domingo, 25 de diciembre de 2022

La filosofía más oscura de la escapada

La singularidad es lo que está rayando las corporaciones y ciertas comunidades, intentan hacer que un ordenador entienda el comportamiento humano - o lo suplante mientras lo sobrepasa. Sin embargo, las fórmulas que usan, sus maneras, ya han sido implantadas en la sociedad y la han colapsado. Los individuos somos víctimas de "nuestra" incapacidad para organizarnos. Bueno, ¿nuestra? Cuando yo era un burgués, como todos los adolescentes, no sabía en qué consistía la urgencia..., la escapada.

De vez en cuando aparecen criminales resultado de la desesperación, como parecería insinuar la película de "El joker" con Joaquín Phoenix.  Entonces el criminal decide acabar con todo y se lanza a llevar a cabo una singularidad, comete una escapada - porque no puede salir de su bucle de dolor, y lo único que tiene en mente es cómo materializar su "humor", cómo alcanzar el último grado de gracia evidentemente en un programa de variedades.

La singularidad que busca la máquina pasa por la sustitución del ser humano. Sin embargo el ser humano ya fue substituido desde hace años, para pasar a formar parte del engranaje de las máquinas que conforman los verdaderos pilares de la socialdemocracia, que no es el capital, es el crédito. No hay que temer a los que tienen dinero, sino a los poseedores de la deuda. El dinero es algo que te pueden quitar y se puede especular con él, pero el crédito es completamente incombustible.

Mediante un buen estudio sobre los efectos, por ejemplo las letras comerciales, se puede comprobar cómo se puede crear dinero de la nada - y que no quedará reflejado en ninguna oficialidad. Siempre es posible ganar de manera especulativa cuando una persona sea capaz de expedir, por ejemplo, un cheque, el que lo reciba lo use como dinero para pagar a otros, y así sucesivamente hasta que le sea devuelto el mismo cheque a su emisor para pagarle un servicio. Ahí no hay estado que sancione nada, es un movimiento anárquico. Y además no es posible quebrarlo, porque es más trivial que el más trivial de los contratos: si prohibes la deuda comercial y sus letras entonces o prohibes la libertad de contrato y empresa o la ley se queda en papel mojado que no afectaría a nada a lo financiero.

El asunto es que la maquinaria más eficiente ha sido capaz de recoger a sus dueños y, valiéndose de las fórmulas del capital, hace que las personas se pongan a su servicio. Ya las personas desde hace años ya no son personas, se rigen por la agenda digital con unas cárceles muy bonitas de donde no podemos salir. Salvo los que den con la escapada.

De vez en cuando aparece un extremo criminal que actúa de manera impulsiva. Se le tilda de loco, pero cuando hablas con él aparenta ser más bien un filósofo. Puede tener un perfil muy alto y, al mismo tiempo, debe admitir un delito de envergadura. Es alguien que se ha escapado, que no ha aguantado las condiciones inhumanas que le obligaban a tener que asumir - donde no existe el mérito personal, el candor humano ni una idea de justicia social elemental. En cambio lo que se observa es una enorme frivolidad donde los que menos tienen que asumir en pérdidas son los deciden por los demás.

Pero he vivido durante años desde abajo, jugando las 90 horas semanales sin mayor esperanza de poder alzar el vuelo, y sospechando que ni las instituciones públicas ni las privadas me van a dar una manera de escapar. Hace poco, por motivo de la pandemia, me obligaron (a punta de pistola) a cerrar el local y noté una desesperación que no tenía antes de abrir la tienda - la desesperación del silencio social, la desesperación del que no tiene motivos para investigar, ni para estudiar ni progresar porque no seré escuchado. Escuché mi propio silencio y la ausencia de motivos allá donde estoy para encontrar nada. Si cerrara la tienda, ¿adónde acabaría? ¿acaso no me podría volver loco? No podría volver atrás porque en este tiempo he descubierto la desesperanza de haber intentado contactar con Moncloa y que no sirviera absolutamente para nada - aun teniendo razón. Todo esto solo me ha servido para darme cuenta de las enormes deficiencias que tiene el modelo democrático.

