el imperio español inventó el blanqueamiento, y lo mantuvo como mecanismo de supervivencia en Europa a través de la mentira de la Inquisición. El racismo establecería que las personas no tan blancas no eran de fiar. Ahora bien, si hay que intentar entenderse con esa comunidad racista, ¿cómo hacerlo? Primero hay que entender sus códigos, sin alterar los propios, y después hay que buscar un método que les haga ser más funcionales en un mundo democrático ¿Cómo haces ver a un intolerante que lo que hace no es razonable? La autoridad se gana mediante el ejemplo, al exponer cómo sería un mundo incompatible con su manera de actuar y que resulte más fácil de entender con la idea de felicidad, armonía, concordia... Pero claro, siguen siendo teorías abiertas que deben ceder en las discusiones.

Y ceder es algo para la que la tecnología actual es incapaz por la idea central que acabo de darme cuenta de que no he mencionado aún: la percepción del tiempo. Una máquina no puede tener una percepción correcta del tiempo porque no sabe lo que es sufrirlo, no sabe lo que es el trabajo, la salud y el amor. Cuando pierdes tu tiempo trabajando le das un valor de inversión (mutable), si lo pierdes por las dolencias consideras el peor de los costes (fijo) y si intentas maximizar tus oportunidades de vivirlo intensamente piensas en el coste oportunidad (cardinal). Los griegos reconocieron estos tres tipos de líderes, y pretender fusionarlos en uno solo que posea la respuesta más perfecta nos lleva a un trilema - esto es debido a que los tres están equilibrados en la realidad de la matemática aplicada en la que funcionan.

Más en concreto, estos tres tipos de divisas corresponden con la trinidad imposible, porque representa los intereses financieros (fijo), de expansión empresarial (cardinal) y de control del paro en el país (mutable). No se pueden combinar más de dos modelos sobre una única divisa, hace falta al menos dos divisas que gobiernen las tres filosofías económicas. Y, a estas alturas, este pensamiento debe considerarse ya sea matizable, o inapelable pero, en definitiva, incuestionable. Esto corresponde con mi teoría de los doce tipos de ciudadanos, que recuerda el trilema que se genera entre el militar, el fiscal y el trabajador.

En cualquier caso, cuando hablas con un chatbot parecería razonable que éste tuviera una manera de ver las cosas: como lo vería un militar, un fiscal o un trabajador. Y también es razonable que tenga su manera de ver sus propios consejos. Por ejemplo, si una persona le dice al chatbot que alguien le ha robado el coche habría que considerar: la utilidad o dependencia que tiene esa persona con el coche, y el valor que tiene la compra de ese coche por cómo ve el tiempo perdido para conseguirlo. Da igual si el sistema está más o menos planificado, nuestra divisa personal sobre el valor de las cosas no depende ni de la bolsa ni del Gobierno: depende de si necesitaste trabajarlo o si te lo dieron en herencia básicamente.

El chatbot está obligado a tener una concepción más o menos trabajadora o burguesa a la hora de empatizar con la gente. Lo que quiere decir que posiblemente la persona con quien esté hablando le corrija aspectos que sí tiene sentido que deba recodificar. Y, una vez recodificados, el chatbot analiza si esos nuevos patrones reducen más rápidamente los cálculos que necesita hacer o si, por el contrario, es una payasada tipo amigue, nosotres, chicos, chicas, chiques y amiguis... Si los nuevos patrones consiguen más fácilmente una estructura eficiente entonces se le habrá inculcado los qualias adecuados.




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