Y aquellos que quieren escapar es porque la democracia no le pide participación. Las fórmulas automáticas y protocolarias que usamos nos programan como máquinas para que se rechace cualquier singularidad, y así funar al diferente. El sistema se autorregula mediante los medios de comunicación como, en su tiempo, predijo Marx, y eso provoca que dicho comportamiento se convierta en un meme que piensa como la máquina. Por eso la máquina puede predecir muy bien nuestros movimientos, ya que son suyos propios, no son movimientos de esperanza - son inhumanos. Pretender escuchar las voces democráticas de los que claman un cambio supone romper con las fórmulas que acaudalan a los poseedores de la deuda de los que deciden por nosotros. Cada vez que los que acaudalan se dirigen al gobernante de turno lo tienen claro: buscan la manera de alimentar la libertad del crédito.

Más apalancamiento, más especulación de pago extraordinario... Y luego viene otra crisis financiera y, con ella, la externalización de la crisis a los que no tienen culpa de nada. Muchos se moverán entre los estercoleros para intentar revilatizar el sistema que las máquinas pueden predecir desde sus fórmulas bursátiles.

La idiocia llegará y muchos habrán pretendido escapar antes de volverse locos. Algunos serán tratados de bohemios, otros de locos, los habrá suicidas y, por supuesto, los criminales. Pero el crimen del que hablamos no es el de la mala persona, sino el del insensato - el que intenta hacer pragmático el sueño que se ha quedado prohibido tras haber hecho en esa sociedad lo que supuestamente había que hacer siempre. Es decir, es la persona humana la que no comprende cómo funciona la humanidad y su singularidad es la que le permitirá escapar de la trampa de la matriz que la atrapa.

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Hoy mismo iba a empezar con los cálculos de la matriz en cuestión. No son para tanto. Puedes albergar los algoritmos de clasificación supervisada, si son lineales, mediante un cálculo matricial que adelanta muchos resultados. Cuando la sociedad se comporta dentro de esa matriz lo que tenemos es una manera sencilla de especular con la demanda..., para todo, ahora resulta que ya hablamos incluso de redes sociales. Todo esto se estudia para abaratar los costes. Y, claro, ¿qué pasa con los que no cumplen ese principio de linealidad que le resulta tan económico a la máquina? ¿qué pasa con los que no cumplen esa economicidad por el que se mueven las mayorías? ¿qué pasa cuando se supone que a ti te debería de gustar llevar esta ropa y no la que buscas? ¿qué pasa cuando se supone que a ti te corresponde llevar esta vida y no la que deseas? ¿qué pasa cuando eres merecedor de otra vida y tampoco te la permiten? Sin importar lo mucho que trabajes, lo talentoso que seas, lo culto, la capacidad para analizar... ¿Qué pasa cuando una persona se sale de la norma? En una democracia se le escucharía, porque el pacto social no sacrifica a nadie ¡Tan grande es el sistema y no es capaz de negociar con las pequeñísimas excepciones! 

Un humano sí puede negociar. Pero una máquina ni se lo plantea, porque no está programada para entender esa posibilidad. Ésa es la respuesta al enigma. Y ése es el punto a comprender. La escapada es el final extraño que tiene la película cuando de repente el presidente decide hacer algo fuera de lo normal, y cubre con el presupuesto el problema. La máquina no ve el problema, el sistema de crédito no da crédito, y no hay forma de abrir una partida para algo tan pequeño. Porque lo pequeño es insignificante. Lo insignificante es irrisorio. Y el político no escapará de ese esquema, más bien se reprenderá por bajar al populacho.

Pero el problema no es que el político sea inmisericorde, que lo es, sino que tenemos un poder ejecutivo donde deberíamos simple y llanamente no tenerlo. Mientras hayan unos dictadores que finjan ser necesarios los presupuestos quedarán aprobados bajo esquemas controlados por los que financian a sus partidos, que a su misma vez, se moverán por agendas globalistas internacionales fáciles de predecir con cálculos lineales. Ahí la máquina está en su mundo, y nosotros somos su esquema. 

Tan pronto como el ricachón de turno acabe en la cárcel por hacer algo ilegal en su red social, en realidad era la misma máquina que lo envía a prisión la que le recomendó negociar con los datos personales de las personas. Es un juego perverso donde la humanidad no pinta nada, salvo que vivamos la singularidad y acabemos escapando.


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